Noviembre 7, 2024

“Me gustan mucho las escrituras que son viscerales, a diferencia de las que parecen sólo un ejercicio de inteligencia” Entrevista a Natalia Figueroa Gallardo

 

 

Por Ernesto González Barnert

 

 

Natalia Figueroa Gallardo ( es Poeta y Doctora en Literatura. Su libro de poemas “Una mujer sola siempre llama la atención en un pueblo” obtuvo el premio a la Mejor Obra Literaria publicada en poesía 2015 en Chile. Y que se transformó para muchos de nosotros en una obra de culto. Además, editó “Tierra incógnita” (2012), una muestra de la poesía de escritores vinculados a La Serena, y fue directora de la revista de literatura y política “2010”. Tradujo desde el griego moderno “Canción de mi hermana” de Giannis Ritsos y “Frente al muro” de Miltos Sajturis. En 2018 se publicó su libro de investigación “Ideologías excluyentes en la literatura chilena”. Coorganizadora del “Encuentro de escritoras Islas Nuevas” (Santiago de Chile), de “Poemas para náufragos y viajeros” (La Serena), y del encuentro internacional de mujeres “Monte Safo”.

 

 

 

¿En qué te pilló primero el estallido y luego la pandemia? ¿Cómo lo vives?

En ambas situaciones he sentido una mezcla de miedo y rabia. Durante el levantamiento popular, miedo a ser violentada por Carabineros de Chile. Durante la pandemia: miedo por las vidas que súbitamente el Covid pueda tomar. En ambos casos, rabia del manejo político de este gobierno sádico y sinvergüenza de Piñera. Y mucha preocupación por la situación económica, no sólo de los integrantes de mi círculo más próximo, sino también de la señora inmigrante que vendía sushi fuera del supermercado en Santiago centro, de las familias de Guayaquil, o de los inmigrantes expulsados de la India. Siempre los más pobres la pagan más caro. No sé cómo hay gente que no se avergüenza de contribuir, con sus acciones u opiniones, con esta inequidad sistémica.

 

¿Un texto tuyo que leerías en una sala de clases para alumnos de Liceo?

La última vez que tuve aquella experiencia, de estar en una sala de clases, fue en una escuela rural de la Región de Coquimbo. Mientras esperaba en la sala de profesores el fin del recreo, oí una conversación. El profesor de matemáticas se quejaba, con el profesor jefe del sexto básico, de la violencia de sus estudiantes. Aquel sexto básico era el curso en el cual yo entraría acabado el recreo. Sólo pude pensar en qué tipo de infierno vivirían esxs niñxs en sus respectivos hogares. Ya en la sala de clases, al profesor le costó bastante lograr que ellxs se quedaran en silencio. Les hablé entonces de mi época escolar, y de cómo la literatura me ayudó a sobrellevar una infancia violenta. Por supuesto, no era esto lo que yo tenía pensado decir y, ciertamente, tampoco lo que el profesor, quién me preguntó algo sobre mis viajes a Grecia, había planificado. Me costó hablar pues lo que conté era íntimo y doloroso. Pero a cada frase que yo decía, lxs estudiantes asentían de un modo tal, que era como si me estuvieran diciendo que me comprendían. Cuando terminé de hablar se sucedieron sus preguntas. Se me partió el corazón al darme cuenta cómo cada una de sus preguntas evidenciaba el propio calvario que ellxs vivían. Hablamos entonces de fortalecer los lazos de amistad, de no replicar la violencia. Tuve un deja vu mientras alguien me preguntó algo. Entonces, no me acuerdo si leí un poema o no. Tal vez, pero eso ya había pasado a segundo plano. Creo que la poesía tiene que ver también con esto: con poder entrar en una comunicación más íntima y profunda.

 

 

¿La poesía que ha sido para ti?

Una posibilidad de no mentirme, de no querer pasarme de lista, de ser honesta, en primer lugar conmigo. O al menos de intentarlo. Pero también, ha sido una posibilidad de sentirme en comunión con los otros, en el sentido de conmoverme, de compadecerme. En otros términos, la mayoría de las veces la poesía me significa un descubrimiento maravilloso y su escritura, para mí, tiene mucho de goce, aún cuando las palabras puedan abrirme heridas.

 

 

¿Qué poetas te gustan hoy en día?

Me gustan mucho las escrituras que son viscerales, a diferencia de las que parecen sólo un ejercicio de inteligencia.

 

 

¿Nos podrías regalar algunos de los libros, álbumes, películas o pinturas que estos días son cruciales?

Perdón, pero siempre que leo a un autor decir u opinar que tal o cual libro es “crucial” o “necesario”, me da vergüenza ajena. Como que ya viene este gallo alumbrado a decirme qué debería hacer yo. En cambio, sí puedo contarte qué libros he estado leyendo últimamente, y si me han dicho o no algo. Estaba leyendo la Historia de la Guerra del Peloponeso, de Tucídides, pero lo dejé de lado pues casi todas las cien primeras páginas se van en el esfuerzo retórico de los poderosos de convencer a los más pequeños de unírseles, debido a que “el fuerte hace lo que quiere y el débil lo padece”. Muy actual, pero no sé si retome su lectura. Espero que no se me juzgue por recién venir a leer “Los vigilantes”, de Diamela Eltit, libro espectacular que me ha hecho pensar mucho, debido, entre otras cosas, a su similitud con el clima de esta pandemia. Por otra parte, en junio tomé un taller de literatura infantil con María José Ferrada y me entretuve de lo lindo leyendo “Las aventuras de Sapo y Sepo”. Pero en este tiempo, a lo que más me he dedicado, es a escuchar canciones simples, sencillas. Puedo entonces compartir mi lista de Spotify, que es un popurrí de canciones turcas, griegas y latinoamericanas:

 

 

 

 

¿Qué viene a tu mente cuando piensas en “poesía chilena”?

Por una parte, pienso en sanguijuelas devorándose a sí mismas, en hombres eyaculando en los poemas, mostrando quién tiene el miembro más grande. Preocupados de ser los mejores y de sentirse superiores en ello respecto a una masa contemplada como tonta e ignorante.

Pero luego pienso en las excelentes poetas mujeres que hay en Chile, y entonces todo cambia, me siento acompañada y no asediada.

 

 

¿Cómo ha sido tu relación con la obra nerudiana?

Contradictoria. Por una parte, Neruda fue de los primeros poetas a los que tuve acceso -crecí en una provincia conservadora. En efecto, me deleité con su poesía cuando tenía unos trece años. Después, en la universidad, Residencia en la Tierra fue un capítulo importante en la clase de Poesía Chilena, entonces ahí pude valorar a Neruda desde otro ámbito. Pero hoy, fundamentalmente gracias al feminismo, ha habido un cambio cultural importante en Chile, que nos ha permitido expresar muchas cosas que antes no nos estaba permitido. Esto incluye el acto de leer textos canónicos y premiados. Textos en que se silencia a la mujer. Textos en que una violación parece un desliz. Lo que quiero decir, es que considero urgente realizar una revisión de la obra nerudiana a la luz del feminismo. Urgente, pues no se pueden seguir transmitiendo anti valores a través de su poesía.

 

 

 

 

 

 

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