Por Ernesto González Barnert
Algunos de nosotros, poetas provincianos y sureños, con nuestras mochilitas cargadas de ilusión, en los 90, antes de llegar a Macondo hicimos campamento base en Portocaliu. Hoy, a muchos años de ese campamento base en Portocaliu, con todo lo que escribía o publicaba Omar me entristezco sobremanera con su partida, recuerdo nuestros encuentros y conversaciones en “Chillán Poesía” o el “Encuentro de poesía de la Universidad Católica de Concepción”, saco sus libros de mis estantes y leo poemas de éste u otro libro, vuelvo a sentir al poeta de fuste, antes del alba. Hoy me toca la triste labor, con apuro, de despedirlo dentro del marco institucional de la Fundación Pablo Neruda, donde no dudamos en el Festival de Poesía La Chascona en otorgarle con urgencia y cariño el Premio a la Trayectoria 2017, el último premio que recibió en vida, según consigna Wikipedia, esperando apuntalar su figura y obra en medio de la estupidez e ignorancia reinante en el ámbito cultural chileno del Eº y su aparataje cultural, la tardía o inexistente migaja del Premio Nacional para con la mayor disciplina intelectual chilena. Un premio que clama, al menos, ser anual, para los escritores, dramaturgos y poetas… En vista a la plata que se pierde o roba en este país rico donde vivimos una gran mayoría como pobres, con el mito de la austeridad y clase media, como telón de fondo. En fin, perdónenme que no perdone que un poeta como Omar Lara se vaya de nuestro lar sin el premio nacional de literatura, me dé vergüenza ajena, ser contemporáneo de esta mezquindad y miseria… Ojalá no tengamos pronto que lamentar otra partida, el pago de Chile, para con nuestras voces mayores. Poetas que en tiempos de salvajismo y oscuridad iluminaron nuestra existencia, nos dieron sentido y apoyo. En fin, hace unas semanas subí con cariño una foto de Omar, Jorge Teillier y Sergio Hernández, foto del cantor y fotógrafo Jorge Aravena Llanca, tras leer varios de sus primeros libros en memoria chilena descargables, libros inencontrables ya.
Foto de Jorge Aravena Llanca
En fin, ahora me toca decirle públicamente Adiós, con esta pandemia que impide los honores y abrazos entre los que admiramos su figura y obra, darle un adiós como la gente o Dios manda… a una de nuestras grandes voces poéticas, además de editor y traductor de lujo, a Omar Lara, quien nació el 9 de Junio de 1941, en Nohualhue, Teodoro Schmidt/ y fue criado por sus abuelos en Nueva Imperial y acaba de fallecer en Concepción, este 2 de julio de 2021. Un vate de reconocida e invaluable labor en el campo poético, cultural y humanista.
Dentro de los innumerables hitos en esta urgente semblanza que escribo salta a la vista su papel como uno de los fundadores y principal motor del grupo y la revista de poesía Trilce, grupo aparecido en Valdivia en 1964 bajo el alero de la Universidad Austral de la misma ciudad. O su papel de editor que especialmente en los sesenta, antes de la diáspora, animó el panorama nacional desde la mismísima región propiciando encuentros y libros que destacan a sus pares y contemporáneos. Con la feroz dictadura instalada a sangre y fuego con el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 de Pinochet y sus lacayos civiles y militares, contra la democracia, Omar encarcelado varios meses, tras lo cual se exilió en Lima, Perú; desde allí partió a Europa, asentándose finalmente en Rumania, donde se graduó en Filología en la Facultad de Lenguas Romances y Clásicas de la Universidad de Bucarest, antes estudió Pedagogía en Castellano en la Universidad Austral de Chile y se consagró pese a todo como una de las voces destacadas antes y después de la Diáspora manteniendo su labor no solo personal sino colectiva en la literatura. La literatura es menos solitaria y egoísta de lo que se cree. En 1981, Lara, se instaló brevemente en Madrid, España, donde refundó la revista Trilce e inició las publicaciones de Ediciones LAR (Literatura Americana Reunida), las que actualmente funcionan desde la ciudad de Concepción, ciudad en la que el poeta reside. Sin duda, un poeta mayor que ayudó a producir grandes obras de importantes poetas, que contribuyó al conocimiento de la poesía chilena en Rumania y viceversa. Entre sus libros más destacados: Argumento del día (1964), Los Enemigos (1967), Serpientes (1974), El viajero imperfecto (1979), Fugar con juego (1984), Jugada Maestra (1998) y Voces de Portocaliu (2003), Cuerpo final (2013), Nohualhue. Ida & Vuelta. Poesía 1964-2016 (2017), entre tantos más suyos y ajenos como traductor y editor. Entre la veintena de importantes premios y reconocimientos que ha recibido su trayectoria destacamos el Premio a la trayectoria en el Festival de Poesía La Chascona de la Fundación Poesía Pablo Neruda, Premio Jorge Teillier, Premio Casa de las Américas de Cuba, el Premio Internacional Fernando Rielo por sus trabajos de traducción, la Medalla Mihai Eminescu en Rumania, la Medalla presidencial Centenario de Pablo Neruda y VII Premio Casa de América, de España con su libro: Papeles de Harek Ayun, Premio Rafael Alberti, Premio Atenea, entre tantos por su poesía, traducción y mérito de sobra. Que los papeles de Harek Ayun o de tus otros libros sigan un buen rato más en el aire, con nuestro aliento, el de ustedes.
ENCUENTRO EN PORTOCALIU
En ese tiempo yo corría detrás de una sombra.
Desde el décimo piso en el barrio de Drumul Taberei
yo miraba a través de un niebla caliente,
a través de una humedad humosa,
a través de las reverberaciones de agosto
una figura venía caminando
desde la parada de autobuses.
Una figura parecía dirigirse hacia mí,
yo la veía perfectamente desde el décimo piso
en el barrio de Drumul Taberei:
era la odiada figura conocida,
su aborrecible rostro estaba ahí y su pelo
que el sol no incendiaba y con él todo su cuerpo.
Yo miraba petrificado la escena,
los indolentes pasos y su entorno:
árboles, cosas en movimiento, el asfalto que el sol
ondulaba.
Yo miraba esa escena con su centro precioso…
En esos tiempos yo escribía un poema titulado
“Encuentro en Portocaliu”,
era necesario encontrarme rápidamente
porque –pensaba yo- ¿la poesía para qué puede
servir sino para encontrarse?
Eso fue después de escribir muchas cartas
preguntando
¡dónde estoy? Nadie sabía donde estaba
y no podían decírmelo,
de modo que empecé a decir a diestra y siniestra
protégeme con algo el corazón.
Protégeme con algo el corazón
seguía repitiendo
y como no me entendían
comencé a escribir unos poemitas insidiosos
relativos al río Dimbovitza,
relativos a la columna del infinito,
relativos al plan quinquenal.
Hasta que un día en Portocaliu.
Un día en Portocaliu
(en Portocaliu hay un sol amarillo como cáscara de
naranja)
una tarde en Portocaliu
(en Portocaliu hay unos grandes pájaros con dos patas
larguísimas y picos en forma de corazón)
una noche en Portocaliu
(estaba escrito que no te encontraría
en Portocaliu
pero guardo el recuerdo de esa espera y huellas
de picotazos en forma de corazón).
*
P.D: “En la Ruta del Libro”, Iván Monsalves conversa con el destacado poeta chileno Omar Lara, quién nos cuenta sobre su evolución en la literatura y poesía. Una filmación que tiene la fuerza de ser una de las últimas conversaciones con el poeta y su mundo literario, a grosso modo.