El inicio de la pandemia en Chile estuvo marcado por ocultamiento de información. En un momento clave, unos twitter de Alejandra Matus hicieron que se desatara una investigación que terminó corroborando el mal manejo de las cifras y destituyendo al ministro de entonces. Conversamos con una figura clave del 2020 que se ha preocupado de ejercer el oficio del periodismo como este debería ser: honesto y comprometido con la ciudadanía.
Por Tamym
¿Cómo evalúas todo lo que ha pasado con la pandemia y la revuelta social a nivel país?
Yo creo que la pandemia ha desnudado a la sociedad chilena, le ha quitado todo su ropaje, todas sus pretensiones y nos ha permitido vernos como lo que somos, con todas nuestras miserias, dificultades, injusticias e inequidades. Digamos, están todas en juego en la cancha. No son un estudio de la CEPAL, es la carne viva de la desigualdad lo que estamos viendo. Yo creo que eso es un estímulo muy potente que refuerza precisamente las demandas que estaban detrás del estallido social. Y supongo que eso no va a desaparecer. Ojalá que tenga un cauce menos violento, porque la violencia la van a sufrir más los más vulnerables. Pero va a pasar, de todas maneras, eso es inevitable, o sea, no se puede sostener un sistema democrático con un gobierno en minoría, sencillamente no se puede.
El periodismo es libre o es una farsa, escribió Rodolfo Walsh. En este sentido y haciendo el link con lo que ocurrió con la prensa post estallido social, ¿tú crees que existe realmente libertad de prensa en Chile o los medios están siempre bajo la guillotina editorial de los gremios poderosos?
En Chile, efectivamente, hay una concentración de medios (de los medios establecidos) importantes en pocas manos. Es una concentración que es el espejo de la concentración de poder que hay en Chile. Un espejo de la sociedad que tenemos. O sea, si el poder económico y político está concentrado en unas pocas manos, es esperable que también el poder mediático esté concentrado en las mismas manos. Pero a diferencia de años anteriores (de los 90 por ejemplo), en donde era muy difícil publicar una información si no salía por un medio establecido, en las actuales circunstancias la proliferación de medios digitales, el abaratamiento de la tecnología, la posibilidad de transmitir (cualquier persona puede transmitir por Facebook o por Twitter) hacen posible que la información circule por otros canales. Además, se eliminaron a comienzos del 2000 las leyes que castigaban la difusión de información. Por lo tanto, si uno lo mira desde esa perspectiva, desde las libertades garantizadas, la libertad de expresión en Chile está garantizada. Lo que no hay es plata para sustentar medios de comunicación que puedan estar a la par en recursos, en equipos.
Vemos que no existe ninguno que esté a la par de los grandes medios.
No, ninguno. Y no hay porque esos medios tampoco están, digamos, muy sólidos. Eran más fuertes, vuelvo a repetir, en los 90. Ahora, por la revolución digital y esta crisis mundial que vivimos, los medios están en una crisis económica, pero quienes los sostienen lo hacen probablemente por una consideración más ideológica que comercial. Si los medios fueran un negocio ya los habrían cerrado hace rato. Pero como son poder simbólico se sostienen a pesar y más allá de la crisis económica. No obstante todas estas dificultades, yo creo que el periodismo va a sobrevivir a pesar de la crisis de los medios. Creo que ahora el periodismo tiene que encontrar otra manera de sobrevivir fuera de esos medios. Porque esos medios van a desaparecer, o se van a transformar en otra cosa. Como hemos visto, el ecosistema digital favorece la creación de súper gigantes como Google, Amazon, pero uno solo en su tipo, uno solo por territorio. Probablemente, en Chile será El Mercurio o será otro, pero va a existir un mega consorcio periodístico y muchos pequeñitos alrededor que se están recién descubriendo. Entonces, el periodismo en esas circunstancias tiene que preguntarse: ¿a qué árbol me voy a arrimar, cómo voy a sobrevivir en esta circunstancia? Pero todo esto tiene que ver con la distribución de poder en Chile. Con eso vuelvo al punto inicial; cuando el poder en Chile esté más y mejor distribuido es probable que otros sectores estén en mejores condiciones de financiar medios. Si se redistribuye el poder, se van a redistribuir los recursos y puede haber más iniciativas. Incluso algunas iniciativas apoyadas en el estado. Pero en el actual estado de cosas eso es muy difícil.
Post estallido social, los grandes medios tuvieron que cambiar su postura -que en un comienzo fue de ocultamiento de la información- y comenzar a reportear con mayor objetividad, tal y como la misma ciudadanía y otros medios más pequeños viralizaban en las redes. ¿Hay aquí un cambio de paradigma?
A eso mismo me refiero. Las grandes instituciones mediáticas están en crisis también, o sea, no tienen el poder que ostentaban en el pasado. Al final, son las audiencias, quienes determinan la salud de los medios, especialmente la televisión, que es muy sensible al rating. A diferencia de los diarios, que pueden sobrevivir escondiendo el número de diarios que venden o que los visitan, la televisión no. La televisión tiene ahí el marcador del people meter, ahí al segundo. Entonces, cuando los canales de televisión se alejan demasiado de los intereses políticos el rating es castigado, por eso los canales son más sensibles a abrir la pauta cuando ven un tema que estalló por fuera. Es muy difícil que ellos inicien la investigación, que ellos partan, que ellos tomen la iniciativa. Ellos recogen bola de nieve cuando esta ha crecido mucho.
¿Cuáles son los medios que tú rescatarías?
Hay muchos medios que se atreven, chicos, grandes, de todos tamaños. Se atreven en temas específicos, en temas que están a su alcance. Pero a mí me parece que el déficit en Chile no está tanto en la investigación periodística. Este tipo de periodismo existe en medios como Ciper, Interferencia, y otros. Y también por periodistas que realizan investigaciones y las publican en libros. Pero una investigación periodística siempre fría, siempre después de. Porque tienes que ir hacia atrás y buscar las causas, etc. Cuando empiezas a investigar tienes que buscar un tema que vaya a sobrevivir en el futuro. Entonces, eso deja afuera muchos temas que están ocurriendo en el presente que tú presumes que se van a agotar pronto. Lo que no hay o hay poco es la cobertura diaria, periodismo informativo clásico, simple, pero honesto. De contrarrestar las informaciones que vienen de fuentes oficiales con otras fuentes y tratar de acercarse a la verdad, aunque nunca lleguemos a ella. Pero tratar de acercarse a la verdad de lo que pasa y no a la verdad de los comunicados de prensa.
Entonces, ya no es un tema del periodismo en sí, sino que tiene que ver con otras cosas.
Tiene que ver con que el periodismo es un oficio que se ejerce en teoría, es una descripción normativa de qué hacer y cómo hacerlo. Pero el periodismo no existe en el aire, el periodismo se desarrolla en medios de comunicación y es mejor o peor según lo que pase en esa cadena de decisiones que se llaman editoriales. Por ejemplo, todos los medios tienden a respetar esa ley cuando se trata de cubrir algo donde no hay injerencia de poder o intereses corporativos. Por ejemplo: un accidente de tránsito. Ahí es habitual que los periodistas hagan lo que a uno le enseñan en las universidades, que es consultar a más de una fuente. Partiendo por ese principio básico. Consultar el parte policial pero también entrevistar a la gente que participó, a los testigos, sacar los datos de los fallecidos, etc. Y ahí todos juegan con las mismas reglas y, digamos, no hay problema. El problema empieza cuando en esa cobertura, en ese accidente, participó el hijo de un senador. Ahí se tuerce todo. Se empiezan a torcer los principios profesionales y comienzan a intervenir terceros en la realización de ese discurso periodístico. Eso es lo que pasa en Chile. No es que los medios no sepan. Y por eso insisto en este punto: lo que yo he hecho no es periodismo de investigación (aunque yo he hecho periodismo de investigación en el pasado, y digamos, he escrito libros). Lo que yo he hecho a través de mi Twitter es simple periodismo informativo. Es decir, yo no he llegado a la razón última, no he investigado en qué reunión, en qué café se dijo tal o cual cosa, sino que simplemente estoy mirando el resultado, el espejo de algo que puede estar pasando. Trabajo con lo que tengo. Trabajo con la realidad. Tengo un computador, tengo un teléfono y desde ahí aporto con lo que puedo, con el tiempo que puedo. El trabajo del periodismo informativo es mostrar las evidencias de lo que sucede día a día. Por qué pasó, bueno, eso ya lo veremos, pero es acceder a la información lo que los ciudadanos necesitan. Ese es el mejor servicio que el periodismo le puede ofrecer a las democracias. Es ese tipo de información; información de calidad, todos los días, para que los ciudadanos mismos puedan evaluar.
Por último, te quiero llevar a una pregunta más específica. Dado todo lo que ha pasado con la pandemia y el estallido, evidenciando todas las injusticias: ¿cómo sería un Libro Negro de la Justicia Chilena versión 2020?
Bueno yo ya escribí e hice ese ejercicio el 2016. Me parece que la justicia sigue siendo un tema importante y sigue siendo una justicia clasista. Hay más posibilidades que un inocente vaya preso si es pobre, y hay más posibilidad que un culpable salga libre si tiene plata, sobre todo si tiene capital social más que plata. Los narcotraficantes tienen plata, pero no tienen capital social. Entonces, a mí me parece que el tema ahora está en el diseño político de Chile. De este híper presidencialismo asfixiante y autoritario que impide el avance y cumplimiento de los anhelos de las mayorías; no de las minorías, sino de las mayorías. Creo que la noticia está ahí ahora, no necesariamente en el poder judicial. El poder judicial no se va a poder transformar ni podrá ser mejor mientras no haya un rediseño completo del tipo de sociedad en que estamos viviendo. De otra manera, siempre vas a chocar con las mismas paredes.