Noviembre 7, 2024

Neruda y Valparaíso (1990 a 2020): Historia de la Casa-Museo La Sebastiana

 

 

En junio de 1990, comienzan los trámites para la rehabilitación de la casa y su apertura al público. La primera restauración de La Sebastiana, se realizó tras la compra que la Fundación Pablo Neruda hiciera de la casa de Francisco Velasco y Marie Martner, quienes fueron copropietarios de La Sebastiana, junto a Pablo Neruda, ocupando los dos primeros pisos de la casa hacia el sector norte.

 

Dicha reparación se hizo posible gracias a un aporte que hiciera la Telefónica de España, que contribuyó a preservar parte del legado nerudiano.

El acto de inauguración se efectuó el 12 de diciembre de 1991. Hablaron en aquella ocasión el ministro de Educación Ricardo Lagos Escobar, el vicepresidente de la Fundación Pablo Neruda, Flavián Levine, el intendente de la Región de Valparaíso, Juan Andueza, y el presidente de la Telefónica de España, Cándido Velásquez-Gaztelu, quien en su discurso expresó:

 

La aportación realizada por Telefónica de España es esencialmente un doble reconocimiento: En primer lugar al significado de la figura y la obra de uno de los grandes poetas de lengua hispana de la generación del 27. Amigo de Miguel Hernández, de Bergamín, de Gómez de la Serna, de Cernuda, de Altolaguirre, Aleixandre, el autor de Canto General llevaba a España en el corazón, como tituló uno de sus más conmovedores poemas… El segundo reconocimiento es a la labor que la Fundación Pablo Neruda ha realizado y realiza para preservar nítida y viva la gigantesca obra y figura del poeta… Es un honor para Telefónica de España el que se nos haya permitido ser partícipes de este proyecto cultural que honra la memoria de una de las figuras más altas de la poesía –y no sólo de nuestra lengua– y de un gran hombre. 

 

 

Entre 1990 y 1991, se realizan los primeros inventarios de los objetos existentes en la casa. La primera administración estuvo a cargo de Miriam Cox Balmaceda (noviembre de 1991 a febrero de 1992), quien trabajó en el inventario de los objetos y en la recopilación de la información. Desde aquel instante, juegan un papel de enorme relevancia, dos mujeres que van a apoyar el trabajo de Miriam Cox y de la administración siguiente, como son Carmen Guzmán de Andueza, esposa del intendente Regional de la época, Juan Andueza, y Marilú Villanueva.

La Casa-Museo La Sebastiana fue abierta al público el 1º de enero de 1992, y desde ese momento, ha tenido tres directores en su historia: Miriam Cox Balmaceda; Elisa Figueroa Cox, antropóloga titulada en la Universidad de Chile, quien dirigió La Sebastiana entre 1992 y 2010. Y Jaime Pinos Fuentes, licenciado en literatura por la Universidad de Chile, poeta y editor, desde el 2010 a la actualidad.

En la época de su apertura, el acceso a la Casa-Museo se encontraba por el pasaje Collado, por donde el propio Neruda accedía a La Sebastiana originalmente.

 

Durante 1992, empezó a funcionar la sala de video, ubicada en el segundo piso de la casa, en el dormitorio del matrimonio Velasco Martner. Y en 1993, se inauguró la Sala Nemesio Antúnez, con una exposición de serigrafías del propio Nemesio Antúnez y con parte de las cosas que estaban guardadas en la cocina de la casa.

A un costado de la casa-museo, se encuentra una pequeña pieza de piedra y madera que originalmente correspondía al límite de la casa, y donde se ubicaba el Taller de Marie Martner, quien era muralista y vitralista. En esa habitación han estado ubicados en diferentes épocas de la casa-museo, el café y la sala de ventas. También es posible apreciar el piso de piedras del jardín realizado por la propia Marie Martner.

El 11 de febrero de 1994, se inauguró la plaza La Sebastiana, cambiando de esta manera el acceso a la casa-museo. El terreno fue cedido en comodato por el Ministerio de Bienes Nacionales, y vino a solucionar un problema práctico derivado de la estrechez del pasaje Collado como acceso único a La Sebastiana. En aquella oportunidad, el presidente de la República, Patricio Aylwin Azócar, plantó una araucaria que se encuentra todavía frente a la actual sala de ventas y salas de los talleres.

 

Durante 1994, Entre septiembre y diciembre de 1994, se desarrolló –en la sala de video– el primer Taller de Poesía de La Sebastiana, dirigido por los poetas Sergio Muñoz y Pedro Antonio Araya, ambos becarios de la Fundación Pablo Neruda durante ese año. El taller estaba dirigido a estudiantes de enseñanza media que quisieran ampliar sus conocimientos sobre la creación poética. Desde entonces, y de manera ininterrumpida, ha funcionado el Taller de Poesía, que año a año, recibe a alrededor de 10 jóvenes de hasta 30 años, que integran el taller desde abril a diciembre, realizando sesiones semanales de trabajo y varias lecturas públicas durante el año. Como monitores del Taller de Poesía de La Sebastiana en estos 26 años, han participado los poetas Pedro Araya, Marcelo Pellegrini, Ismael Gavilán y Sergio Muñoz. Y como integrantes, han participado más de 250 jóvenes poetas.

También durante 1994, la Fundación Pablo Neruda efectuó un concurso destinado a artistas visuales, denominado Un banco, un juego, un regalo para Neruda, con el propósito de ocupar el espacio físico de la plaza La Sebastiana con bancos y juegos que resultaran atractivos para los visitantes, que estuvieran basados en los gustos, vida y obra de Neruda, y que de alguna manera reflejara el espíritu lúdico del poeta. De esta forma, se premiaron y se construyeron físicamente los tres primeros lugares de los bancos, y el primer lugar de los juegos, siendo ubicados y construidos en los diferentes niveles de la plaza La Sebastiana. La construcción de los bancos y del juego fue posible gracias al aporte de la propia Fundación Pablo Neruda, la Corporación de Arte, Cultura y Turismo de Valparaíso, la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso y el constructor Luis Romero. Los ganadores fueron: En los bancos: Primer lugar, Pilar Domínguez; segundo lugar, Catalina Gatica y tercer lugar, Carlos Carvajal. En el juego: Primer lugar, Marcelo Orellana.

 

Durante 1995, Telefónica de España ayudó nuevamente a hacer realidad la aspiración del poeta y de la Fundación Neruda, con un nuevo aporte cultural, educacional y turístico en un lugar que ha llegado a convertirse en una de las principales atracciones de Valparaíso. Ante la falta de un espacio apropiado que permitiera la realización de actividades culturales, se crea el Centro Cultural La Sebastiana. El 3 de noviembre de 1995, se celebraron sus tijerales.

Tanto la Sala Múltiple como la sala del Taller de Poesía comenzaron a ser ocupadas desde 1996 en adelante. Desde entonces, en la Sala Múltiple del Centro Cultural La Sebastiana, se han realizado innumerables exposiciones individuales y colectivas. Así como recitales de poesía y música, conferencias, mesas redondas y diversos ciclos de conversaciones relacionados con la cultura.

En marzo de 1998, se crea el Taller de Vitrales, a cargo de Pilar Argandoña, quien fuera alumna de la artista Marie Martner, amiga y vecina de Neruda, especialista en el trabajo de vitrales y piedras.

 

 

En el 2004, la Fundación Neruda adquirió la casa ubicada al costado de La Sebastiana: pasaje Collado Nº 2, con la intención de habilitar allí un lugar que permitiera enriquecer la visita a esta casa-museo y a la ciudad de Valparaíso.

Para remodelar la propiedad y dejarla apta para su nuevo objetivo, el Directorio de la Fundación Pablo Neruda decidió postular con esta idea a Fundación Andes. En dicho proyecto se planteaba ampliar el Centro Cultural La Sebastiana, habilitando en la nueva propiedad un centro de información turística y cultural y una biblioteca de poesía chilena. La obra se concretó con aportes propios y de Fundación Andes durante 2005 y 2006.

Durante 2007, comenzaron los trabajos de remodelación y ampliación del sector de los talleres del Centro Cultural. De esta manera, se cuenta actualmente con un espacio más amplio para el funcionamiento de la tienda, mientras que la sala del taller de poesía se ubica en el segundo piso.

En julio de 2010, se inauguró la Biblioteca de Poesía Chilena Pablo Neruda, en la conmemoración del 106° aniversario del natalicio del poeta y del bicentenario del país, poniendo a disposición de la comunidad de la Quinta Región, su catálogo, e invitando a las personas interesadas en inscribirse como socios, lo que les permitirá leer en sala, o llevar libros a domicilio. Gracias a un convenio entre la Fundación Pablo Neruda y la Universidad de Valparaíso, la carrera Gestión en Turismo y Cultura de esa universidad, administró el Centro de Información Turística hasta el año 2015, en que se privilegió la existencia de la Biblioteca de Poesía Chilena.

La Fundación Pablo Neruda ha realizado este importante aporte a la cultura, consciente de cubrir un aspecto tan importante como la poesía chilena contemporánea, en beneficio de toda la comunidad de Valparaíso. Gran parte de los 5.000 ejemplares que conforman la primera etapa de la biblioteca, son difíciles de encontrar tanto en bibliotecas públicas como en bibliotecas universitarias de la zona, por lo que la existencia de esta Biblioteca de poesía chilena, viene a colaborar en borrar la distancia existente entre la poesía actual y los eventuales lectores que quieran acercarse, de manera gratuita, a la obra de los poetas contemporáneos de Chile.

 

 

Actualmente, los dos primeros pisos de la Casa-Museo, que fueron propiedad del matrimonio Velasco Martner, exhiben una pequeña muestra fotográfica de algunos hitos de la vida y obra de Neruda, una pequeña sala audiovisual en la sala que fuera consulta del doctor Francisco Velasco y oficina de la directora de la Casa-Museo hasta la última remodelación que permitió trasladar la oficina del director y la secretaría, al segundo piso, fuera del espacio del recorrido del museo propiamente tal.

En noviembre de 2017, comenzaron los trabajos de remodelación del Centro Cultural La Sebastiana. Se quitaron algunos ornamentos de la construcción que de alguna manera perturbaban la vista de la Casa-Museo, y se remodeló el espacio físico de la Sala Múltiple. Se habilitó una nueva terraza al costado de la Casa-Museo, con una nueva escala de acceso.

Finalmente, en septiembre de 2019, se inauguró el Espacio Winnipeg, la nueva sala del Centro Cultural. Con un nuevo equipamiento audiovisual que incluye, amplificación, dos proyectores de última generación, sala en un nivel (sin escenario) con aire acondicionado, paredes con iluminación para exposiciones visuales y capacidad para 80 sillas.

Pablo Neruda era un coleccionista excepcional, que reunió variadas y singulares colecciones de objetos durante su vida: libros en primeras ediciones, mascarones de proa, dientes de cachalote, caracolas, máscaras africanas y orientales, marinas, espuelas y estribos, mariposas, coleópteros, etcétera. Pero tan innumerables como los objetos, fueron los sacrificios de sus amigos para “guardar”, retener o encontrar estas especies preciosas que el poeta perseguía y ubicaba en diversas ciudades del mundo.

Jorge Edwards dice al respecto:

 

El poeta desarrollaba en París mejor que en cualquier otro lugar del mundo, con fuerza absorbente y excluyente, la pasión por las colecciones. Ahí residía uno de los secretos de su amor a esa ciudad. Era un coleccionista nato, incorregible, que dedicaba muchísimas horas al cultivo y al disfrute de esta inclinación. Yo, que nunca he sido coleccionista de nada, lo observaba con curiosidad, con diversión, con asombro y, a menudo, cuando el asunto me imponía trabajos y servidumbres que no había previsto, con franca irritación. A veces me preguntaba en qué consistiría, a qué obedecería esa manía casi tiránica, semejante al erotismo, capaz de imponer, como el erotismo, sacrificios importantes, pecuniarios y de toda índole, antes de conseguir su objetivo, que no era otro que la posesión contemplativa, voluptuosa.

 

Neruda tenía un gran instinto como constructor. Incluso en una entrevista declara que estudió francés y arquitectura. Dice Volodia Teitelboim sobre esto:

 

Cuando le preguntan qué estudió en la Universidad, responde: “Al principio, arquitectura y francés.” ¿Arquitectura? Tal vez asistió a algunas clases. Y luego desapareció de la Escuela. ¿Lástima? Tal vez. Porque en Neruda había un arquitecto nato. Siempre lo vi embarcado en la tarea de construir casas. No eran locuras, porque salvo la última, situada en los cerros de Lo Curro, las terminó todas y las alhajó conforme a su gusto y personalidad.

 

El 28 de marzo de 1965, aparece en el diario La Nación, de Santiago, una entrevista de Sara Vial. Allí, Neruda se refiere a la construcción de La Sebastiana y a lo que para él significa el oficio de la construcción, señalando que es su verdadera profesión:

 

Esta casa la construyó primero un español enamorado de Valparaíso. La terraza fue planeada como cancha para helicópteros y había destinado un piso entero para hacer una inmensa pajarera. Pero murió sin terminar la casa y quedó la obra gruesa abandonada por más de doce años. La dejó a medio cielo, sin maderas, sin puertas. En mis manos terminó de nacer y formarse. Mi verdadera profesión es constructor. No hay nada más hermoso que algo que va naciendo, haciéndose delante de nosotros. Hay el rigor de los materiales que impiden el capricho excesivo y la lucha contra esos materiales para darles humanidad. 

 

 

Bernardo Reyes propone algunas razones que explicarían algunos de estos rasgos característicos en su tío abuelo. Primero, el placer por la construcción de sus casas:

 

En efecto, en todas y cada una de las casas que construyó o habitó, se repite una constante peculiarísima: la del rescate de sus lares de infancia, en la Araucanía. Los grandes patios interiores de La Chascona, de Michoacán, nos llevan irremediablemente a pensar en el gran patio de su casa familiar en Temuco, en donde la lluvia podía conversar con el follaje; Isla Negra nos remite a los acantilados de Puerto Saavedra, con un mar que no duerme ni se doma; La Sebastiana nos transmite el asombro y la perplejidad, las ansias de infinito del niño frente al océano de su infancia

 

Y segundo, su enorme afición por coleccionar objetos:

 

Y las colecciones que decoran no pueden simplemente remitirnos a la obviedad de llenar los espacios producto de la carencia de su niñez: una concepción estética no puede reducirse a una idea tan torpe. Muchos elementos de las decoraciones fueron en innumerables ocasiones objetos de desechos, que incorporados, recreados en un contexto arquitectónico, pudiesen otra vez ser útiles y proporcionar la alegría o la funcionalidad con que el artesano se afanó con ternura. Una verdadera comunicación de desconocido a desconocido llevada a la práctica, a lo utilitario requerido para la construcción.

 

En La Sebastiana, ambas aficiones del poeta, se vieron enormemente satisfechas. Neruda pudo concluir la construcción de la casa de acuerdo a sus propias obsesiones: techos curvos y ventanas redondas, imitando a las naves oceánicas; y muchas ventanas, que siguen la curvatura de las habitaciones, para ver el espectáculo completo de la bahía de Valparaíso.

 

 

La escala de caracol y la puerta de colores que abren el espacio de la casa de Neruda en Valparaíso, nos invitan a visitar un mundo mágico, lleno de objetos preciosos. La Tinaja para el humo, diseñada por Neruda y construida por Víctor Martner, hermano de Marie; el caballo de carrusel que Neruda trae desde Francia; los retratos de lord Cochrane, a quien Neruda siempre elogió, constituyéndose como uno de los personajes históricos más recurrentes en su poesía; la reina con el cuello de gola, a quien Neruda hace acompañar de un caballero con la misma indumentaria, para que no se sienta sola. La vaca de cerámica italiana, donde aquel preparaba el ponche.

La Nube, el sillón-mecedora que tanto gustaba al poeta, con su montura de camello al costado, con manchas de tinta verde, para acomodar los pies y ver el espectáculo oceánico. A su lado, una mesita hecha por Marie Martner con la pieza más “antigua” del museo, un ammonite fosilizado y varias ágatas. La mesita que fue encargada por Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, como regalo para el embajador de Chile en Francia, Manuel Blanco Encalada, que fue conseguida por Camilo Mori en un remate. El corocoro o ibis escarlata (Eudocimus ruber) venezolano embalsamado que abre sus alas como si quisiera recorrer los cerros de Valparaíso. El reloj francés, con figuras en movimiento, que Neruda ubicó detrás de su puesto en la mesa del comedor, como regalo a quien se perdía la vista de Valparaíso por dar la espalda a las ventanas.

 

El bar, donde solo podía entrar el poeta, a preparar el coquetelón, una invención que preparaba en base a: una medida de cointreau, una de cognac y dos de jugo de naranja. Se agrega hielo picado y champagne seco. La copia del certificado concedido, en 1856, a Joseph Brouard y Joseph Hubert por haber inventado un cabrestante que permite izar las velas sin esfuerzo. El baño “privado” con la puerta calada y un espejo convexo que invita a “mirarse en el espejo”.

La particularidad de los baños, el dormitorio con una vista espectacular de la bahía de Valparaíso, el tapiz copto que cuenta la historia de la Reina de Saba, un exvoto con la figura de la diosa Artemisa, los mapas antiguos, etcétera. En fin, innumerables objetos que sitúan fragmentariamente algunos episodios significativos en la vida de Neruda. Dice el doctor Velasco:

 

Transformó las terrazas en habitaciones cerrándolas con amplios ventanales; abrió dos puertas en el interior de la torre para tener acceso a una última terraza que estaba aislada y a la que sólo se podía entrar por la terraza del teatro, y también la transformó en una pieza que fue en definitiva su escritorio. La decoró con numerosas fotografías del antiguo Valparaíso y un gran retrato de Walt Whitman, a quien admiraba aún más que a Cervantes. Un obrero que trabajaba allí le preguntó al ver el retrato: “¿Es su padre?”. “Sí, en la poesía”, fue la respuesta.

 

Hoy, la Casa-Museo La Sebastiana conserva parte del legado material y espiritual de Neruda, y nos da la oportunidad de conocer algunos de aquellos espacios en los que un gran poeta en lengua española, creó parte de su obra, amó, realizó diversas actividades sociales y políticas, y se relacionó con una ciudad particular por la que siempre tuvo una atracción especial.

A más de 50 años de su inauguración, y a través de su magia, muchísimas personas han entrado en el viaje fascinante por la vida y obra de un poeta que dejó un legado impresionante de palabras, de lucha y de amistad.

 

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