Julio 8, 2024

Neruda y los pájaros: «Le hubiese gustado ser un águila»

En el tercer piso de La Sebastiana, casi crucificado, casi en éxtasis, se encuentra un Corocoro. Un ejemplar embalsamado de un pájaro venezolano que Neruda trajo a Valparaíso desde el corazón de la sabana tropical, donde recordaba haber visto bandadas de estos pájaros rojos enfrentados al verde de la sabana. Dice Neruda:

 

¿Qué voy a hacer para cantar el canto,
el plumaje, la luz, el poderío
de lo que vi volando sin creerlo
o escuché sin creer haberlo oído?
Porque las garzas rojas me cruzaron:
iban volando como un rojo río
y contra el resplandor venezolano
del sol azul ardiendo en el zafiro
surgió como un eclipse la hermosura:
volaron estas aves desde el rito.
Si no viste el carmín del corocoro
volar en un enjambre suspendido
cuando corta la luz como guadaña
y todo el cielo vuela sacudido
y pasan los plumajes escarlata
y dejan un relámpago encendido,
si tú no viste el aire del Caribe
manando sangre sin que fuera herido,
no sabes la belleza de este mundo,

desconoces el mundo en que has vivido.

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Ese texto es un fragmento del poema «Las Aves del Caribe», del libro Canción de Gesta, publicado en 1960.

Pablo Neruda publicó en 1966, el libro Arte de Pájaros, que consta de 53 poemas, repartidos en dos grandes grupos. Casi todos los poemas están escritos en versos eneasílabos (de 9 sílabas). Abre el libro una «Migración», hay un «Intermedio» y un «Epílogo». Estos tres poemas están escritos en verso libre.

 

Sobre el agua, en el aire,

el ave innumerable va volando,

la embarcación es una,

la nave transparente

construye la unidad con tantas alas,

con tantos ojos hacia el mar abiertos

que es una sola paz la que atraviesa

y sólo un ala inmensa se desplaza.

     (“Migración”, fragmento)

 

La primera parte de los textos, denominada «Pajarintos» reúne 38 textos, de pájaros reales, verdaderos, ordenados alfabéticamente desde el «Albatros Errante» al «Zorzal». Separados por un intermedio, titulado «El Vuelo» escrito en verso libre.

 

«Cisne»

Cygnus Melanchoryphus

 

Sobre la nieve natatoria

una larga pregunta negra.

 

La segunda parte se titula «Pajarantes», y reúne 12 poemas, donde Neruda inventa a algunos pájaros, incluyendo «El pájaro ella» (Matildina Silvestre), «El pájaro yo» (Pablo Insulidae Nigra) y «El Tontivuelo» (Autoritarius Miliformis).

En «El Tontivuelo», publicado 15 años antes de la horrorosa frase de Pinochet, Neruda de alguna manera, presagia la frase del dictador:

 

El tontipájaro feroz

se sienta sobre sus colmillos

y acecha el vuelo de los otros:

«Aquí no vuela ni una abeja

Sin los decretos que estipulo».

 

Termina el libro el Epílogo, con un poema titulado «El poeta se despide de los pájaros».

 

        «Yo, poeta

popular, provinciano, pajarero,

fui por el mundo buscando la vida:

pájaro a pájaro conocí la tierra:

reconocí dónde volaba el fuego:

la precipitación de la energía

y mi desinterés quedó premiado

porque aunque nadie me pagó por eso

recibí aquellas alas en el alma

y la inmovilidad no me detuvo».

 

Neruda fue un gran ornitólogo. Conocía las especies, los lugares donde habitaban los diversos tipos de pájaros y el canto característico de muchos de ellos. El libro Arte de Pájaros fue escrito a finales de 1962, y Neruda pensaba publicarlo, al igual que Memorial de Isla Negra, cuando cumpliese 60 años, en julio de 1964. Sin embargo, el libro se retrasó y sólo pudo ser publicado a fines de 1966, con ilustraciones de Nemesio Antúnez, Mario Carreño, Héctor Herrera y Mario Toral, en una edición limitada, realizada por Neruda y la Sociedad de Amigos del Arte Contemporáneo. En 1967, aparece una edición rusa, y en 1968, el libro es incluido en las Obras Completas. Sólo en 1973, aparece una edición comercial, hecha por Losada en Buenos Aires, que incluye los dibujos de Julio Escámez, que iban a acompañar la edición original del libro, y que hasta el momento no habían aparecido.

La edición rusa de 1967, no fue una casualidad. El 7 de noviembre de 1962 Neruda está en Moscú y es parte de una multitud de moscovitas que celebran la condecoración que el gobierno ruso le entrega a dos cosmonautas que vuelven del espacio. Dice Neruda:

 

 «El oficio de poeta es, en gran parte, pajarear. Precisamente por las calles de Moscú, por las costas del Mar Negro, entre los montañosos desfiladeros del Cáucaso soviético, me vino la tentación de escribir un libro sobre los pájaros de Chile».

 

Neruda compartió la propiedad de La Sebastiana con un matrimonio amigo: Francisco Velasco y Marie Martner. Ellos ocupaban los dos primeros pisos de la casa. Poco tiempo después de la muerte del poeta, regresando a su casa, el doctor Velasco vio que había un gran alboroto en el barrio. Los vecinos indicaban la parte alta de La Sebastiana. Lo cuenta el doctor Velasco en su libro Neruda, el gran amigo:

 

«¡Doctor!, ¡Doctor! Algo raro pasa en la casa de don Pablo, parece que hay alguien adentro, -le dijo un joven que ayudaba en las labores domésticas, que le salió al encuentro-Subimos cautelosos, y al entrar al living, vimos un águila de gran tamaño, con una mirada feroz y las garras listas para atacar».

 

La casa había estado clausurada durante meses, luego de la última visita de Matilde Urrutia, días después del golpe militar. ¿Cómo entró el ave si la casa permanecía cerrada? ¿Habrá querido despedirse del Corocoro venezolano que hasta hoy abre sus alas en el tercer piso de La Sebastiana? Al final, abrieron uno de los ventanales y lograron que el ave de rapiña emprendiera el vuelo. Recuerda el doctor Velasco:

 

«Remontó vuelo y se perdió en la altura. Me vino inmediatamente a la memoria aquella vez que Pablo confidenció que, si hubiera otra vida, le hubiese gustado ser un águila».

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