Noviembre 22, 2024

Dibujar un chancho con los ojos vendados

 

La Sebastiana, en principio, fue una casa de descanso, del fin de semana, de innumerables fiestas con sus amigos, como muestran las fotografías de aquellos momentos de gran celebración. De especial celebración de las fiestas de Año Nuevo. Sin embargo, Neruda fue encontrando amistades, tramando proyectos, involucrándose cada vez más en el tejido ciudadano de Valparaíso.

Con el paso del tiempo, Neruda se ha convertido no solo en un referente poético y literario, sino también en un referente político, que debe acudir a innumerables actos no únicamente en las regiones de Chile, sino también en el extranjero. Pero pese a ello, se da el tiempo de viajar a Valparaíso a compartir con sus amigos porteños.

Jorge Edwards se refiere a su enorme capacidad de relacionarse afectivamente con los otros:

 

Era una persona aficionada a relacionar a gente, a crear grupos y convivir intensamente con ellos. De pronto se replegaba, se aislaba y ahí se producía lo mejor de su reflexión y de su creación poética, pero, cuando salía de su intimidad creativa, siempre misteriosa para los otros, se convertía, como ya lo he dicho antes, en una de las personas más gregarias que he conocido. Su paso de la soledad a la sociabilidad era, creo, uno de sus mayores enigmas, y es el enigma fascinante de todos los verdaderos poetas: la poesía transcurría por una vertiente y la vida cotidiana por otra. En más de una ocasión me propuso formar clubes, cofradías de alguna clase, sociedades de amigos, y hasta discutimos, con humor y con animación, los posibles estatutos, más cercanos, sin duda, al espíritu de la Ilustración que al de Vladimir Lenin. Si tenía un grupo de personas, grupo grande y cambiante, en Chile, grupo que adoptaba matices diferentes en Valparaíso, en Santiago, en Isla Negra, también lo tenía en París, y supongo que lo tuvo en México, en Roma, en Budapest, en Moscú.

 

Esa fue la razón de crear en Valparaíso, un grupo de amigos que se juntaban semanalmente en lo posible, a conversar, a reírse, a tramar.

El «Club de la Bota» se inauguró en Valparaíso, el 3 de junio de 1961. La lista de sus integrantes será siempre variada e incompleta: Pablo Neruda, Matilde Urrutia, Sara Vial, la artista María Martner y su esposo, el doctor Francisco Velasco, Camilo Mori y su esposa, Maruja Vargas, los poetas Patricia Tejeda, Armando Solari, Homero Arce, Ennio Moltedo, Juan Guzmán Cruchaga, el fotógrafo Rolando Rojas, y su esposa, Edda Morales, los escritores Alejo Carpentier, Carlos León, el editor Gonzalo Losada, Georges Strouvé, director de fotografía del film A Valparaíso, de Joris Ivens, entre muchas otras personalidades.

Sin embargo, el tema tenía sus complejidades. Cada aspirante a integrar el Club de la Bota debía dibujar un chancho con los ojos vendados. Es decir, dibujar un chancho de memoria.

Presentamos cuatro de los dibujos realizados con los ojos vendados, para ingresar a este curioso grupo: Neruda, Homero Arce, Gonzalo Losada y uno cuya firma no alcanza a distinguirse.

 

 

 

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