Noviembre 21, 2024

“Hay que crear porque en ese simple hecho estamos amando” Entrevista a Claudia Vaca

 

Por Ernesto González Barnert

 

 

Claudia Vaca es Filóloga, investigadora en Educación, Cultura y Política. Ha publicado en los géneros de poesía, narrativa, ensayo. Los poemarios: Versos de agua (2008, primera edición con Editorial El País, y segunda edición con Editorial Botella al Mar, Uruguay, 2009), Como vuelan las mariposas (2013, Grupo editorial La Hoguera, Bolivia), Incendio en el agua (Editorial 3600, Bolivia), Pasaporte (2019, Editorial Andesgaund, Chile), Pasaporte de un eLector: poemario para escribir (2019). La Novela Diálogos del silencio (Grupo editorial La Hoguera, 2017). El ensayo académico El libro es un territorio y el lector un habitante (Ediciones UAH-Chile y Museo de Historia UAGRM, 2019). El manual didáctico para educadores y gestores socioculturales Profes fuera de la caja en co autoría con Daniela Bolívar, Pablo Carbone y Valentina Bacherer (Grupo editorial La Hoguera, 2019), el manual pedagógico Idioma de la Conciencia: lectura y meditación en co autoría con Veranika Lis (2020). El 2021 publicará su próxima novela titulada Choboreca: el grito del viento.

Actualmente es docente de Género lírico en la carrera de Pedagogía en educación media en Lenguaje, literatura y Comunicación, en la en la Universidad Católica de la Santísima Concepción-UCSC, en Chile. Allí mismo es doctoranda en Educación intercultural, con su investigación la memoria y tradición oral de la ecorregión Chiquitana de Bolivia, desde los procesos de intermediación tecnológica en profesores de las diferentes variantes lingüísticas del idioma Bésiro-Chiquitano, como enfoques didácticos, para la generación de diccionarios semánticos interculturales, con énfasis en el valor de las identidades lingüísticas, para el resguardo y divulgación del patrimonio cultural inmaterial.

Desde el 2019 es miembro correspondiente de la Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil (ABLIJ) y fundadora del Colectivo LEE: de animación a la lectura, literatura intercultural y la ciudadanía digital, junto a la poeta Jéssica Freudenthal.

Su obra literaria y académica está en diferentes antologías de América. Ha participado en distintos eventos académicos culturales, desde Coloquios, Congresos, Encuentros, Festivales internacionales de poesía en Santa Cruz de la sierra, Buenos Aires, Montevideo, Valparaíso, Concepción y Santiago de Chile, así mismo en congresos de literatura, lectura y educación intercultural en Buenos Aires (Argentina), Montevideo (Uruguay), Sao Paulo (Brasil), Santiago de Chile. Es columnista en diarios de Bolivia El Deber, Los Tiempos, El Mostrador de Chile.

Datos de referencia y acceso a algunas de sus obras en formato libro y audiovisual: Sitio web: www.claudiavaca.org; Audiopoesía de ClaudiaVaca en https://soundcloud.com/claudia-vaca-1; Canal de youtube: Conferencias, entrevistas: https://www.youtube.com/watch?v=Q_n7JnL9aus&t=246s; Arte y literatura: http://lp5.cl/?p=1231

 

 

  

 

¿Cómo vives la pandemia en Bolivia con un pie en Chile?

 

Voy a desplegar un breve análisis en relación a esta pregunta. Desde Concepción de Chile he vivido la pandemia en Bolivia, porque toda mi familia está allá, mi madre, mis hermanos, mis sobrinos, tías abuelas, amistades entrañables, han sido momentos de frustración por no poder colaborar como uno quisiera, a nivel material, puesto que la docencia y la investigación en América Latina, no están del todo monetarizadas en relación al costo de vida en Chile y a las necesidades de nuestras familias en países vecinos, las diferencias monetarias y devaluaciones, los recortes para investigación que antes llegaban de Europa, ha mermado a nivel institucional. De no ser por la solidaridad de mi profesora de Educación intercultural de Holanda, y acciones colaborativas internas en la Universidad, esta crisis hubiera calado más hondo y no estaría respondiendo esta entrevista.

En Bolivia, ya desde el 2019 los buitres de la política comían los cadáveres de nuestros muertos, entre ellos amistades y seres queridos, la depredación del río, del monte, etc. en la ecorregión Chiquitana de Bolivia, duelo tras duelo ha sido. Este 2020, fue todavía más crudo, porque el sistema de salud y la crisis político-social complejizó más el acceso regular y digno a servicios básicos de salud en Bolivia. El 72% de las familias de Bolivia no tienen empleos con seguro de salud, ni salarios, son comercio informal, ventas diarias, según el último informe de la OIT (Julio, 2020), y sobre todo según la realidad del 80% de mis amistades y familiares que viven del trabajo diario, no tienen empleos con sueldo fijo, hay una precarización laboral, que no es de ayer, ni del covid19, con la que se batalla desde los últimos 20 años, por no decir, desde que nacimos, y esta pandemia visibilizó esas batallas, visibilizó las muertes en las trincheras hospitalarias, en los hogares. Llegó un momento en el cual ni quedarte en tu casa te salvó.

Antes de la pandemia, hacías una kermesse solidaria, juntabas amigos, leías Poesía en la Calleja, amigas artistas como Roxana Hartmann o Alejandra Barbery subastaban sus obras, los amigos con más recursos compraban las obras, otros cantaban, etc. con eso y más juntabas para salvar la crisis de salud de algún familiar, amigo, amiga, esa es una forma de solidaridad y cultura en Bolivia, sobre todo en Santa Cruz de la Sierra, los amigos con más recursos siempre están ahí para apoyar, pero con el covid19, hasta sus economías se ha visto afectadas y hubo recortes laborales en varias instituciones culturales y educativas, públicas y privadas, lo cual se agudizó con dos decisiones nefastas del gobierno: la clausura del año escolar desde el Ministerio de Educación, que dio cuenta del problema grande del centralismo educativo a nivel administrativo y cultural, y a la vez el cierre del Ministerio de Culturas, que dio lugar al abandono de instituciones que resguardan patrimonio cultural, porque se generaron acefalias temporales, y se dispersaron las responsabilidades, aunque cuando existía este, también se pasaban responsabilidades entre uno y otro ministerio, y al final no resolvían agendas pendientes desde el 2013. En pocas palabras: ¡se mandaron una reverenda lavada de manos en los distintos niveles de gobierno!

La matriz de desarrollo económico y social en la cual vivimos gasta los huesos, gasta los pulmones, gasta la vista, gasta todo. El estrés por desempleo e incertidumbre diaria en la cual viven los bolivianos y la gran mayoría de los latinoamericanos, es el pan de cada día, y esto no es normal, no podemos permitir volver a esta normalidad, porque los recursos están ahí, para todos, una posible salida, es actualizar los sistemas administrativos en los distintos niveles de gobierno de América Latina, aumentar el control social y hacer que funcionen los avances legislativos en autonomías y descentralización, en interculturalidad (que datan desde 1990), debemos lograr y hacer que funcionen para el pueblo, para el habitante de cada rincón de nuestro vasto y rico continente, a esa normalidad debemos apuntar.

La pandemia caló la médula de la crisis en la cual viven nuestros países, hizo visible lo que está aquí desde hace más de 30 años, las brechas socioeconómicas, los abusos a la niñez en cada hogar, la violencia intrafamiliar, son realidades que en esta pandemia se hicieron más visibles.

A todo esto y más, la resiliencia nos ha permitido seguir adelante, aprendiendo de cada adversidad, conociéndonos más como especie humana y con otras especies, entendiendo que somos simples mamíferos con un par de habilidades cognitivas y creativas. En mi experiencia positiva de este tiempo, como siempre: el arte y el respeto a la vida se han vuelto más importantes, hemos ampliado la mirada hacia el desarrollo más atento y consiente de nuestro ser, y el de nuestros seres queridos, hemos conversado con más sensatez y honestidad entre unos y otros, hemos recuperado nuestra capacidad creativa, de autorreflexión y facilidad para amarnos, así podemos seguir nadando junto a vivos y muertos, en este río de la vida.

 

¿Qué le recordarías a los nuevos poetas? ¿Qué fue lo que te llevo crees tú a ser reconocida por sobre tus pares?

 

Que disfrute de las pendejitudes y bondaditudes de este camino, de los encuentros, reencuentros, desencuentros. Les recordaría que nos leamos unos a otros, que apreciemos y respetemos los tiempos para crear y para compartir que cada uno tiene, que conserven su autenticidad y no se dejen tumbar por ningún viento tangencial con aires de ortopedista lírico. Hay que crear por el simple hecho de saber que en ese acto creativo estamos amando, estamos dejando un rastro de nuestro paso por el mundo y eso vale, vale mucho, aunque la cadena axiológica de los últimos tres siglos, no lo considere así, sabemos que eso cambiará, porque estamos forjando ese cambio.

 

Lo que me llevo, creo yo, a ser reconocida por sobre mis pares, y por ellos, es respirarnos, en el sentido más poético y literal de esta palabra. También en leerlos, conversarnos, desde la sencillez y desde mi ser yo misma, para mí siempre fue vital SER antes que Parecer o Aparecer; tanto en mi escritura como en mi modo de leer, de mirarlos y admirarlos desde sus textos (entiéndase texto desde la perspectiva de Teun Van Dijk). Me gusta conversar sobre lo que creamos, porque finalmente en el acto poÉtico de cada día está nuestra esencia, nuestros poros abiertos para respirar, inhalar la creación de otros y exhalar la transformación de nuestra propia creación, es decir de: respirarnos. Y también ello desemboca en creaciones colectivas, con otros poetas, con pintores, músicos, o con colegas, lo cual en mis publicaciones está muy presente.

Por ejemplo, este año, hemos iniciado la escritura de un libro de prosa poética, a dúo, es un camino de escritura con mi director de investigación doctoral, el Dr. Marcelo Careaga, y es un proceso maravilloso, donde confluye la vena de escritor con la vena del lector que ambos tenemos, es como escritura por correspondencia online, desde la sensibilidad de cada uno, sin tiempos, ni presiones, desde lo que la pandemia nos hace brotar. Empezó como un ejercicio casi terapéutico y de acompañamiento humano que él me daba, y luego se volvió disfrute, tanto que vamos por 100 páginas, se publicará al año. Este ejercido de provocar creaciones dialógicas, también lo puse en marcha con mis estudiantes de Género Lírico, ha sido motivante mirarlos crear sus interpelaciones líricas, sus interpretaciones poéticas en obras clásicas del siglo de Oro, o también en otras contemporáneas de poesía experimental, desde su propio lenguaje, con sus propios códigos y el tiempo que les toca vivir.

 

¿Cuáles son algunas de las grandes directrices de la escena boliviana en estos días a nivel conceptual, si existen a tu juicio?

 

Me parece arriesgado decirlo, porque hay todo un ensayo y trabajo de investigación realizado en torno a ello, pero lo haré brevemente aquí. Considero que está latente la redefinición de los roles de género y de diversidad cultural, que finalmente tienen que ver con las identidades, un tema viejo siempre nuevo en el arte y la vida.

En este tiempo se han posicionado estos aspectos en las agendas creativas y de diálogos, se superó la politización de estos temas, que son los temazos del siglo XXI, que a finales del siglo XX se posicionaron a nivel legislativo, pero están pendientes en las agendas educativas y culturales y en diálogo ontológico-artístico.

También hay una reconceptualización de estilos pictóricos a nivel de estética de arte y posibilidades filosóficas, políticas, que desde estas estéticas y encuentros identitarios se están generando, por ejemplo: los trabajos de Roxana Hartmann y María Zanutti que son una muestra del camino reflexivo desde la palabra con la pintura, desde la palabra devuelta a su origen: la imagen, lo visual. Hay una conciencia estética filosófica y política que va más allá de lo técnico, que nos adentra en la exploración casi religiosa de la vida, entiéndase religioso desde su sentido etimológico: el religare, el conectar con el ser, con el espíritu humano. Las obras de Hartmann y Zanutti provocan ese giro teleológico y ontológico cuando una se detiene a mirarlas por largo tiempo, abren canales creativos.

Por otra parte, están los murales del colectivo Arterias Urbanas y la muralista Renate Hollweg, que intervienen la ciudad para dejar una huella de la selva que ha sido carcomida por el cemento, estos murales expresan lo que Hegel llamará Ser, construir habitar, que se les olvidó a los niveles de administración pública en relación a la estética de la ciudad y los artistas de los murales intentan posicionar, el desafío para ellos es enorme, en una ciudad, donde todavía no es un valor la apreciación a la belleza y estética de la ciudad, donde se bota la basura por la ventana del bus, donde se repinta un grafitti sobre un mural que tomó semanas elaborar, donde se cuestiona la creatividad y se la asocia con “personalidad conflictiva”, cuando en realidad el conflicto es fricción creativa, tensión reveladora.

Así mismo está el trabajo de la artista Ejti Stih, quien desde su estilo figurativo nos ha mostrado la identidad y las interpelaciones político-sociales, con humor, generando posibilidades de diálogo sobre lo que somos y nos avergüenza a veces, como latinoamericanos, como bolivianos, la obra de Stih es de gran valor para conocer las identidades culturales, políticas y religiosas de la sociedad boliviana y en especial de la cruceña.

Está también la vasta del Profesor Tito Kuramoto, la cual sigue vigente, porque hay mucha influencia de la naturaleza en ella, la del siglo XX, y eso lo heredó a sus estudiantes, quienes con su propio estilo y técnicas han consolidado su camino como artistas, entre ellos Adolfo Torrico, que ha posicionado una temática identitaria auténtica desde su propia estética artística y filosófica, hay una narrativa casi lírica en la obra de Adolfo, que trasciende la naturaleza humana y vegetal, para adentrarse en las partículas de universos identitarios que no se habían visto en otras obras alusivas a la selva, al monte.

Otro factor, es la autogestión, una constante en la creación y producción artístico-cultural de Bolivia, ello tiene sus ventajas a nivel de libertades creativas, y sus desventajas a nivel de sostenibilidad y fuerza que exige mantener el despliegue creativo a flote y de manera constante, lo cual lo logran, en especial los artistas del teatro, de la música, que tienen vocación de trabajar en equipo, han realizado tremendas hazañas creativas que bien pueden conformar el entramado histórico del arte del siglo XXI en los libros sobre historia del arte.

Están también las indagaciones líricas del colectivo Lengua de Urucú, así mismo el trabajo de gestión del movimiento Agenda Cultural Resiliencia, o el trabajo de larga data de la red Telartes, en relación a derechos políticos culturales. Estas instancias cuestionan roles de poder en la gestión cultural y la administración de la cultura en general, son colectivos de gestión cultural y de artistas vitales para control social y fiscalización de nuestros servicios culturales, la solución de los vacíos jurídicos persistentes en el sistema legislativo cultural de Bolivia. Estos colectivos son vitales para la vida en democracia, son actores interpreladores, transformadores de la realidad social, histórica, y si se mantienen organizados, fuertes, perseverantes, lograrán trasnformar la precariedad económica en la que viven los artistas y gestores culturales de Bolivia. Estos actores culturales son vitales para que algo cambie, tarde o temprano, no todos en la cultura y el arte están para complacer y ser aplaudidos, también es necesario ser conciente de estos roles que uno va asumiendo en determinados colectivos, y etapas de la vida, para reciclar procesos y actores, y no desgastar artistas ni dispersar fuerzas.

Finalmente decir, que también se redefinen las formas de convocatoria y de participación, ya que los propios protocolos y la represión económica descrita al inicio de la entrevista, que es tan heavy como la represión policial, han empujado a una multiplicidad de eventos a discreción por no llamarlos clandestinos.

 

 

¿Qué poema tuyo leerías en una sala de clases?

 

El poema: La noche que no me suicidé.

Porque es un viaje hacia obras literarias y de artes visuales, que me salvaron la vida.

 

¿Qué libros, arte, música le estás hincando el diente esta temporada?

 

Montón, la verdad que el tiempo que una se ahorra en transportarse de un lugar a otro, ahora que se trabaja desde casa, ha sido bien aprovechado, en mi caso, trabajar a full desde casa, me permitió disfrutar de mi propia atmósfera creativa junto a mi amor Veranika Lis.

En música: el ensamble de Moxos, Bolivia. Me gusta el guitarrista Estas Tonne, su estilo meditativo. Me encanta el disco Aires indios de Piraí Vaca, la interpretación que hace de Alma cruceña es mi preferida. Ciudad errante de Animal de ciudad. También Natalia Lafourcade, Chavela Vargas, Chabuca Granda, Glays Moreno. Y puedo escuchar por mucho tiempo la interpretación que hace Raúl Di Blasio de Corazón de niño.

En libros: Ofrenda lírica de Rabindranath Tagore, lo estoy releyendo. La luz de esta memoria de la poeta Ida Vitale. El mismo mar del escritor Amos Oz, lo he vuelto a releer, su prosa me atrapa. Gracias a mi amigo Chema, conocí el ensayo El Infinito en un junco de Irene Vallejo y la novela Días sin ti de Elvira Sastre.

Estoy releyendo Lumbre de ciervos y fábulas de una caída de la poeta Emma Villazón, Plexo solar de Adriana Lanza, Demo de Jéssica Freudenthal, Recetario Amazónico de Dios de Nicomedes Suárez, Inventario Nocturno de Homero Carvalho, Crónicas de fondo de Alfonso Cortez. También estoy releyendo libros de Botánica, explorando con plantas y mucho sobre los avances científicos en Inmunoterapia, para ahondar en mis propios procesos biológicos y su relación con el alma.

La desembocadura de mi vida actual es bellísima y jodida a la vez, pase lo que pase, esté donde esté, entre sanarme de un asunto pendiente con el cuerpo, y atender mis pensamientos, crear a cada instante desde distintos estados anímicos, llamados “el trabajo diario”, leo y releo sobre estudios de memoria y tradición oral, a nivel literario y de investigaciones, entre algunos libros que me han tocado el alma están: El despertar del jichi mitos y leyendas, una edición bilingüe del Instituto de Lengua y Cultura Chiquitana. Historia del Oriente Boliviano, ensayos de la historiadora Paula Peña, mitos y leyendas de Liliana De la Quintana, también me encanta la literatura infantil de Mariana Ruíz, Laura Devetach. La memoria oral mapuche, recogida en las investigaciones de cantos de familias de Gabriel Pozo y Margarita Canio, también Mitos y leyendas del mundo de Robert R. Potter y H. Alan Robinson, con contribuciones de Magdalena Martínez Carreño. He vuelto a releer De la Gramatología de Derrida, Tecnología de la palabra y estudios de oralidad de Walter Ong. Todo influyen y confluye en mi camino poÉtico.

 

¿Un verso o frase llevas como un mantra dentro de ti en estos días aciagos?

Sé como el sándalo que perfuma el hacha que lo hiere.

Tagore es uno de mis imprescindibles en la vida.

 

¿Cómo resumirías tu arte poética?

 

PoÉtica: sencilla, incendiaria y acuífera al unísono. Me gusta explorar las repeticiones figurativas y semánticas, generar giros sobre una misma palabra o combinar elementos sintácticos entre una lengua y otra, es como ensayar pensamientos, repasar experiencias en sobre la lengua para transfigurarla, hasta que desaparezca o surja algo que es y no, es más. Como la imagen del agua golpeando en la piedra, una y otra vez, así es mi arte poética.

 

¿Qué poetas o escritores nos recomiendas leer de Bolivia, clásicos, actuales?

 

Son tantos, mencionaré algunos, citaré a escritores, que son fundamentales para acercarse a la vasta literatura boliviana, tanto de poesía, narrativa, como ensayística de ayer y hoy.

 

Clásicos: Alfredo Flores, Raúl Otero Reiche, Hilda Mundy, Adela Zamudio, Yolanda Bedregal, Alcides Arguedas, Franz Tamayo, Fausto Reinaga, Oscar Alfaro, Nataniel Aguirre, Ricardo Jaimes Freyre, Augusto Céspedes, Guillermo Lora, Gabriel René Moreno, Luis H. Antezana, Bartolomé Arzáns de Orzúa y Vela, Blanca Wiethüchter, René Zavaleta Mercado, Isabel Muñoz-Reyes.

 

Actuales: Emma Villazón, Roger Otero, Darwin Pinto, Giovana Rivero, Humberto Quino, José Andrés Sánchez, Adriana Lanza, Alfonso Cortez, Gabriel Chávez, Camila Urioste, Oscar Puky Guitiérrez, Anuar Elías, Edgar Lora, Homero Carvalho, Gonzalo Lema, Gary Daher, Jéssica Freudenthal, Lucía Carvalho, Valeria Sandi, Virginia Ayllón, Alejandra Barbery, Pablo Carbone, Patricia Gutiérrez, Liliana De la Quintana, Sarita Mansilla, Alcides Parejas Moreno, Paula Peña, H.C.F. Mansilla.

 

 

¿Un libro que nunca has podido terminar de leer?

Montones, algunos esperan su momento.

 

¿Un libro que te hubiese encantado escribir?

Los miserables.

 

¿Qué viene a tu mente cuando piensas en “poesía chilena”?

Gabriela Mistral, Gonzalo Rojas, Pablo Neruda, Cecilia Vicuña, Elicura Chihuailaf, Soledad Fariña, Violeta Parra, Carmen Berenguer, Verónica Zondek y los movimientos poéticos que abundan en distintas latitudes del confín del mundo.

 

¿Cómo ha sido tu relación con la obra nerudiana?

Iniciática e histórico-política, porque me acercó a la realidad social de Chile y las relaciones de poder instaladas, cuestionadas, tanto en su obra literaria como su carrera diplomática. Tal vez el hecho de haberlo profundizado en mi tiempo de estudiante de Filología y Relaciones Internacionales a la vez, generó esa doble entrada, en su estética literaria y su obra diplomática. Canto general es el más significativo para mí, y el que más he disfrutado.

 

¿A qué le temes?

A no poder respirar más, a que me falte el aliento para decir todo lo que quiero y tengo para decir en la escritura y en la oralidad.

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