Por Bernardo Reyes
Los escasos antecedentes biográficos que existen de María Antonia Hagenaar Vogelzang están relacionados con Neruda, como si su vida, antes de su matrimonio, celebrado en Yakarta el 6 de mayo de 1930, no hubiese existido. Tenía para la fecha 30 años,[1] su esposo cuatro años menos.
Así como resulta un misterio saber detalles acerca de su vida antes de su apresurado casamiento[2], sabemos muy poco de los años en que permanece en Holanda, entre 1936 a 1948, período en que ocurre la separación de hecho y la “invitación” de Gabriel González Videla, que la hace venir a Chile, doce años después, para testificar en contra del poeta en un juicio bajo una discutible acusación de bigamia. Su llegada al país casi coincide con la fecha de la orden de detención de Neruda, el que tiene que permanecer en la clandestinidad durante todo ese año de 1948.
Era una mujer joven y hasta donde se sabe no tenía votos de castidad, sin embargo, todas las referencias biográficas la describen como si así hubiera sido.
Y no fue hasta que aparecieron en Gouda, Holanda, las fotos de Malva Marina, la única hija del matrimonio, que la historia de María Antonia adquiere un inusitado interés periodístico y con ello las más diversas y descabelladas teorías acerca de las vidas y muertes de María Antonia y Malva Marina, esta última fallecida el 2 de marzo de 1943.[3]
Pero lo real, lo documentado, es un silencio, una niebla ocultando su historia, cierto tono ambiguo que por una parte la llevan a querer seguir habitando el estatus como “esposa de un diplomático”, que cobró vigor gracias al auxilio de la tirria de González Videla, y el vivo rencor fundado en las distancias y ausencias que desde un comienzo jamás lograron sortearse con su esposo.
Es este contexto, que culmina con las cartas que demuestran un amor apasionado con Joaquín Edwards Bello, que sirve para comprender las luces y sombras que existieron desde su matrimonio hasta su separación en 1936 y de toda su vida posterior sin rumbo.
Y la figura que emerge es completamente diferente a la caricatura creada por el aparato partidario del poeta o de la figura funcional a reivindicaciones feministas utilizadas con el fórceps de lugares comunes y fakes news.
Si bien algunas de estas cartas aparecen fechadas en 1951, no necesariamente significa que todas las cartas en que no se señala la fecha, fueran escritas y despachadas en ese año.
Se puede deducir que desde 1932 mantienen una relación epistolar, sin establecer con qué regularidad. Inclusive hay una mención de cartas o fotos enviadas desde Holanda en 1938.
Las cartas de respuesta de Edwards seguramente ya se extraviaron para siempre considerando los continuos cambios de domicilio o la destrucción de ellas por la propia destinataria.
Permanece en Chile entre 1948 hasta 1954, en que podemos realizar el boceto de una mujer que vive apasionadamente un romance del que no se tiene certeza cuándo acaba.
Sin embargo, es el diario “Las noticias de Última hora” del viernes 19 de febrero de 1954, el que señala una ruptura definitiva cuando anuncia en la portada, con características de gran escándalo: ¿Donde está la primera esposa de Neruda?
El Director General de Investigaciones afirmó nuevamente esta mañana que nada sabía de la detención de la primera esposa del poeta Pablo Neruda, señora Mary de Reyes Basualto (sic), de nacionalidad holandesa, que de acuerdo al tenor de los informes extraoficiales llegados a nuestro diario habría sido detenida el lunes 15, a las 8,30 de la mañana, en su domicilio de la calle Luis Thayer Ojeda 63. Los autores de la detención habrían sido individuos a quienes se les escuchó conversar que “este asunto es muy grave y hay que decírselo al Prefecto…”
La misma negativa la repitieron posteriormente el Jefe de Policía Confidencial; el Subdirector de Investigaciones y el Prefecto de Santiago. Los moradores de la casa de Luis Thayer Ojeda
-residencial en donde se hospedaba la señora Mary de Reyes Basualto- evadieron las preguntas de nuestros reporteros, diciendo que la “señora salió de vacaciones y no es nuestra obligación saber adónde fue”
Posteriormente, gracias a las averiguaciones del escritor Tomás Lago con algunas autoridades de la policía de investigaciones, se pudo determinar que esta detención se debió a tráfico de drogas.
Los antecedentes nunca lograron dilucidarse por completo para, por ejemplo, saber de qué tipo de drogas se trataba.
Neruda cuando se entera de la noticia, comenta: Es increíble lo poco que conoce uno a la gente con la cual ha vivido. Siempre me pregunté de qué vivía […][4]
Lo que si se puede entrever mediante estas cartas, es que Maruca tuvo algunos trabajos y paralelamente la ayuda económica constante del propio Neruda que le llegaba mediante diversos emisarios y no sería nada extraño que uno de ellos fuera su propia hermana Laura, o Margarita Aguirre, su secretaria y biógrafa.
El gobierno de González Videla termina el 3 de nov. de 1952, y le sucede en el cargo Carlos Ibáñez del Campo en su segundo mandato, que no tuvo ninguna relación con estas disputas menores colocándose en una posición política bastante alejada de González Videla.
Tampoco es un detalle menor agregar que en 1954 se celebró en el país el cincuentenario de Neruda, actos que prácticamente duraron todo el año. El 16 de enero, se realiza un acto en su homenaje en el Teatro Caupolicán con motivo del Premio Stalin organizado por el Movimiento de Partidarios por la Paz.
En ese mismo mes dictó cinco conferencias sobre su poesía en la Universidad de Chile y en meses sucesivos se consignan las visitas de escritores de todo el mundo que asisten a estas celebraciones, sobre todo en julio, con motivo de su cumpleaños.
En este período de gran protagonismo público del poeta, se comprende mejor el silencio que rodeó la detención y la más que probable expulsión de Maruca de Chile.
Su paradero, sus itinerarios, desde que abandona Santiago, en enero de 1954, y hasta su regreso oficial a Holanda el 9 de enero de 1958, son totalmente desconocidos hasta hoy. Por aquel tiempo, es posible que ni existieran familiares suyos en Holanda ya que todos sus vínculos familiares y de amistades estaban relacionados con Indonesia, sitio en donde fallecieron sus padres y lugar donde se registra su nacimiento.
En una interesante y diríamos imprescindible entrevista a Daniel Cádiz Albornoz, realizada por el estudioso de la vida y obra de Joaquín Edwards Bello,[5] Salvador Benadava C., hay varios datos que permiten comprender desde otro ángulo el contexto de estas cartas.
Daniel, nacido el 21 de abril de 1943, hijo de Marta Albornoz Díaz y de Oscar Cádiz Henríquez, fue un hijastro de Edwards Bello, y quien tuviera mayor cercanía con el escritor que sus hijos biológicos.
Marta y Joaquín se casaron en 1953, luego de una relación que tenía ya algunos años.
Aclara en esta entrevista que él tenía 25 años cuando su padrastro se suicidó (19 febrero 1968) a sus 80 años. Y 18 años cuando su padrastro sufrió su ataque de hemiplejia, es decir en 1961.
Sus recuerdos de Edwards son de sus primeros años, en 1946 ó 1947, y luego recuerda cuando se trasladaron a vivir en la calle Santo Domingo casi esquina de Cumming, a dos pasos de Plaza Brasil.
Doña Marta tenía una peluquería a pocas cuadras de esta casa, frente a la Plaza Yungay.
Y es con estos antecedentes que podemos establecer que la relación con Maruca Hagenaar ocurre paralelamente a la relación del escritor con Marta Albornoz Díaz.
Sólo quedaría por establecer con quiénes Maruca estableció relaciones sociales, en una más que probable inoficiosa investigación.
Bastaría, a manera de ejemplo, el testimonio de la dramaturga Isidora Aguirre, para entender que de una u otra forma Maruca mantuvo siempre relaciones a un nivel social alto, y que, por otro lado su situación personal o de salud mental, estaba en franco deterioro. Dice Isidora: La casa de mi mamá estaba habitada por los espíritus y las puertas se habrían y cerraban cuando querían. Allí estuvo viviendo Maruca. Para colmo, mi mamá llegó a tenerle recelo, pues le parecía que ella emanaba fuerzas negativas capaces de echar a perder el califont e influir en el desencadenamiento de otros estragos […] Para mi mamá siempre era un misterio que en el cuarto de Maruca siempre estuviese la luz encendida hasta pasada la medianoche. Una vez, ya eran más de las dos de la mañana y su antigua empleada decidió poner una escala de mano y mirar por el tragaluz, a ver qué pasaba. Desde la altura no podía verle la cara a Maruca. A mi mamá le costó creer cuando su empleada bajó muda, hasta que pudo decirle con espanto: “señora, está comiendo pan, habla sola y tiene tres sombreros puestos […]”[6]
Isidora Aguirre fue hija de María Tupper Hunneus, una destacada pintora chilena, con una consistente obra muy reconocida en nuestro país.
Neruda, amigo cercano de María Tupper, intentó que tratara de convencer a Maruca de algún eventual arreglo económico que finalmente no prosperó y así, por una u otra artimaña legal las disputas judiciales nunca llegaron a algún arreglo, ni a ningún destino.
Finalmente, de acuerdo a los documentos oficiales del Registro Civil del Municipio de La Haya, se puede determinar que recién el 9 de enero de 1958 se establece su regreso o radicación en su país. Un enigma saber qué ocurrió entre 1954 y 1958.
La traductora e investigadora holandesa Gien Klatser-Oedekerk investigó las direcciones de casas o pensiones donde vivió Maruca en La Haya y todas comienzan en 1958 y terminan en 1961.[7]
María Antonia Hagenaar fallece en La Haya el 27 de marzo de 1965. Se desconoce hasta ahora cuáles fueron sus domicilios entre 1961 y 1965.
Seguramente, todos los juicios emprendidos contra el poeta terminaron en nada y sólo con su muerte, un año y siete meses después, Matilde y Pablo logran formalizar su relación el 28 de oct. de 1966.
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[1] Maruca Hagenaar nació en Yakarta, Indonesia, el 5/3/1900.
[2] El matrimonio de Pablo y Maruca se celebra el 6/5/1930, a 7 meses de haber llegado como Cónsul de Elección en Singapur y Batavia (ciudad deYakarta) en la Isla de Java, Indonesia, con jurisdicción en las posesiones holandesas del Archipiélago de Sonda.
[3] Las primeras imágenes de la tumba de Malva, en Gouda, llegaron a mi correo gracias a Gien Klatser-Oedekerk a fines de 2002. En fechas posteriores Antonio Reynaldos logra dar con el paradero de fotos de Malva en la familia Julsing de Holanda donde vivió la niña sus últimos días..
[4] “Ojos y oídos cerca de Neruda”, Lom Ed. 1999.
[5] “Joaquín Edwards Bello desde una nueva perspectiva”, Salvador Benadava C. en Biblioteca Nacional Digital de Chile.
[6] “Hormiga pinta caballos”, Virginia Vidal, RIL Ed. 2006.
[7] Datos proporcionados por la investigadora mediante correo electrónico. Ella falleció en junio 2018.