Por Ernesto González Barnert
Se vislumbra una obra interesante, a contramano de la moda de época, sin perder su estribillo, en la literatura de Nicolás Letelier. Una poética con un lente histórico más amplio y menos safe que el que vemos en el escaparate local, sin perder rabia y salvajismo, con versos que se quedan con nosotros, nos develan o alejan, un ruido de fondo luminoso pero duro, una melodía de observación de campo con amenaza de tormenta con un marco histórico corrido o alucinado.
En La salvaje perspectiva, su último libro, publicado por la editorial Cástor y Polux, a finales del 2020, trabaja un horizonte con destreza del encierro, sus cortes, sus límites, entre toques y estallidos, no sin cierta perspectiva alucinada de lo real y concreto, su lastre onírico. También tensa con ternura lo frágil y pequeño, la precariedad con que se sostiene todo en este claroscuro, dentro de la propia voz y máscara, en la historia.
Nicolás Letelier es un autor que construye una personalidad histórica como tenazas para esbozar una perspectiva de rara belleza, tanto personal como colectiva, asilvestrada, donde aúna lo terrible y sublime, el pasado, presente y futuro en una sola tirada de dados, rápido, al hueso. «Drunk as in a morning sunrise», es uno de los más bellos poemas que leerán este año si se hacen de este excelente libro, con esa resistencia desacomodada, orgullosa e inteligente, entre lo que sigue roto y lo que duele, entre lo contradictorio, chocante y sensual. Un libro que junto a Violencia Barroca del 2010, Al Sol invicto del 2014, hacen una gran tríada.
–¿Qué significa para ti tu libro recién salido del horno La Salvaje Perspectiva, ¿qué buscaste decir, con qué te encontraste? ¿Cómo se entronca con tu obra anterior?
-Fue una larga espera desde que estuvo terminado hasta su publicación por la editorial Cástor y Pólux a quienes estoy muy agradecido, eso por una parte, por otra parte es la concreción de una forma de ver la escritura, de sus posibilidades. Es un libro que está dividido en 4 partes donde en cada una de ellas trato de utilizar una forma y un fondo distinto. Aunque al final, creo, todo se permea por un modo y eso la vincula con mis otras obras. En mi caso me interesa probar ideas, experimentar formas nuevas. Pero es inevitable que cierta estructura emerja y guíe el sonido, los tonos y el paisaje.
–¿Cómo te ha afectado la pandemia y estallido social como poeta, librero y músico?
-Como librero bastante, muchos meses cerrados, bajas ventas. En la faceta más creativa tanto el estallido como la pandemia no han sido un motor creativo relevante para decir verdad. Musicalmente sigo trabajando en la creación y producción de ESC (Encontraron su Cabeza) junto a mi compañero Sebastián Astorga, en nuestro tercer disco, que, si todo sale bien, saldrá a mediados de año por Moldavia Records, mezclado y arreglado por Felipe Carvallo. Lo más cercano a un influjo pandémico, fue un día en que estaba un poco ansioso e hice un poema más o menos largo que llamé VANITAS MMXX, una especie de memento mori por si algo me pasaba a mí o alguien cercano. Quizás la creación de una poesía más centrada en los espacios reducidos. Aprendí muchas recetas nuevas y exóticas, eso también es importante.
–¿Qué le dice el librero al escritor, el escritor al músico, el músico al poeta y librero?
-Bueno son el mismo, el uno y el otro. Una trinidad indivisible. Lo más importante es que el librero mantiene al poeta-músico con un trabajo estable y lo nutre de textos mensualmente. En mi caso tengo la suerte de vivir rodeado de libros (a veces puede ser abrumador) y no tener que ganarme la vida con proyectos o tener que sobrevivir de mi obra, eso sería imposible en todo caso. Los textos que utilizamos para nuestra música son bastante diferentes a los que trabajo en los libros. Son dos formas de escritura distinta, diría que la musical es más rígida porque debe ser funcional a la melodía. Es otra experiencia.
–¿Qué le recordarías a los nuevos poetas, músicos, artistas del mundo flotante en este país. Agentes culturales y creativos qué se están iniciando desde tu tribuna con años de circo?
-No soy muy de consejos, creo que cada cual debe experimentar la vida a su manera, al descampado. Yo mismo no creo ser un modelo, o alguien con la capacidad de aconsejar.
Si me presionan diría que crear y leer mucho, no solo literatura, leer libros de arte, historia, ciencia, etc. y corregir, incluso más que hacer y no esperar el éxito en nada. Este tipo de cosas le interesan sólo a un puñado de personas.
–¿Qué poema tuyo leerías en una sala de clases? ¿O preferirías tocar con tu grupo de música(s)?
-Me gustaría improvisar con los niños, entregar instrumentos, enchufar efectos. Hacer una creación colectiva. Me entretendría saber qué sale de todo eso.
–¿Qué libros, arte, música, películas le hincaste el diente esta temporada?
-En pandemia, hice zumbar zoowoman. Mucha película de samurái y de vaqueros, me encanta el chambara. Los sopranos, no la había visto. Me gusta estudiar algunos instrumentos, he estado muy obsesionado con el oboe. He llegado a preciosos conciertos sobretodo del siglo XVIII que me han gustado bastante, los conciertos de Ferlandis, claramente el de Mozart, los de Ditters von Dittersdorf, etc. Lumen editó parte de la poesía de Geoffrey Hill, ahí estuve un rato, «Los Himnos de Mercia» son muy interesantes. También comencé la «Historia de Todas las Cosas que han Acaecido en el Reino de Chile y de los que lo han gobernado» de Góngora y Marmolejo.
–¿Un verso o frase llevas como un mantra dentro de ti en estos días aciagos?
–Son of man, You cannot say, or guess, for you know only a heap of broken images, where the sun beats («hijo del hombre, no puedes decirlo ni adivinarlo; tu sólo conoces un montón de imágenes rotas, donde el sol golpea») La tierra baldía, TS Eliot.
–¿Cómo resumirías tu arte poética?
-Con un poema de mi primer libro Violencia barroca
La belleza no es controversia
belleza es el ano de una checa
que nos mira de reojo
joven elástica
película porno de buena factura
la belleza se aloja
nos tienta
huye
en un cuadro atroz
observa Medusa degollada
escudo convexo
madera de álamo
horror estilizado
cercenada Medusa
de cabellos venenosos.
–¿Qué poetas o escritores nos recomiendas leer, clásicos, actuales?
-A veces pienso en que hay poetas que abren posibilidades, que al leerlos producen un ánimo, un entusiasmo que no significa una alegría, me refiero a una gana de escribir.
Hay otros poetas o escritores que tienen una forma más cerrada, un estilo muy distinguible, que al tratar de emularse se nota de golpe. Un debe leer ambos y saber distinguir donde se encuentra cada uno. Yo descubrí la poesía gracias a Whitman, una versión de Canto a mí mismo muy ordinaria que encontré en la biblioteca del colegio. Luego a Nerval y después a Eduardo Anguita.
–¿Un libro que nunca has podido terminar de leer?
-Son más los que no he terminado de leer que los que he terminado.
–¿Un libro que te hubiese encantado escribir?
Harry Potter. La verdad, no lo he pensado.
–¿Qué viene a tu mente cuando piensas en «poesía chilena»?
– Una gran tradición y cosas malas que se tienen por buenas. Me pasa que en algunos casos, que son bastantes, veo repeticiones, poco riesgo, una especie de actuar sobre seguro como se dice en el derecho penal. Quizás es porque leen las mismas cosas, siguen a las mismas personas, van a las mismas escuelas o talleres. Me he dado cuenta, y en este punto me sirve el ser librero, que el «mundo cultural e intelectual» sigue a los mismos escritores, músicos, cineastas. Hay un paquete chic que se compra y que se necesita consumir, presumir o exponer para ser parte de lo que se habla y se comenta. Estereotipos estereotipados. Clichés sobre clichés.
–¿Cómo ha sido tu relación con la obra nerudiana?
No soy un ávido lector de la poesía de Neruda. Eso sí, hace poco leí un poema que me gustó bastante «Francia, Florida y vuelve» un texto muy musical y disgregado que cae extraordinario.
–¿A qué le temes?
A volverme loco, a terminar como un indigente. Por una mala indicación y seguimiento médico soy adicto al Ravotril. Lo dejo de tomar un día y me voy a la mierda. Hay que tener ojo ahí.
–¿Qué canción escuchas estos días?
«Cuando vuelva a tu lado» de Maria Grever en la versión de Javier Solís.
–¿Qué poema te gustaría hacer canción?
-Hace un tiempo musicalizamos This be the verse de Larkin y Pied beauty de Hopkins. Al parecer me gusta y me es más fácil musicalizar textos en inglés.