Novela inédita: “¿Quién mató a Patricia Mardones?” de Cristián Martínez Arriagada.
Por Soledad Rodríguez Galindo
“¿Quién mató a Patricia Mardones” es la novela inédita del autor chileno Cristián Martínez Arriagada. Escrita el año 2018 en el contexto de un nuevo gobierno de derecha en Chile -mandato que reivindica el legado de la dictadura militar, especialmente en lo económico, en la comunicación televisiva a través de muchos rostros del pinochetismo-, esta novela, según su autor, es “la aproximación a alguien que sufrió la tortura después del Golpe de 1973” y ese hecho fue un aliciente para escribir la obra. Ocupando varios registros, desde la crónica periodística, la entrevista, el diálogo, el flujo de conciencia, se intenta hacer un ajuste cuentas con aquella sociedad complaciente e indiferente que ha permitido, siendo cómplice, no solo la permanencia de oscuros personajes en las pantallas de TV, sino también la invisibilización de las víctimas de la dictadura y la emergencia de nuevas fuerzas políticas que están mucho más a la derecha que la ultraderecha. Debido al nivel de sordidez de algunos capítulos, el autor se permitó entremezclar lo crudo con lo irónico, lo burlesco y lo satírico. El resultado de todo aquello es una fuerte diatriba política, pues de no mediar cambios sustanciales, es muy posible que se hagan realidad muchas de las situaciones. En esta entrevista, al autor nos habla sobre esta novela y su trabajo político desde la pluma de un escritor comprometido.
—¿Quiénes son los grandes perdedores en tu libro?
Al comienzo pensé que los perdedores eran las personas a las que nunca se hizo justicia, todos esos torturados anónimos que aun cargan con sus tormentos y que circulan entre nosotros como verdaderos fantasmas. Luego me di cuenta que es toda la sociedad chilena la gran perdedora de esta historia, perdedora por no tener memoria, perdedora por votar por la derecha, perdedora por permitir que el pinochetismo siga tan vivo. Y esas consecuencias las vivimos en carne propia luego del estallido social del 18 de octubre de 2019, cuando Piñera sacó inmediatamente a los militares a la calle, cuando no le importó violar los DDHH de los manifestantes. En ese sentido, este texto escrito el año 2018 lamentablemente fue premonitorio.
—¿Qué diría Paty Mardones de tu novela?
Diría que estoy atentando contra su “libertad de expresión”, que ella tiene todo el derecho a decir lo que piensa, porque estamos en democracia, por algo “su compadre” les entregó el poder a los civiles. Que lo que yo llamo negacionismo es un intento por imponer una sola versión de la historia (del marxismo), y que los militares tuvieron que intervenir porque Allende pretendía imponer en Chile otra Cuba.
—¿Cómo conversa tu novela con estos tiempos de pandemia?
La novela da a entender que la democracia chilena está agonizando y estaría dejando su lugar para el establecimiento de un Estado policial de ultraderecha. Y ahora vemos, que, en Chile y otros países, con la justificación de la pandemia, se establece como normalidad el “Estado de sitio” y se otorga poderes especiales a los militares. También doy cuenta de que hoy la plaza pública, donde se discuten los temas que preocupan a las personas, es la televisión, por algo mi protagonista es un “rostro fascista de un matinal de TV”, y durante la pandemia se ha establecido una suerte de “telepolítica”, donde la prensa obsecuente con el gobierno le da una importante cobertura a los políticos de derecha durante buena parte del día, y descaradamente se le está haciendo la campaña presidencial a uno de ellos.
—¿Cuál es la mayor ambición de tu novela?
Es dar una señal de alerta a los lectores, para que no seamos indiferentes ante ciertas lógicas del poder, como que toda opinión es válida, o que hay que ser tolerantes incluso con los fanáticos porque esa sería la forma más adecuada de comportarse en una sociedad moderna. Aunque, más que una crítica a la derecha (a quienes nombro incluso por sus apellidos), el texto es un fuerte cuestionamiento al modo en que administraron el poder los gobiernos postdictatoriales: fueron esos gobiernos “progresistas” los que le dieron la espalda a miles de torturados y dejaron en la impunidad a los responsables, también fueron esos gobiernos los que silenciaron a medios de prensa alternativos y permitieron la existencia de “Patricias Mardones” en la televisión, gobiernos que nunca impulsaron una ley en contra del negacionismo, y ahora vemos las consecuencias.
—¿Qué le diría “El odio a los indiferentes” de Gramsci a tu novela? Y viceversa, ¿qué le diría tu novela a “Odio a los indiferentes” de Gramsci?
Gramsci decía que en la vida había que tomar partido, que la indiferencia es una forma de cobardía, quizás la peor. Yo, desde que decidí escribir y publicar he tomado claramente un partido, el de sacar a la luz a los cómplices de la dictadura, pero no solo a ellos, por eso mis textos no son para todo tipo de público. En ese sentido, “Quién Mató a Patricia Mardones” es bastante político y partisano, y me gusta que así sea. En la misma novela hago referencia a un líder de ultraderecha y a su partido, hoy ese político va segundo en las encuestas de preferencia y ya existe ese partido de ultraderecha que yo novelé hace solo dos años atrás, y ello ha ocurrido, precisamente, a vista y paciencia de los indiferentes de siempre.
Respecto a la segunda parte de la pregunta, nunca consideré que estaba escribiendo para dialogar con Gramsci, pero parece que así fue. Como él señala en “El odio a los indiferentes”, la maldad sucede no por una coincidencia o mala suerte, sino que por haber consentido a que ciertas personas llegaran al poder. Esto se puede ver a raíz de la pandemia: la gente en Chile, Brasil y EEUU no está falleciendo por su mala suerte sino por haber puesto a la cabeza de esos países a corruptos, fanáticos e incompetentes, es decir, fue el triunfo de los indiferentes. En ese punto, yo (y mi texto) somos menos optimistas que Gramsci, quien apela a la toma de conciencia de las masas para revertir los procesos negativos de la Historia, por eso mi protagonista toma otra determinación al ver el triunfo del neofascismo.
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“Quién mató a Patricia Mardones” Fragmentos:
“Me imagino a la Mardones en un sótano, tal vez en un recinto secreto de la DINA, allí habría estado “como chancho en el barro” impartiendo órdenes con su grueso vozarrón, usando a los perros para las vejaciones sexuales, aplicándole el máximo de corriente a los detenidos y presos políticos, luego les habría sumergido la cabeza con fuerza en una letrina o les aplicaría “el submarino”, y después de cometer estas fechorías, de denigrar y deshumanizar a “esos malditos marxistas” celebraría a mandíbula batiente riendo de buena gana con su risa característica.
–¡Buena Paty! -comentaría satisfecho su amigo Corbalán –Me tincaba que tu tenías pasta para esta pega.
¿Quién me asegura que la Mardones no estuvo en alguna sesión de tortura en el Cuartel Borgoño?¿O quizás en un lugar más siniestro, como “La Venda Sexy”, violando a algún detenido con una botella de vidrio u otro siniestro artilugio, o tal vez usando perros adiestrados para esa salvaje y abyecta misión, ante la atenta mirada de su mentora, y cuasi melliza, la sádica Mayor de Carabineros Ingrid Olderock?…Porque reitero, la Mardones y la Olderock eran como dos gotas de agua, ambas mujeres poseían un carácter fuerte, eran dueñas de un lenguaje tosco y vulgar, estaban extasiadas con el poder militar, pero el rasgo que más las hermanaba es que se refocilaban ante la sangre y el dolor ajenos.” (pág. 60).
“Si bien el giro que tomaron los acontecimientos alrededor del mundo fue dramático, nada de eso superó lo que sucedió por esos días en Chile. Con el transcurso de su gobierno, las cosas se fueron poniendo cuesta arriba para Piñera. Las posiciones más extremas estaban cada vez más desencantadas con él y en todas las instancias que tenían a su alcance hacían un llamado para que renunciara por haber traicionado a la Patria, por haber gobernado supuestamente con “las políticas de la izquierda”, y pronto se corrió el rumor que muchos comenzaron a planear un Nuevo Pronunciamiento Militar, una Nueva Liberación Nacional, en concomitancia con altos rangos de las FFAA.
Para el año 2020, gran parte de los ministros de su gabinete ya habían ingresado paulatinamente a militar a las filas de “Mi Dios Mi Patria”. Lo mismo sucedió en el Congreso, donde los parlamentarios de derecha constituyeron una poderosa bancada del MDMP que hacía caso omiso a las indicaciones del Ejecutivo, y sólo respondían a las órdenes de José Antonio Kastillo. Toda esta presión e impotencia llevó a que el Presidente sufriera una serie de colapsos nerviosos, y un posterior ataque de apoplejía. En estas condiciones, el Congreso, donde estaba en minoría tanto por el ala de la izquierda como por la ultraderecha, lo declaró, casi en forma unánime, interdicto y con incompatibilidad mental y moral para seguir ejerciendo las responsabilidades de la primera magistratura del país. Así, el otrora hiperkinético Sebastián Piñera, terminó postrado en una silla de ruedas, observando impotente el devenir de Chile. Él ya no sería más un protagonista, sólo un anciano inmovilizado y con su mente extraviada, cuyo nombre, con suerte, estaría a pie de página en algún libro de Historia.” (pág.100).
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Cristián Martínez Arriagada
Santiago de Chile, 1970. En los años 90 ingresa a estudiar en la Universidad de Chile la carrera de Licenciatura en Letras y Literatura Hispánica. En esos años también participa en los talleres de poesía dirigidos por el poeta Gonzalo Millán. Con posterioridad, estudia en la Universidad ARCIS, donde se titula de Cientista Político. En 2017, con Editorial Forja publicó “1977, Chacarillas on my Mind”. Además de “¿Quién mató a Patricia Mardones?”, el autor tiene una novela corta inédita llamada “El Jinete del caballo amarillo”, escrita en mayo de 2020, en el contexto de la pandemia del covid19. Una novela futurista que habla de pasado.
Soledad Rodríguez Galindo
Kinesióloga de profesión con inquietudes sociales que la llevaron a estudiar un Magister en Psicología Social y un Master en Neurocoaching. Su objetivo ha sido analizar la conducta humana desde una mirada multidimensional. Ha participado en la obra literaria “Hipocritas”, libro colectivo del proyecto LEA y en la exposición experimental multimedia “Materiales Peligrosos”, abordando temas como el amor, la identidad, la amistad y el renacer.