Septiembre 22, 2024

Valparaíso: Consideraciones finales y Cristales rotos

Consideraciones finales

 

Vámonos a Valparaíso, al insólito puerto sin puertas, a la puerta de los anchos mares! Valparaíso es mínimo y universal, sórdido y glorioso: Valparaíso oscuro arde en la arena del Pacífico como una ascua fría, como una estrella de mil puntas. Valparaíso me usurpó, me sometió a su dominio, a su disparate: porque Valparaíso es un montón, es un racimo de casas locas, es un pájaro que cae sobre tu cabeza, es un niño pobre entre los fierros viejos, es una mujer agobiada, es una distancia, una pareja, una cama. Valparaíso es una escalera y tres cebollas, otra escalera que conduce a las nubes, y otra que nos invita a las vidas ajenas, a la intimidad escurridiza que nunca alcanzaremos a compartir sino con los escalones pisados por un millón de pies que pasaron enfundándose en las sábanas del día domingo, cuando todo corre escalas arriba, hacia los cerros, hacia las familias numerosas, hacia la pobreza de arriba, pobreza orgullosa y férrea templada en todos los combates de tierra y mar. (fragmento)

 

Pablo Neruda, Obras completas, Círculo de Lectores & Galaxia Gutenberg, Barcelona, 1999 – 2002, Tomo V, págs. 384 a 390. Texto manuscrito por Neruda. Reproducción facsimilar y fragmentada a lo largo del volumen Geografía de Pablo Neruda, Barcelona, Editora Aymá, 1973, formato 30 x 26 cm, encuadernado, contiene fotografías de Sara Facio y Alicia D’Amico, y las glosas autógrafas del poeta.

 

 

 

 

Cristales rotos

 

Hace tres días volví a entrar, después de una larga ausencia, a mi casa de Valparaíso. Grandes grietas herían las paredes. Los cristales hechos añicos formaban un doloroso tapiz sobre el piso de las habitaciones. Los relojes, también desde el suelo, marcaban tercamente la hora del terremoto. Cuántas cosas bellas que ahora Matilde barría con una escoba; cuántos objetos raros que la sacudida de la tierra transformó en basura.

Debemos limpiar, ordenar y comenzar de nuevo. Cuesta encontrar el papel en medio del desbarajuste; y luego es difícil hallar los pensamientos.

Mis últimos trabajos fueron una traducción de Romeo y Julieta y un largo poema de amor en ritmos anticuados, poema que quedó inconcluso.

Vamos, poema de amor, levántate de entre los vidrios rotos, que ha llegado la hora de cantar.

Ayúdame, poema de amor, a restablecer la integridad, a cantar sobre el dolor.

Es verdad que el mundo no se limpia de guerra, no se lava de sangre, no se corrige del odio. Es verdad.

Pero es igualmente verdad que nos acercamos a una evidencia: los violentos se reflejan en el espejo del mundo y su rostro no es hermoso ni para ellos mismos.

Y sigo creyendo en la posibilidad del amor. Tengo la certidumbre del entendimiento entre los seres humanos, logrado sobre los dolores, sobre la sangre y sobre los cristales quebrados.

 

 

 

Pablo Neruda, Obras completas, Círculo de Lectores & Galaxia Gutenberg, Barcelona, 1999 – 2002, Tomo V, pág. 702.

 

 

 

 

 

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