Julio 8, 2024

“Mi poética se basa en la observación casi delirante del fracaso y toda su ridiculez y su belleza” Entrevista a Pamela Rahn

 

 

Por Ernesto González Barnert

 

El año pasado, la escritora Pamela Rahn (Venezuela, Caracas, 1994), recibió el Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven de España el 2019, acaba de publicar el libro “La luz entre las cosas” en abril de este 2020. Unos años antes también estuvo en Chile presentando su obra poética junto a poetas de Latinoamérica, con éxito, pasando también por La Chascona, la casa museo del poeta Pablo Neruda, con la presentación de la colección poética “El árbol migratorio”. Además, escribe en varios medios, es realizadora cinematográfica. Es autora del poemario El peligro de encender la luz (Todos tus crímenes quedarán impunes en conjunto con Hanan Harawi, 2016) y del plaquette Flores muertas en jarrones sin agua (Difusión Alterna Ediciones, 2017), Breves poemas para entender la ausencia (Torremozas, 2019). Combina la poesía con el collage y sus creaciones pueden encontrarse principalmente en su fanpage Papeles Renacidos en instagram y facebook.

 

 

¿Cómo vives la pandemia en Venezuela?

 

Con ansiedad y tristeza.

 

¿Qué le recordarías a los nuevos poetas? ¿Qué fue lo que te llevo crees tú a ser reconocida por sobre tus pares?

 

Que no tengan miedo a encontrar su voz, esta bien equivocarse. No creo que fuese nada especial, a mi parecer la honestidad descarnada en ciertos lugares mi poesía y tal vez la constancia que a veces he demostrado.

 

 

¿Cuáles son algunas de las grandes directrices de la escena poética venezolana en estos días a nivel conceptual, si existen a tu juicio?

A mi parecer en la escena poética venezolana no existen directrices, creo que hay mucha experimentación, eso si, por lo menos en la poesía que me interesa, hay poetas jóvenes que están todavía escribiendo cosas demasiado ligados a los cánones y a mi parecer por allí no es el camino. Hay temas que se repiten mucho porque vienen de nuestra tradición, la casa, la infancia, el país entendido como metáfora.

 

¿Qué poema tuyo leerías en una sala de clases?

 

Que difícil, con La Poeteca una fundación venezolana, voy a salones de clase y leemos poesía a jóvenes de bachillerato, lo he hecho junto a Jacqueline Goldberg, una poeta venezolana; ya con mucha trayectoria y con Yeiber Roman, un poeta joven casi contemporáneo. He leído varios de mis textos y extrañamente nunca se los que van a calar mejor, así que creo que soy mala decidiendo eso, tal vez porque yo fui una adolescente atípica. Me sucedió que leí un texto, con pena, el texto tenia una fuerte influencia millenial e inmediatamente sentí una identificación y una calidez de los estudiantes, era un texto sobre la depresión, hablaba de internet, de Shia Lebaouf, de mi padre, de mi país, creo que me gusta la idea de leer en salas de clases textos que incomoden, que muevan, es necesario no ser condescendientes con su juventud y despertarlos.

 

¿Qué libros, arte, música le estás hincando el diente esta temporada?

Tengo que admitir que mis lecturas en cuarentena han sido desordenadas, ahora estoy leyendo muchas cosas al mismo tiempo, mucha narrativa, me estoy terminando Blanco Nocturno de Piglia, releyendo 1984 de Orwell en ingles y un ensayo de Georges Didi- Huberman titulado La supervivencia de las luciérnagas, una novela de Ocean Voung y ya casi termino El maestro y Margarita, en poesía estoy releyendo mucho a Anne Sexton, Blanca Varela, Igor Barreto y cosas contemporáneas de amigos como Canciones del fin del mundo de Yuliana Ortiz Ruano y Reconfiguraciones de Juan Manuel Corbera, debería concentrarme, pero no puedo, a veces soy así de errática.

 

 

¿Un verso o frase llevas como un mantra dentro de ti en estos días aciagos?

“Alguien a quien una vez amé
me dio una caja llena de tinieblas.
Me tomó años entender que esto,
también, era un regalo.”

MARY OLIVER

 

¿Cómo resumirías tu arte poética?

Ternura en la violencia de la grieta, tal vez. Menos poética creo que mi poética se basa en la observación casi delirante del fracaso y toda su ridiculez y su belleza. Por lo menos hasta ahora.

 

¿Qué poetas o escritores nos recomiendas leer de Venezuela, clásicos, actuales?

 

Clasicos; Miyo Vestrini, Martha Kornblith, Hanni Ossot, Rafael Cadenas, Reinaldo Pérez So, Ana Enriqueta Teran, en poesía, por decir algunos porque hay muchos bellísimos. Actuales, Víctor Manuel Pinto, Julieta Arella, Oswaldo Flores, Jesús Montoya, Carlos Katan, Adrián Arias, Rogelio Aguirre, Alejandro Castro, María Alejandra Colmenares, Dira Martínez, algunos tienen libros propios, otros no, todos están publicados en antologías.

 

¿Un libro que nunca has podido terminar de leer?

 

La divina comedia de Dante, pero lo hare. No soy mucho de dejar libros sin leer.

 

¿Un libro que te hubiese encantado escribir?

 

Creo que esta respuesta siempre es diferente en mí, porque el gusto me cambia mucho, pero voy a hacer trampa y voy a decir un cuento, Bartleby, el escribiente de Herman Melville, me obsesiona muchísimo, no se que tiene ese cuento que siempre vuelvo a el y también me hubiese encantado escribir 2666 de Roberto Bolaño, creo que adentrarme con esa profundidad a esos mundos, seria una experiencia increíble.

 

¿Qué viene a tu mente cuando piensas en “poesía chilena”?

 

Dolor y delirio y como una inmensidad llena de vacío, muchas cosas lindas, pero fuertes también.

 

¿Cómo ha sido tu relación con la obra nerudiana?

 

Medio rara, lo leí muy de niña y no me gusto, luego vi una antología que era casi una revista de esas que venían el periódico en casa de mis abuelos y la leí completa, porque Neruda es Neruda y debe leerse y yo soy de las que se forma su propia opinión, casi no lo hago porque admito que no lo leí a profundidad como a los 21 y ya venia viciada de ese simbolismo cursi que tiene Neruda y todo me decía que no me iba a gustar, pero descubrí Walking Around, y me maravillo tanto ese poema desde el inicio, me marco profundamente esa frase “sucede que me canso de ser hombre”, nunca la olvide, amo ese poema con todo mi ser y desde allí respeto a Neruda muchísimo.

 

¿A qué le temes?

A nunca poder quitarme tanto miedo de encima.

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