Noviembre 24, 2024

“Estuve durante más de veinte días filmando sin parar…” Entrevista a Lucía Molinari Rojo

 

Por Ernesto González Barnert

 

 

Entrevistamos a la documentalista, cantante y artista argentina Lucía Molinari, quien plasmó en un interesante trabajo audiovisual “Palabras desde el mar”, su visión sobre Valparaíso y la lectura de poesía en lanchas que se realizó en el Festival A Cielo Abierto durante 2018, además Lucía, es productora artística y comunicadora audiovisual. “Palabras desde el mar” es, sin duda, un gran fresco porteño, que rescata el corazón poético y salvaje de Valparaíso, más allá de la postal y la caricatura bohemia. Un álbum de enamorada de esta ciudad hilada por el viento tanto como el mar. En la que fluye la vida misma, el metarelato subterráneo de la poesía chilena. Lucía Molinari Rojo, abraza sin ahogar todo eso y tanto más, sabiendo que la luz de la poesía abriga la precariedad de esta ciudad nunca fundada, pero hermosamente bella en su fragilidad, constante herrumbre, subidas y bajadas. Un hermoso trabajo que nos recupera, alienta e ilumina.

 

 

¿Que significa para ti, en lo personal, “Palabras desde el mar”?

 

“Palabras desde el mar” es mi primer y único largometraje documental.

Surgió de la decisión de reencontrarme conmigo. “Palabras desde el mar” me abrió esa puerta.

Es la toma de conciencia de la red, de la comunidad de la que hoy me siento parte. Esa comunidad que se va delineando en el hacer colectivo.

Es la inspiración y entusiasmo sostenidos, impresos en un proyecto largometraje, en un diálogo con la memoria.

 

¿Cómo fue el proceso creativo para dar forma a tu documental?

 

El proceso creativo comenzó a partir de ese reencuentro, donde el deseo encontró el lugar para manifestarse.

Poder despojarnos de todo límite; desde las posibilidades económicas hasta las imposiciones sociales, e incluso tener claridad de las propias ganas -que en principio pueden no tener mucho sentido- es algo que se da (con suerte) de vez en cuando. Por eso creo que cuando sucede hay que aprovecharlo. Digamos que siento que esa vez lo aproveché.

 

Cuando decidí ir a la Lectura en Lanchas en Valparaíso, hacía años que por una cosa o por la otra los viajes y descansos que planificaba se estancaban. Venía visitando Chile (mas bien Santiago y Valparaíso) y tenía ese registro de Valpo como un lugar donde siempre me siento inspirada.

 

Tenía conocimiento de la Lectura en Lanchas pero no de su magnitud. Pensaba que se trataba de una lectura en un botecito donde participarían unas 50 personas como mucho. Tampoco sabía muy bien que se hacía solo una vez al año.

 

Le pregunté a uno de los integrantes de A Cielo Abierto cuándo sería la próxima lectura y me dijo que estaba programada en edición especial del FAV (Festival Internacional de las Artes de Valparaíso) para el 26 de enero. Esto fue el 6 de diciembre, que es muy poco tiempo antes, en términos de pre-producción audiovisual. Pero la semillita ya estaba sembrada. Fue irreversible: éramos mi cámara réflex, un lente Nikon 50mm 1.8 (indispensable a la hora de hacer tomas de noche en el barco, porque es un lente luminoso), y yo.

 

Ese mismo día le comenté a gente de confianza la idea, y debo haber transmitido mucho entusiasmo porque en 48hs me habían aportado un micrófono Zoom, millas de Aerolíneas, un reflector portátil… Es decir que la realización fue completamente independiente, pero comunitaria. Fue como en Argentina decimos “hacer una vaquita”. Cada uno aportó un poquito y fue muchísimo!. Yo creo que hubo algo del proyecto que resonó en esos otros, mas allá del chiste y del cariño que me tienen.

 

En principio pensé en una especie de poema audiovisual tejiendo tomas de la lectura y sonidos. Pero se me ocurrió preguntarle a Sergio Muñoz Arriagada si tenía ganas de contarle a mi cámara sobre la Lectura en Lanchas. Ese “par de preguntas” terminó siendo una entrevista que comenzó en La Sebastiana el martes 23 de enero de 2018 a las seis de la tarde, y se extendió hasta el miércoles 24 a no sé qué hora de la madrugada en el Muelle Prat. Obviamente que hubo unos cuantos piscos de por medio.

 

Recapitulando, llegué el viernes 12 de enero, catorce días antes del festival para hacer un reconocimiento del territorio.

Lo que imagine como un poema audiovisual empezó a mostrarse un poco más grande. En ese momento reformulé el proyecto pensando en un tríptico de tres cortometrajes con tres ejes narrativos.

 

A la vuelta y de la mano de Romina Migueles, gran amiga y montajista, esos ejes fueron los que finalmente le dieron forma al largometraje.

Tenía muchísimo material, porque estuve durante más de veinte días filmando sin parar. Me obsesionaba justamente poder salir de la postal.

 

Llama mi atención desde la primera vez que fui a Valparaíso que, siendo una ciudad en ruinas que no se molesta en ocultarlo, la mirada mas habitual sobre ella es esa “postal”. Me obsesioné con romper eso, con desarmarlo y poder plasmar otra cosa en el discurso. Eso fue una gran parte del proceso creativo que llevó este documental.

 

En simultáneo fui desarticulando mi propia percepción de la Lectura en Lanchas.

Tiempo antes, al ver fotos de la actividad, visualicé botellas arrojadas al mar con mensajes. Me había encantado la idea de esas personas como portadoras de mensajes que –como aquellas botellas- muy improbablemente llegarían a las manos de alguien que los leyera, pero que sin embargo contenían todo su potencial comunicativo y poético.

 

Pero… La primer noche porteña fuimos a cenar con Sergio y charlamos del surgimiento de la Lectura en Lanchas. Me empezó a hablar de “Butes” (Pascal Quignard, 2008), del canto de las sirenas y de ese llamado irrefrenable de la memoria (estoy resumiendo una charla de 4 horas, quiero aclarar). En paralelo en el muelle Prat vemos que llega un bote con marineros cantando, y de la nada comienzan a tirarse de cabeza al agua en plena noche. Situación que solo se da una vez cada seis meses o un año según nos contó el camarero, en el cambio de guardia.

Lamentablemente no tenía la cámara conmigo, pero esa escena atravesó a partir de allí todo el proceso creativo: eso que yo había sentido que era arrojado, en realidad era algo que venía desde ese mar, desde esa memoria, y era más bien un llamado.

En ese momento todo tuvo sentido.

 

Fui explorando directamente sobre el territorio, cómo representar desde lo visual esa memoria. Y no me refiero solo a las ruinas. Observar la relación dinámica que hay entre lo que somos, ese territorio que nos contiene y la memoria de lo que fuimos, de lo que somos y la visión de lo que queremos ser. Eso que está en permanente diálogo en la vida, e intenté que también lo estuviera en el documental.

 

¿Qué es lo que más te fascinó de filmar una ciudad como Valparaíso, un festival de poesía, poetas leyendo en una lancha en el mar de noche, el mar mismo?

 

Ya estaba fascinada con Valparaíso. Me había fascinado la idea de las lecturas al aire libre y de las lanchas, y en la medida que recorría Valparaíso en esa oportunidad mucho más.

 

Con Valpo tuve un flechazo que se sigue confirmando y retroalimentando.

La desnudez de Valparaíso me resulta fascinante; es una ciudad que se muestra de manera totalmente honesta, con todo lo que a uno le gusta y con todo lo que a uno no le gusta. Lo mismo me pasa con Buenos Aires. Y eso implica un desafío.

Me pongo insistente con esto: poder romper la postal es un trabajo que hay que hacer.

 

Una cosa que me llamó mucho la atención en la fila de la Lectura en Lanchas, es que hago un paneo, se ve cada uno de los participantes y se pueden identificar distintas franjas etarias. Luego arriba del barco y en acción esto se borra. Parecen todos niños, el público, los poetas, todos!

Y cuando uno va a un bar en una noche porteña con gente de todas las edades y se encuentra de copas, charlas y risas, un poco pasa eso mismo.

Me rindo ante la mixtura generacional! Que un Señor de setenta, otro de cincuenta y un pibe de veinte puedan compartir de esa manera es admirable. Siento que los porteños del Pacífico tienen ese estilo de vida, que es algo que los porteños del Río de la Plata no concebimos así. En Buenos Aires es más difícil encontrar esa mixtura, e incluso muchas veces es mal vista.

Creo que es poder acercarse a la esencia de uno, eso que somos y a la esencia de lo que quisiéramos ser todos los días, en la intimidad con nosotros mismos.

 

 

¿Cuál es el mayor secreto de Valparaíso?

 

Uno de los grandes secretos de Valparaíso es que en realidad tiene muchísimos recovecos pero se muestra. Está todo a la vista. Se revela.

Esto obliga a reposicionarse. Porque yo puedo ver a Valparaíso como una ciudad en ruinas y decir “qué espanto, para qué me salí de la postal”, o puedo ver esa ciudad en ruinas, que no esconde su vulnerabilidad, que la muestra y que me permite sentirme acogida, y acoger mi propia vulnerabilidad.

Creo que tanto Valpo como Buenos Aires son ciudades donde muchos nos sentimos confiados de “contar” nuestros secretos, mas bien.

Y lo lindo de esto también es poder aportar, lo que se pueda, desde la propia honestidad.

 

¿Qué te viene a la cabeza cuando te digo: La Sebastiana?

 

Es el lugar de encuentro y de gente muy valorada y querida por mí. Donde siempre hay algo que hacer, y desde donde siempre hay un lugar a dónde ir.

 

¿Dónde podemos ver este trabajo y otros tuyos?

 

Mis trabajos audiovisuales pueden verlos en mi canal de vimeo:

https://vimeo.com/user87898026

 

Mi trabajo musical, del que una parte puede resumirse en mi disco “Me dicen que por el río” pueden encontrarlo en el siguiente link:

https://luciamolinari.bandcamp.com/

 

Siempre pueden estar en contacto para recibir novedades u otras consultas o sugerencias mediante mi mal lucia.molinari.rojo@gmail.com o vía Facebook https://www.facebook.com/lucia.molinari.14

 

¿Cómo es tu relación con la obra nerudiana?

 

Mi primer acercamiento a la Obra Nerudiana fue a los 11 años, cuando quise escribir un poema a un chico del colegio que me gustaba.

Yo tenía un único antecedente como poeta, de mi primer amor platónico a los 6 años, donde solo había conseguido escribir “Oh, Pedro, Pedro…”. Y quiero aclarar que según mi recuerdo Pedro merecía mucho más que eso!.

Esta vez fui a lo seguro y copié unos versos sacados de un libro que había en casa; “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.

Yo no conocía nada de la obra de Neruda, pero si sabía que significaba amor (más allá del título del libro). No mucho más, ni nada menos.

 

En clase de literatura, también me acerqué a algunas de las Odas elementales. Escuché grabaciones de la voz de Neruda leyendo. Me asustaban un poco y otro poco me gustaban. La impresión de su voz si es muy nítida, y me gusta escucharlo.

 

Después de eso y ya en la vida adulta, más que nada me interioricé en la vida política de Neruda.

 

A partir de un viaje a Bergen en Noruega (Sitio de Patrimonio Mundial), quedó resonando ese sitio de Patrimonio de la Humanidad que es Valparaíso, con algunas similitudes con ese puerto, sus colores, “la postal”. Pero la de Valparaíso- a diferencia de la de Bergen- era una postal ligada a mi identidad. Y en eso Neruda tiene su rol, esa mezcla de artista y político es para los que nos dedicamos a transitar procesos creativos desde una identidad Latinoamericana, muy convocante.

 

Y tanto en las visitas a La Sebastiana e Isla Negra (me queda pendiente La Chascona) tener la rica posibilidad de observar parte del contexto de ese proceso creativo que integra lo artístico y lo ideológico, es un privilegio. ¿Porqué esa persona pudiendo vivir mas tranquila eligió eso?. Ese porqué es el que me liga.

Pienso que buscar nuevas maneras de mantener las ideas vivas es la mejor manera de usar el tiempo y la energía

 

¿Qué libros, filmes, músicas te han acompañado durante esta pandemia?

 

Casi no vi una película entera en estos cinco meses. Si vi algunas series según mi nivel de concentración. Entre ellas y para el humor “Peep Show” y “Grace and Frankie”. La mini serie “Poco Ortodoxa” que me pareció hermosísima. Otra que vi de casualidad buscando alguna ficción que tuviera componente histórico (esa mezcla me encanta) “Los últimos Zares”, de la que rescato la idea de que los investigadores y realizadores vayan relatando el contexto histórico y el proceso narrativo. También vi “The Politician” y “Fargo”.

 

Para bailar escucho música cubana moderna. También cosas cubanas viejas que me encantan como el Trío Matamorros y cosas que mezclan lo viejo y lo moderno de Cuba como Leoni Torres. Las cenas muchas veces son acompañadas de Caetano Veloso, El Kanka, Ana Tijoux, Joaquín Sabina y Fernando Cabrera.

 

Estuve leyendo dos libros de Alberto Laiseca: “La mujer en la muralla” que es un libro de cuentos que giran en torno a la historia de la construcción de la muralla China, y “Las aventuras del profesor Eusebio Filigranati” que es una novela bastante bizarra. También releí algunos libros de cuentos de Roberto Fontanarrosa.

 

Estoy tejiendo mucho y mientras tanto escucho el programa radial “La Venganza será terrible” de Alejandro Dolina, los catorce capítulos “Ver la historia” de Historia Argentina de Felipe Pigna, y encontré una serie de Historia Mexicana “Aprendizajes claves”(PIPE-CIDE).

También tejiendo me reencontré con las entrevistas musicales de Lalo Mir “Encuentro en el estudio”, mi preferida nuevamente; la de Diego el Cigala.

 

¿Cuál es tu siguiente película?

 

Actualmente estoy editando un cortometraje con material que traje el año pasado (2019) de la Lectura en Lanchas en Valparaíso. Espero tenerlo listo en unos meses.

Es un intento de hacer algo con el contrapunto que marca la misma actividad en dos momentos tan distintos.

De qué sirve movilizar esa memoria colectiva si cuando las papas queman nos ausentamos? Por eso me pareció una decisión importantísima llevar a cabo el Festival en ese contexto, de la manera que fuera. Darle forma a esa ética y a esa dignidad.

Iba a ir solo “de visitante”, pero decidí hacer un registro de la actividad, y en el interín el sensor de luz de la cámara se averió. Así que las imágenes son de mucha oscuridad, estoy viendo cómo aprovechar eso.

 

Terminé de desarrollar también una trilogía de cortometrajes de ficción, a la espera de ser rodada. La temática es variada y gira en torno a miserias humanas. A los diferentes roles que ocupamos respecto de ellas.

La angurria, la opresión sobre la mujer, es dificilísimo convivir con eso, pero lo cierto es que eso es inevitable y hay que encontrarle una vuelta.

Compartir la vida (porque en definitiva es eso) con otros que piensan tan distinto, pero que conforman la misma sociedad. En Argentina o Chile por ejemplo eso hace que nos vemos tentados a vivir en la indignación por cosas que son indigeribles. Y se transforma en una condena eso.

Entonces la vuelta del humor, entre otros componentes (que se diferencie bien de “liviandad”), trasciende o hace posible trascender esa indignación. Poder digerirla y aceptarla, como parte de la materia prima con la que nos toca construir ese mundo que muchos pensamos como deseable; un mundo más justo, más equitativo.

 

Creo que esa trascendencia es fundamental para poder ver las partes de uno, que cooperan con esa miserabilidad, que trabajan para ella. Para poder observarse de manera más honesta. Desarrollar estos procesos creativos me parece una oportunidad muy bella.

 

¿10 filmes que te marcaron a fuego en tu decisión de dedicarte

a hacer cine?

 

Es que ningún filme marcó esa decisión. ¡Tampoco sé si alguna vez hubo una decisión!

Creo que lo audiovisual llegó a partir de la necesidad de contar con nuevas herramientas para dar forma a mi punto de vista y mantenerlo vivo.

Sí, hay ciertas películas y directores que me hicieron pensar que el formato audiovisual puede tener herramientas útiles en esa búsqueda de mantener la mirada viva, de seguir entusiasmada con el proceso creativo.

Argentinos como Carlos Sorin con “Historias mínimas”, Daniel Burman con “El abrazo partido”, “El rey del Once”, siendo yo nacida y criada en el barrio de Once, películas como estas últimas sacaron de un sacudón al cine del pedestal en el que se encontraba y lo acercaron a mi mundo.

Ejemplo de vuelta de rosca a la miseria es “Relatos salvajes” de Damián Szifron.

El mexicano Alfonso Cuarón con “Y tu mamá también”; “Roma”.

Documentales de Eduardo Coutinho como “Edificio Master”, “O fim e o principio”, “Jogo de cena”, “As Cancoes”, son grandes ejemplos de que el cine es una herramienta más en esa búsqueda y puesta en valor de nuestra identidad.

 

Estoy mencionando todos creadores Latinoamericanos, porque muchas veces el cine nos queda fuera de contexto y es frustrante encontrarnos con un mundo tan ajeno. Y quizás el contenido tiene que ayudarnos a encontrar y manifestar la diversidad de la que nuestra identidad se nutre.

 

Para poder pensar “quiénes queremos ser” y proyectar otro mundo posible, tenemos que inventar muchos nuevos modos de decir que tengan que ver con nuestra identidad. Creo que todo empieza con ese re-encuentro con nosotros mismos. Y creo también que esos modos y ese reencuentro tienen que ser más amables.

 

Yo asumo que las creaciones son siempre colectivas, entonces creo que el proceso creativo nos tiene que acercar al otro; ir desmalezando los prejuicios. A mi cuando en Argentina me escuchan tan fascinada con Valparaíso muchos no entienden y otros me quieren matar!. Es que creo que el hacer colectivo también tiene que trascender esas asperezas y ayudarnos a encontrar valores comunes en nuestra Región.

En ese “hacer lo posible por acercarme al otro en esa comunicación”, encuentro la manera de vencer resistencias y vergüenzas. A mi la pregunta de “porqué me decidí a dedicarme al cine” me da muchísima vergüenza, porque no me considero una dedicada al cine, ni dedicada a muchas de las cosas, ideas, proyectos que desarrollo.

Pero bueno, en ese intento de comunicación, de red, de ser generosa con las ideas y de compartir, no me queda otra que vencer la vergüenza y tratar de responder estas preguntas que me hacés de la manera mas honesta posible. Y porqué esto?; porque estas preguntas me resuenan, me inspiran y me entusiasman.

 

¿Qué le dirías a alguien que va a filmar poetas?

 

Primero que nada que esté dispuesto a trasnochar y que tome Hepatalgina.

 

Después, que preste especial atención al contexto. Porque es parte de la poesía, del sentido que -como audiovisual- va a tener esa poesía.

El año pasado se realizó finalmente el Festival de Poesía de Valparaíso en el contexto en el que estaba Chile, yo casi no voy (fue una gran decisión), y al mismo tiempo fue lo que le dio sentido al nuevo registro.

La avería del sensor de luz de mi cámara apenas llegada a Valpo, filmar un poco “a oscuras”, por suerte en ese contexto tuvo sentido y puedo ver cómo aprovecharlo.

Creo que es otro ejemplo de que las condiciones ideales no existen, y mucho menos para nosotros los Latinos. Y que si nos quedamos esperando esas condiciones nos condenamos a comprar productos culturales que no tienen nada que ver con nuestra identidad y nuestra realidad.

Así lo que cada uno de nosotros tiene para aportar se pierde, es una picardía eso.

 

Me aliento y los aliento a recuperarnos. A generar contenidos dignos y coherentes profundizando, todo lo que se pueda, en un tiempo y espacio acotados. A dejarnos obsesionar con el tema o asunto, y quizás no tanto con la técnica. A generar contenidos que sintamos como propios, y abandonar aquellos que nos son ajenos y nos empobrecen.

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