Noviembre 7, 2024

El «Irrealismo Poético» es experimentar, no militar: Entrevista a Franco Barbato

 

Por Ernesto González Barnert

 

Franco Barbato (Santiago de Chile, 1983), poeta chileno emigrante, radicado actualmente en Lugano, Suiza, nos habla de su último libro: Realideath y su movimiento, el Irrealismo Poético, donde encauza su lírica y trabajo, protesta pacífica contra la realidad. Tras publicar El Pilar de la Creación el también periodista, licenciado en comunicación social y con estudios de historia, nos cuenta que ha trabajado en radio, TV, periódicos, revistas, campañas ecológicas (Patagonia Sin Represas), pero que por debajo de toda esta normalidad, y desde los 15 años ha llenado cuadernos enteros escribiendo hasta publicar en 2018 su primer libro: El Pilar de la Creación. Además, realiza colaboraciones con revistas de Ecuador, España, México, Suiza e Italia. Recientemente fue traducido y publicado al griego en la Antología de jóvenes poetas de la Suiza italiana y, también, al hindi en la Kritya Poetry Journal de India. También fue invitado al Festival Internacional de Poesía Postate 2019 y confirmado para la versión de 2020. Barbato pertenece a la Lega Italiana Poetry Slam (LIPS), red de poetas performativos de Italia y del cantón Ticino de Suiza, lo que le permite estar en contacto con las vanguardias literarias y de poesía oral europeas. Fundador del Irrealismo Poético, movimiento de creadores que se manifiesta pacíficamente contra la realidad, proponiendo una nueva sensibilidad para habitar el planeta. El Irrealismo no se limita solamente a la poesía, pues se han adherido a él pintores, músicos, escultores, fotógrafos, ilustradores, entre otros, para experimentar con el Irrealismo Poético, desde diversos países como Perú, Chile, México, Rumania, Italia, Suiza, Argentina, España, entre otros. «Nosotros, los irrealistas no deseamos la fama, sí la trascendencia, sí la eternidad».

 

–¿Cómo ves, primero que todo, desde tu cantón suizo, lo que sucede en Chile con el estallido, ahora con la pandemia a nivel global?

–Lo que sucede en Chile lo veo desde la frustración, desde la impotencia de no poder estar presente, de no poder acompañar a mi familia y amigos. Luego, el estallido social es la consecuencia lógica tras más de 50 años de abandono institucional. Veo una población envilecida, herida y enfurecida. Lo veo, lo escucho y lo siento, pues mi familia es de barrios populares del Gran Santiago. Veo a todo un país anclado aún a los escombros ideológicos del milenio pasado, intentando aprehender «la realidad» desde su naturaleza más básica: izquierda-derecha, hombre-mujer, bueno-malo, amigo-enemigo, etc. Pero esos conceptos nos quedaron pequeños, son anacrónicos, no sirven. Por eso el ruido, la crisis permanente, porque el mundo cambió, pero no así nuestra forma de entenderlo. Pues, qué han hecho las religiones e ideologías (pilares de la realidad) por el mundo si no ponerlo en guerra, arrasar con sus recursos naturales y matar de hambre a quienes no les son útiles.

Veo a mi Chile viviendo un proceso de estallido orgánico, donde no hay líderes ni tampoco una idea clara de país, sino que sí se sabe lo que no queremos, lo que nunca más se debería repetir. Es un movimiento en expansión y acéfalo. Pero lamentablemente, hasta que no haya una revolución demográfica, nada mejorará. Somos el país más largo del mundo, pero un tercio de toda su población se concentra en la Región Metropolitana. Y los recursos del Estado solo hacen más grande el hoyo en la capital mientras empobrecen a las regiones, pues no existe red institucional que pueda soportar tal nivel de concentración demográfica.

 

 

–¿Qué busca el movimiento lírico que fundaste, me refiero al Irrealismo Poético, que defines como un movimiento ético-creativo que promueve el habitar poético del mundo, mediante el traspaso de la emoción contenida en el proceso creativo a la vida misma en su cotidianidad? ¿Tiene seguidores ya? ¿Un manifiesto más allá de su definición? ¿Todo lo que escribes lo enmarcas en esta línea de trabajo?

–El irrealismo poético nace de la necesidad urgente de proponer algo más allá de la crítica. Nace como una respuesta pacífica a la realidad y a su monopolio del arte, la cultura y la moral, donde para «triunfar» (¿qué es eso?) debes ajustar tu sensibilidad a las lógicas del mercado, a la moda de turno, a la superficialidad de la vida misma. El irrealismo poético es un grito desesperado por ir más profundo y más alto, por trascender la fama y al ego con el único objetivo de ser eternos, mejor dicho, de ser dignos de la eternidad. En un mundo donde todo cambia ruidosamente a cada minuto, nosotros proponemos el silencio, la reflexión y el autoconocimiento durante el proceso creativo, una vuelta necesaria a lo trascendente. Pues partimos de la base que el artista/poeta durante la creación vive una pequeña sublimación de su espíritu y el poema, la pintura, la escultura o la música creada son solo la cristalización de ese estadio superior del ser. Nosotros queremos trascender esa pequeña elevación del alma a la cotidianidad de los días. Una nueva ética para poblar el planeta, basada esencialmente en el poder de la creación.

La invitación del irrealismo poético es a experimentar, no a militar, por lo que la respuesta ha sido muy positiva. Músicos en Chile; pintores y escultores en Perú; poetas en México, España, Italia, Rumania, Argentina y Suiza; artistas visuales en Suiza e Irak y seguimos sumando.

El Manifiesto Irrealista lo escribí en italiano, castellano e inglés, con el objetivo que todos puedan experimentar con nosotros. El único requisito es leerlo y si sientes tu alma en armonía con la nuestra, bienvenido.

Desde hace dos años que vivo ardiendo en irrealidad. Todo lo que escribo apunta a eso. También cuando participo en espectáculos de poesía performativa intento tocar almas con el irrealismo poético.

 

–¿Cómo es en el cotidiano tu proceso escritural? ¿Cómo llegas a un poema? ¿A un libro? 

–Me despierto todos los días a las 5 am. Tomó el café en silencio mirando el paso del negro de la noche a la luz del nuevo día. Y desde ese rincón escribo. Escribo todos los días («ensucio el papel para limpiar mi alma», como me gusta decir). Al poema llego con mis ojos girados, caminando hacia atrás, dos pasos por debajo de mí mismo. Sigo una intuición. Sigo como perro hambriento una palabra que me lleva a otra y luego salto al silencio prolongado, mientras el océano y el viento se revuelven en mi estómago. Siempre en silencio. Siempre creyendo estar levemente elevado. Y escribo. Y me detengo a mirar por la ventana que ya es casi claro. Y continuo a escribir, siempre en mi silencio sagrado. Pocas veces corrijo y no me sé ningún poema mío de memoria. Una vez escritos ya no me pertenecen. No les tengo mucho afecto, pero soy adicto a la adrenalina de escribirlos.

Mi primer libro lo realicé mientras agonizaba mi hermano de cáncer en Chile. Tenía mi pasaje comprado para ir a verlo, pero no alcancé a llegar, él murió antes. Y para no morirme de pena escribí El Pilar de la Creación, libro dedicado a su memoria. Ahora está por salir mi segundo libro, Realideath, escrito en italiano y castellano junto a la poeta italiana Alex Bloise, en el cual anunciamos la muerte de la realidad.

 

–¿Cómo definirías tu arte poética? ¿Cómo lo enlazas con el irrealismo poético que promueves? ¿Es una relación simbiótica? ¿Cuál ha sido sus mayores líneas entendiendo la dinámica desde tu libro El Pilar de la Creación a Realideath, libro recién aparecido?

–En este momento de mi vida estoy ardiendo en irrealidad. Todo lo que escribo y pienso lo hago desde esa trinchera. Creo que gracias a él he encontrado mi propia voz poética y con ella pretendo liberar al mundo de la realidad. (No me da vértigo soñar en grande)

Sin ánimo de criticar las otras vanguardias, he encontrado poco misticismo y autenticidad en ellas. Siempre caen en el revisionismo o en idolatrar estatuas de los milenios pasados. Me cansa el borrachito que se cree Bukowski o el eterno deprimido que imita a Rimbaud o el mal humorista que juega a ser Parra. Por lo mismo, mi poesía es rabiosa, callejera, pendenciera, pero mira hacia arriba, sabe que su destino no es revolcarse en el barro sino lanzar flechas de oro hacia lo desconocido, sin importar si llegan o no a una «tierra nueva», sino más bien por el gusto de hacerlo. Lo que quiero decir es que me encantaría cambiar al mundo, no ideologizarlo, sino convencerlo de la necesidad de volver a ser-semilla, ¿me explico? Vernos a los ojos desde nuestra naturaleza primitiva, ver almas y no raza, color, género o filosofía. Ése es mi deseo y en mis libros trato de comunicar mi voluntad de vivir la locura de ser poeta, pintor, músico, creadores de un nuevo mundo. Como decía antes, el mundo cambió hace rato, nosotros somos la generación que vivió la transformación del mundo análogo al virtual, por eso no entendemos nada. Estamos encima de los hechos, sin perspectiva alguna. No sabemos hacia dónde nos llevan las fuerzas de la Historia, pero vamos. Ciegos.

Por eso la necesidad urgente de creadores de nuevos conceptos e imágenes que permitan relacionarnos de modo armonioso con la realidad y ocupar el mundo desde un nueva sensibilidad.

 

–¿Qué autores, artistas, libros, músicas, arte… te marcaron para ser el poeta que eres?

 

–Así habló Zaratustra lo he leído 7 veces completo y tengo una conexión muy especial con él. Partiendo porque me lo encontré abandonado en una casa a la cual llegué a vivir en La Reina. La primera parte del libro fue escrita entre el 1 y el 10 de febrero de 1883 en Sils María y yo nací justo 100 años después, un 3 de febrero. Luego, sin planearlo, la vida y las decisiones me trajeron a vivir a Lugano, a solo 3 horas de la casa de Friedrich Nietzsche. Ése fue mi «Axis mundo», desde ahí partió todo. Las historias de viaje de Ryszard Kapuściński siempre estimularon mi fantasía. Mi poeta preferido es Rumi, nadie ha tocado el alma de mi silencio como él. En cuanto a la música, siempre me moví en el underground. Metal, punk, en un inicio y ahora harto rap, trap y, por qué no, reguetón. También escucho Dylan, Cash, Los Jaivas, The Doors, música de cámara. Me gusta el lenguaje fresco, sin respeto y poco ortodoxo. La lengua viva. Por lo general me aburren los poetas, los académicos, la visión universitaria de la vida y del lenguaje. Me gusta todo lo que muerda con rabia a la vida.

 

–Cuál ha sido tu relación con la obra poética nerudiana?

 

–Neruda fue un despertar, como para la mayoría imagino. En el colegio, en la casa, incluso en la casa museo de Nietzsche me encontré con Neruda en un modo no planeado. A Neruda lo miro con admiración infinita, lo miro hacia arriba, lo leo y no entiendo cómo pudo crear versos tan llenos de sentido, de alma, de significado. También viviendo en el extranjero Neruda me ha acompañado no solo con sus libros, sino en la boca de los demás, quienes saben perfectamente quien es él y se interesan por saber mi opinión al respecto. Neruda ha sido una llave para entrar en conversaciones riquísimas. Y si hay que tomar posición respecto a las acusaciones de Neftalí Reyes, yo soy partidario de separar a la persona de su obra y quien quiera santos que los busque en la iglesia.

 

–¿En estos días que poetas, artistas, músicos, obras, te han sorprendido, llaman tu atención?

 

Admiro la rabia del trap y lo que ella está trasgrediendo. En Italia, por ejemplo, los cantantes se besan entre ellos, usan ropa rosada, la mujer no es un instrumento sexualizado de twerk. Un ejemplo es Rosa Chemical, Thelonius B, Jeffrey Baby, entre otros. En Chile sigo a Pablo Chill-E, Jamez Manuel, Kid Lucilfer. Me gusta todo lo que le haga mal a la realidad y a sus especuladores. En poesía performativa, he tenido el honor de ser amigo de Marko Miladinovic, poeta performativo mitad suizo, mitad eslavo. Es un genio, escribiendo y dramatizando sus lecturas. En Pintura, mi amigo peruano Davis Rejas está creando nuevas técnicas mixtas para sus cuadros que tienen mucha fuerza. La artista visual suiza Shendra Stucki y la gran creadora de Irak, Fatimah Jawdat, a mi juico la mejor artista contemporánea viva. Todos tenemos en común que somos almas rotas, por la vida o por la guerra y no encajan en la realidad del arte contemporáneo, pues hoy triunfa lo que vende o es tendencia.  Por ese mismo motivo es que nosotros no buscamos el éxito ni la competencia ni la fama. Por eso es que nos hemos juntado para crear irrealidad.

 

–¿Cuál es tu mirada de lo que se está escribiendo en Suiza en estos días?

 

–Suiza es un país muy particular, pasando por sus 4 lenguas oficiales hasta la «Quinta Suiza», que son los bunkers gigantes que están bajo tierra con capacidad para 10 millones de personas y provisiones para varios años en caso de guerra. Suiza es un oasis dentro de Europa, es uno de los países más ricos del mundo, pero también tiene los índices más altos de suicidio en toda Europa. Siento que el ciudadano suizo promedio está un poco alejado de la contingencia mundial. El principal movimiento literario está en Zurich y Ginebra, pero éste, a mi juicio, no se compromete con el mundo de hoy. El tema social hoy en día en toda Europa es la migración (¡El mundo se mueve!), pero lo que yo veo es una producción artística que apunta más al entretenimiento que a traducir espíritu de nuestro tiempo.

 

–¿Sobre qué te gustaría escribir en un próximo proyecto escritural?

 

–El mismo día que envié mi parte de Realideath a la casa editorial italiana empecé a escribir mi nuevo proyecto. Siendo honesto, no sé hacia dónde va. Es en prosa. Una novela corta o un cuento largo, nada muy ambicioso. Obviamente desde la irrealidad cuento la historia de un chico migrante que se une a una «baby gang» (que es como llaman a las pandillas en Italia) en un mundo en ruinas. Onda, año 2300, la población mundial bajó de casi 8 mil millones a 3200 mil millones de personas. África y Sudamérica desaparecieron, y bueno, hay amor, mucha sangre, mucho silencio, mucha hambre de trascender «la realidad».

 

–¿Cómo ves a Chile poéticamente, siguen algunos de sus autores vivos o muertos, en relación con tu obra y vida?

 

–En Chile hay mucha poesía, pero también muchos poetas que se esfuerzan en no ayudar al resto. Creo hay un círculo muy cerrado, una oscura camaradería o fraternidad donde solo se leen entre «pares». Veo un ambiente machista a pesar que nuestro primer Nobel de literatura fue mujer. Sin embargo, sigo a algunos con mucha admiración. Por ejemplo, Antonio Letelier es, a mi parecer, de los mejores poetas contemporáneos, pero, y quizá me equivoco, no ha entrado al «ambiente», quizá porque no tiene ganas o por timidez o porque no ha tenido la oportunidad. Pero creo es un autor que merece escribir un libro que debería ser leído por todos. Tiene una delicadeza prístina, una escritura muy limpia, un fraseo totalmente original y contenido trascendente. Una geografía poética llena de altos y de profundidad. A diferencia de los defensores de la «poesía de lo cotidiano», creo que hoy el mundo necesita profundidad y altura y un poeta como Letelier puede dar esa batalla. Y bueno, si me pides pasear por el cementerio, sin duda, Neruda es uno de mis top 5. He leído mucho a Teillier, Uribe, Mistral, pero creo que todos ellos están a la sombra de Vicente Huidobro. O no a la sombra, pero hicieron un camino menos trascendente.

 

–¿Qué le dirías a un joven poeta que quiere dedicarse a este oficio?

 

–Le diría que no piense en vivir de la poesía, sino en poesía. Que él puede cambiar al mundo entero si sigue sus sueños. Le diría que tiene que escuchar a todos, pero no debe hacerle caso a nadie. Le diría, con mucho afecto, que la vida no es buena ni mala, sino terrible y hermosa y que el lenguaje de la poesía y de las artes nos ayudan a soportarla y trascenderla. Le diría que escriba sin pensar, con la mano temblorosa y cargada de electricidad, con el pecho agitado, con escarcha en la espalda. Le diría que no combata al «éxtasis” de la escritura, sino que lo habite y que se vuelva loco escribiendo. Le diría que escriba no solo desde la inspiración, sino caminando solo o apretado en la micro o en una fiesta mientras el resto hace cosas que quizá para él no tienen sentido. Le diría que me escriba a mí y que juntos cambiemos el mundo.

 

–¿A qué le temes?

 

–Le temo al hastío, a la muerte de la voluntad, a perder mi irrealidad y volverme otro poeta fotocopia que se limita a imitar a los grandes maestros. Eso y que me falte vida para escribir todo lo que debo escribir.

 

–¿Qué poema leerías hoy en una sala de clases chilena?

 

–Solo un loco. Solo un poeta

(Friedrich Nietzsche)

 

Cuando la luz se va desvaneciendo

cuando ya el consuelo del rocío

se filtra en la tierra

invisible, inaudible

-pues delicado calzado lleva

el consolador rocío, como todo dulce consuelo-

entonces recuerdas, recuerdas tú, ardiente corazón

cuan sediento estuviste

de celestiales lágrimas y gotas de rocío,

abrasado, cansado, sediento,

mientras en sendas de amarilla hierba

malignas miradas del sol crepuscular

por entre negros árboles en torno a ti corrían,

deslumbrantes, malintencionadas, abrasadoras miradas del sol.

 

“¿Tú el pretendiente de la verdad?” -así se mofaban-.

­¡no! ­ sólo un poeta!

un animal astuto, saqueador, rastrero,

que ha de mentir,

que premeditadamente, intencionadamente,

ha de mentir

multicolor larvado,

larva el mismo,

presa el mismo,

¿es eso el pretendiente de la verdad?…

 

­ Sólo loco! ­ Sólo poeta!

Solo un multicolor parloteo

multicolor parloteo de larvas de loco

trepando por “mendaces” puentes de palabras

sobre un arco iris de mentiras

entre falsos cielos

deslizándose y divagando.

¡sólo loco! ¡sólo poeta!

 

¿Es eso el pretendiente de la verdad?

 

 

No inmóvil, rígido, liso, frío,

convertido en estatua,

pilar de dios;

no erigido ante templos

atalaya de dios:

­¡no! Hostil eres a tales modelos de virtud,

más recogido estás en el desierto que en los templos,

audaz como los gatos

saltas por todas las ventanas

y en toda ocasión

husmeas la selva virgen

tú que por selvas vírgenes

entre fieras de coloreados pelajes

pecadoramente sano y bello y multicolor corrías,

con lascivos belfos,

feliz con el escarnio, feliz en el infierno, feliz y sanguinario,

ladrón furtivo, mentiroso corrías…

 

O semejante al águila

que fija su mirada largo tiempo en los abismos

en sus abismos…

-­ oh, girar como ella

hacia abajo, hacia el fondo, hacia adentro,

hacia cada vez más profundas profundidades!

 

Y entonces

de repente

vuelo vertical

trazo precipitado

caer sobre corderos

hacia abajo, voraz,

ávido de corderos,

odiando toda alma de corderos,

odiando rabiosamente todo lo que parezca

virtuoso, borreguil, de rizada lana,

necio, satisfecho con leche de oveja…

 

Así, aguileñas, “leopardinas”,

son las añoranzas del poeta,

son tus añoranzas entre miles de larvas,

¡tú, loco!, ¡tú, poeta!

 

Tú que al hombre consideras

tanto dios como oveja

al dios desgarrar en el hombre

como a la oveja en el hombre

y desgarrando reír

¡En esto consiste tu felicidad!

 

felicidad “leopardina” y aguileña

felicidad de loco y de poeta!”

 

Cuando la luz se va desvaneciendo

y la hoz de la luna

ya se desliza verde y envidiosa

entre rojos purpúreos

-enemiga del día

y sigilosamente a cada paso

las guirnaldas de rosas

siega, hasta que se hunden

pálidas en la noche:

 

así caí yo mismo alguna vez

desde mi desvarío de verdad

desde mis añoranzas de día

cansado del día, enfermo de luz

caí hacia abajo, hacia la noche, hacia las sombras,

abrasado y sediento

de una verdad.

 

¿recuerdas aún, recuerdas tú, ardiente corazón,

que sediento estuviste?

¡sea yo desterrado

de toda verdad!

¡Sólo loco! ¡Sólo poeta!

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