Por Sergio Muñoz
La fiesta de año nuevo ocurre en uno de los días más peculiares del año. Marcado como ese rito de paso colectivo, lleno de símbolos. El abrazo, los fuegos artificiales, la cena. Los rituales vinculados al futuro año. El brindis, las lentejas, las uvas, la vuelta a la cuadra, o al menos cruzar el umbral con la maleta en la mano, la ropa interior de color amarillo, etc.
Es un día particular que no ha estado ausente de la mirada de los poetas. Presentamos acercamientos de seis poetas al tema. Poemas escritos para la celebración de año nuevo. De diversos autores y tradiciones, tienen en común la mirada sobre el año que se va o sobre el año que llega.
- Issa Kobayassi (1763-1827) uno de los grandes maestros del haiku, esos pequeños atajos japoneses de 17 sílabas. Dedicó muchos de ellos al Año Nuevo, recibiéndolo con una mezcla de humildad y admiración. Presentamos 3 haikús de Issa:
Día de Año Nuevo…
¡Todo florece!
Yo me siento normal.
Aún así, aún así,
sumiso ante el Más Allá,
el fin de año.
Día de Año Nuevo.
Y aún estoy en este viaje
increíble.
- Rubén Darío (1867-1916)
Darío publicó el poema por primera vez en Buenos Aires en 1896, y luego, en 1901, en el libro Prosas profanas.
AÑO NUEVO
A las doce de la noche, por las puertas de la gloria
y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre,
sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria,
San Silvestre.
Más hermoso que un rey mago, lleva puesta la tiara,
de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión;
y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para
Salomón.
Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina,
y su capa raras piedras de una ilustre Visapur;
y colgada sobre el pecho resplandece la divina
Cruz del Sur.
Va el pontífice hacia Oriente; ¿va a encontrar el áureo barco
donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero?
Ya la aljaba de Diciembre se fue toda por el arco
del Arquero.
A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno
el inmenso Sagitario no se cansa de flechar;
le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno
y le cubre los riñones el vellón azul del mar.
Cada flecha que dispara, cada flecha es una hora;
doce aljabas cada año para él trae el rey Enero;
en la sombra se destaca la figura vencedora
del Arquero.
Al redor de la figura del gigante se oye el vuelo
misterioso y fugitivo de las almas que se van,
y el ruido con que pasa por la bóveda del cielo
con sus alas membranosas el murciélago Satán.
San Silvestre, bajo el palio de un zodíaco de virtudes,
del celeste Vaticano se detiene en los umbrales
mientras himnos y motetes canta un coro de laúdes
inmortales.
Reza el santo y pontifica y al mirar que viene el barco
donde en triunfo llega Enero,
ante Dios bendice al mundo y su brazo abarca el arco
y el Arquero.
- Julio Cortázar (1914-1984)
El poema está fechado el 31 de diciembre de 1951. Fue publicado en la edición definitiva de Salvo el crepúsculo (2013):
HAPPY NEW YEAR
Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestas tu mano en esta noche
de fin de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas. Entonces
la tramo en aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Así la tomo y la sostengo, como
sí de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.
- Sylvia Plath (1932-1963)
En el poema “Año Nuevo en Dartmoor”, Sylvia Plath ve con los ojos de su hija recién nacida. La niña, Frieda Hughes, nació en 1960, por lo que Sylvia debe referirse al año nuevo de 1961.
Año Nuevo en Dartmoor
En esto consiste la novedad: cada pequeño y ordinario
obstáculo envuelto en cristal, extraño,
centelleando y tintineando con falsete de santo. Pero tú
no sabes cómo interpretar este repentino terreno resbaladizo,
esta pendiente ciega, blanca, espantosa, inaccesible.
No hay manera de aprehenderlo con las palabras que conoces.
De llegar a él, ni en elefante, ni sobre ruedas, ni a pie.
Sólo hemos venido a mirar. Tú eres aún muy nueva
como para querer el mundo en un sombrero de cristal.
- Joseph Brodsky (1940-1996)
El poema lleva por título “1 de enero de 1965”. Obviamente está escrito todavía en la Unión Soviética. Brodsky salió el 4 de junio de 1972 rumbo a Viena.
1 de enero de 1965
Los Reyes Magos olvidarán tu nombre.
Sobre tu cabeza no brillará ninguna estrella.
Sólo persistirá un fatigoso sonido,
el ronco rumor del temporal.
Se proyectarán las sombras desde tus ojos cansados
al morir la solitaria vela junto a tu cama,
pues aquí el calendario sigue criando noches
hasta agotar las reservas de velas.
¿Qué provoca esta melancolía?
Una larga melodía familiar.
Vuelve a sonar. Pues adelante.
Que suene desde esta noche.
Que suene en la hora de mi muerte,
como agradecimiento de los ojos y los labios
por aquello que a veces nos empuja a alzar
la mirada a lo profundo del cielo.
Contemplas en silencio la pared.
Tu calcetín mira boquiabierto: no guarda ningún regalo.
Es evidente que eres ya demasiado viejo
para confiar en el bueno de San Nicolás;
que es ya tarde para milagros.
Pero de repente, al levantar los ojos
hacia la luz del cielo, te das cuenta:
tu vida es un puro regalo.
- Pablo Neruda (1904-1973)
El poema “Coral de año nuevo para la patria en tinieblas” fue publicado originalmente en calidad de folleto clandestino, bajo el sello de Ediciones Resistencia, en Santiago de Chile en 1948; con posterioridad, se convertirá en la decimotercera parte del Canto general (1950):
XVII
FELIZ AÑO PARA MI PATRIA EN TINIEBLAS
Feliz año, este año, para ti, para todos
los hombres, y las tierras, Araucanía amada.
Entre tú y mi existencia hay esta noche nueva
que nos separa, y bosques y ríos y caminos.
Pero hacia ti, pequeña patria mía,
como un caballo oscuro mi corazón galopa:
entro por sus desiertos de pura geografía,
paso los valles verdes donde la uva acumula
sus verdes alcoholes, el mar de sus racimos.
Entro en tus pueblos de jardín cerrado,
blancos como camelias en el agrio
olor de tus bodegas, y penetro
como un madero al agua de los ríos que tiemblan
trepidando y cantando con labios desbordados.
Recuerdo, en los caminos, tal vez en este tiempo,
o más bien en otoño, sobre las casas dejan
las mazorcas doradas del maíz a secarse,
y cuántas veces fui como un niño arrobado
viendo el oro en los techos de los pobres.
Te abrazo, debo ahora
retornar a mi sitio escondido. Te abrazo
sin conocerte: dime quién eres, reconoces
mi voz en el coro de lo que está naciendo?
Entre todas las cosas que te rodean, oyes
mi voz, no sientes cómo te rodea mi acento
emanado como agua natural de la tierra?
Soy yo que abrazo toda la superficie dulce,
la cintura florida de mi patria y te llamo
para que hablemos cuando se apague la alegría
y entregarte esta hora como una flor cerrada.
Feliz año nuevo para mi patria en tinieblas.
Vamos juntos, está el mundo coronado de trigo,
el alto cielo corre deslizando y rompiendo
sus altas piedras puras contra la noche; apenas
se ha llenado la nueva copa con un minuto
que ha de juntarse al río del tiempo que nos lleva.
Este tiempo, esta copa, esta tierra son tuyos:
conquístalos y escucha cómo nace la aurora.