Noviembre 7, 2024

“Estallido” por Ninfa María

Para el estallido fue la primera vez que sentí urgencia. Me di cuenta de que estábamos en un momento vivo de la historia, era imperativo hacer algo. Pero, ¿qué? Pronto fui descubriendo que todas y todos nos sentíamos así, partícipes de lo que estaba pasando. Era el momento en el que todos los mensajes eran dignos de ser escuchados. Los oídos al fin aparecieron, resultó que siempre fueron los nuestros. En la calle se sentía la vibra feliz y libre de la gente, se veía en pancartas, se escuchaba en cantos y gritos. La gente estaba performeando, haciendo su propio arte en la marcha, estaban expresándose de una forma que realmente se sentía como una explosión de algo que llevaba mucho tiempo guardado. La marcha pasó de ser un evento aislado, se hizo permanente la necesidad de exigir nuestros derechos, en cientos de formas: títeres gigantes, intervenciones en los monumentos, performances callejeras, músicos en vivo y, por supuesto, poetas declamando a pulmón vivo, aunque lacrimogeneado. Eso último era lo de menos, el mensaje era más fuerte que la toxicidad del estado reprimiéndonos.

Recuerdo que luego de haber estado en la calle ese viernes 18 de octubre, Diego Amapola me dijo “hay que tener un megáfono”. Fue lo primero que hice al lunes siguiente, buscarlo entre el montón de locales en estación central, casi todos cerrados por miedo a los saqueos. Por suerte los chinos trabajan mucho, así que lo encontré. Esa fue nuestra primera herramienta de lucha, hacer crecer nuestra voz. Nos empezamos a autoconvocar con los poetas que conocíamos y que, a su vez, llamaron a más poetas, en diferentes puntos de Santiago: la Biblioteca Nacional, en caravana por el centro, en Plaza de Armas, Plaza Yungay, Parque Forestal y Plaza Dignidad. Hicimos una red real, nos empezamos a conocer en vivo, ya fuera de la red social. De estas instancias surgió después el Colectivx Piño Choroy, nos comprometimos con la causa y confiamos en la oralidad para hacerla presente en la ciudad. Así también, emergieron muchos otros colectivos, ya que la gente empezó a organizarse, ya sea en sus territorios o por intereses afines. Fue sobrecogedor sentir ese apañe, ese sumar palabras al torrente social que estaba desembocando en algo que, en ese entonces, aún no conocíamos. El tiempo ha demostrado que hay que seguir la intuición.

 

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