Por Carolina Rivas
Publicada en 1924, esta nouvelle traerá a su autor un inesperado éxito comercial después de publicar decenas de cuentos, obras de teatro y novelas que venía escribiendo desde fines del 1800.
Quizás sea la trama, Elsa T., una joven muchacha de 19 años, bastante desenfadada y caprichosa, veranea junto a unos parientes en un elegante hotel de la frontera austroitaliana, donde transcurren los días sin demasiadas preocupaciones. Todo gira alrededor de las actividades diarias como caminatas, cenas o deportes hasta que recibe una carta de su padre que romperá con la armonía reinante y con ella misma. El padre tiene graves deudas de juego y, ante el escándalo social y económico que se avecina, le pide a Elsa un favor inesperado. De ahí en más, asistiremos al desconcierto de Elsa y al cómo enfrentará la situación para ayudar a su familia.
Pero tal vez, además de la trama, lo valioso de esta breve novela radica en la elección del autor de narrar a través de un ininterrumpido monólogo interior de la protagonista que es de una notable destreza y elegancia narrativas. En el texto aparecen crudamente expuestas las convenciones burguesas de la época y ataca el cinismo y la hipocresía de la sociedad frente a los temas como la familia, dinero y honor. Al mismo tiempo sugiere una severa crítica a la forma entonces aceptada de prostitución, disfrazada como el matrimonio por razones económicas, logrando mediante el uso de una situación singular una reflexión implícita sobre este fenómeno.
