Noviembre 7, 2024

“Nada cambió, a pesar de haber salido a las calles, muchos perdieran sus ojos” Entrevista a Karo Castro

Por Ernesto González Barnert

 

Karo Castro (1982) es escritora, psicopedagoga licenciada en educación. Ha publicado “Mujer Gallina” ( Ediciones Balmaceda, 2016), libro que conmovió y removió la poesía chilena a propósito del caso real de una mujer, Corina Lemunao, encerrada en un gallinero, años. Además fue parte de las antologías: Procesos Escriturales Mujeres de Puño y Letra (Editorial Cuarto Propio 2018), Pánico y Locura en Santiago (Santiago Ander Ediciones, 2017) e Inclinación al deseo y al caos, a tres voces ( Premio Jovenes Mustakies 2002). Con su proyecto “La Mujer Gallina”, ganó el Poetry Slam Goethe Institute Chile 2015. Recibió la beca de creación literaria por el consejo nacional de la cultura y las artes, Chile 2016. Mención Honrosa categoría Poesía, en los juegos florales Gabriela Mistral, Municipalidad de Santiago Chile 2016. Realiza su trabajo mediante intervenciones y performance.

Cómo llevas primero el estallido y luego la pandemia?

Es extraño. La primera intuición que tuve de que en realidad algo podía pasar, algo que realmente movilizara a las personas y las sacara de la inercia generalizada en la que estábamos, fue cuando Piñera tomó el poder. Nada podía andar bien en este país después de eso. Quedaba reaccionar y actuar. Creo que muchos imaginamos que no serían buenos años, y así lo fue: la crisis social que arrastra el país no daba para más. El problema fue que nada cambió, a pesar de haber salido a las calles, a pesar de que muchos perdieron sus ojos. Es una pena enorme que inmoviliza.

Por otro lado, estos tiempos en pandemia, han sido de bastante observación para mí. La casa puede ser una máquina de triturar tu cerebro. Yo al comienzo me sentí bloqueada, enmudecida, además, desde antes del estallido social yo ya me encontraba en un proceso de metamorfosis; ya no quería la vida que llevaba y todos los cambios se fueron suscitando; mi hijo se fue a estudiar a Francia por un año, me despidieron y mi plan de darme un año para reencontrarme se dio solo. Este tiempo en casa, en compañía de mis gatitos, ha sido de absoluto silencio y soledad que me agrada bastante, siento que el curso del tiempo se ha hecho más lento, he podido observar mejor mi realidad, valoro mucho lo que tengo. Al comienzo retomé antiguas lecturas que estaban apiladas, después vi muchas película y series, hasta que todo lo que venía macerando decantó y así nacieron varias ideas, empecé a trabajar el autorretrato, vi muchos documentales de fotógrafas, y después comencé a hacer collage, así que no me ha faltado que hacer y en que ocupar la cabeza. La comunicación y el lenguaje en las redes se han transformado en algo fundamental. Se vienen tiempos de concebir nuevas formas de comunidad, de reunirnos y organizarnos.

 

¿Qué libros fueron gravitantes en tu formación como escritora y profesora?

No sé si hubo algún libro que contribuyera tan radicalmente a mi formación como escritora; incluso no sé si soy una escritora formada, más bien creo que siempre he sido intuitiva y curiosa, estudio o leo lo que me interesa. Hay muchas cosas que debería haber leído, quizás como formación, pero, más bien voy por lo que me gusta y siento que me puede aportar. Me gustan las artes desde lo multidisciplinario, las confluencias, las interrelaciones entre la literatura y el cine por ejemplo o las artes visuales, esta todo estrechamente vinculado y eso es maravilloso. Frankenstein, de Mery Shelley, fue un libro que me impactó. Me conectó con lados más oscuros y sutiles, con el acercamiento a lo monstruoso y a lo bello. Vicente Huidobro, con Altazor, también fue uno de los primeros libros de poesía que leí y me iluminó e inundo con su belleza. En el colegio leí a María Luisa Bombal con La Ultima Niebla, y desde ahí nace mi amor por las letras. Ya más adolescente me inscribí en la bibliometro y me leí casi completa la colección de la sonrisa vertical, ahí conocí al Marqués de Sede con Justin y Bataille la historia del ojo. Pero lo que más marcó mi formación como escritora fueron los talleres de Balmaceda 1215 donde hice casi 5 años de talleres desde los 18 a los 23, tuve grandes maestras y maestros, tenía todo el tiempo del mundo para vivir la poesía intensamente y así fue.

 

¿Qué le dice la profesora a la poeta y la poeta a la profesora?

Primero, tengo que decir que no soy profesora en el sentido estricto de la palabra, soy psicopedagoga, que se relaciona más bien con los procesos mismos de aprendizaje. Y ¿qué le diría?, partiría contándole que actualmente estoy cesante, que hace rato que ya me desilusionó el sistema educativo. Y es que en Chile está todo tan condicionado a los resultados que es una lata intentar hacer tu pega. Ven a los estudiantes como un número más para el Simce, para la subvención, es horrible; me salí de ese sistema. Hace algunos años trabajaba para una fundación en un PIE en una escuela muy periférica y de riesgo, yo tenía una oficina con muchas ventanas, a veces me encerraba horas, no quería salir ni trabajar, me sentía en una especie de vitrina. El paisaje de la pobreza y la desigualdad era desolador. Todos los días yo veía esos departamentos llenos de rejas, el encierro en esos block me recordaban pequeños gallineros; y yo, desde la otra reja, me sentía enjaulada como ellos. Entonces, me di cuenta de que ya era la hora de dejar eso y ponerme a escribir, hacer lo que de verdad me hacía feliz. Inmediatamente piensas que no puedes vivir de la poesía ni de la escritura en general, pero tomé una de esas decisiones que no vuelves a atrás. Después de esa experiencia y esa renuncia escribí la mujer gallina, y me liberé. La poeta le diría a la profesora que tomó la mejor decisión.

 

¿Un texto tuyo que leerías en una sala de clases para alumnos de Liceo?

 

No me sirven las palabras

Ni su lenguaje

Los modales ni los tenedores

No soy como usted

No soy el monstruo

No me sirven sus ropas etiquetas

Ni sus camas almidonadas

No me sirve saber que mi madre jamás me quiso

No me sirven los sicólogos y sus pastillas

No me sirve su navidad ni sus regalos

Devuélvanme se los pido

No me sirve mi imagen deformada en sus pantallas

No seré jamás lo que esperan de mí

No me sirve llevar doce años en este claustro

No me sirve saber de su mundo

No lo quiero

No me interesa ser como usted

No intente convencerme

No quiero otra vida

Quiero ser un pájaro.

 

¿Qué verso o frase llevas como un mantra dentro de ti en los días aciagos?

“Cada animal está en el mundo como el agua que fluye al interior del agua” George Bataille.

 

¿La poesía que ha sido para ti? ¿Qué poetas te gustan hoy en día?

La poesía siempre ha sido para mí un refugio, un lugar de resistencia, de creación. Trato de disfrutarla al máximo; para mí la escritura debe ser algo salvaje, debe transitar por ciertos márgenes. Disfruto mucho de leer poesía, me emociona, y en el trabajo de escribir trato de dejar que fluya sin presiones ni pretensiones, mis procesos de escritura son bien lentos, porque generalmente pongo el cuerpo. Para mí la escritura debe ser auténtica, se debe pasar por el dolor o la emoción que embargue al texto, se nota cuando la escritura es forzada, no te estremece, eso para mí es pasar por el cuerpo, hacer que el texto te estremezca, que no te sea indiferente, como si fuera un impulso vital, una especie de electroshock. Me pasa que al escribir así me agota un poco, puedo incluso tener síntomas físicos de lo que escribo; y, como ahora estoy en un proyecto sobre las monstruosidades es una metamorfosis poderosa.

Actualmente hay buena poesía, Me gusta mucho lo que están haciendo las mujeres, sus imaginarios. Me gusta, de las traducidas, Chantal Maillard y Dorothea Lasky. En Latinoamérica el trabajo de Piedad Bonet y Teresa Obregoso me parecen hermosos y sensibles, Mónica Ojeda con su poesía y novelas, Natalia Rojas con su trabajo Cardador y su relación con los tejidos, son algunas de las exponentes que me parecen interesantes. Respecto de los jóvenes también hay varias creaciones hermosas, leí hace poco una antología del Taller Lorkokran muy interesante y con varios talentos. Hay muchas escritoras que deslumbran, con trabajos necesarios que están logrando visibilizarse más y eso me alegra mucho.

¿Un libro(s) que nunca has podido terminar de leer?

Los Papeles salvajes de Marosa di Giorgio, reúne gran parte de su obra, es como una biblia, que reviso constantemente, pero no lo he leído de corrido y bueno algunos clásicos como Ulises de Joyce que alguna vez tendré que retomar.

 

¿Nos podrías regalar algunos de los libros, álbumes, películas o pinturas que estos días son

cruciales?

No sé si sean cruciales para los demás, pero por estos días, te puedo contar que estoy leyendo a Susan Sontag, la conciencia uncida en la carne, diarios de madurez, una especie de notas y apuntes biográficos, que me han ayudado a comprender mejor los procesos internos que vivimos las mujeres, sobre todo ahora en el contexto de encierro, donde existen tiempos para reflexionar. Además, como estoy indagando en nuevas formas de lenguajes, le he abierto una puerta a la fotografía y el autorretrato y he estado experimentando con eso. Vi unos documentales bien interesantes, recomendaciones de mis queridas amigas, y hay uno interesante de Vivian Maier, una fotógrafa aficionada que viajaba sacando sus fotos y trabajando de niñera, su obra pasó desapercibida, incluso después de su muerte, hasta que encontraron su material, que es maravilloso. En Películas vi una hace poco en Netflix, Claire Obscure, de una directora turca, interpreta los conflictos y procesos internos de las mujeres en relaciones sin amor. Y en las artes visuales o pintura no se mucho del trabajo actual, pero como me metí en el mundo del collage he visto trabajos hermosos, un referente poético del collage es Julio Nuñez Rivera que tiene un trabajo precioso y ha vinculado este con portadas y poemas de otros poetas.

 

¿Qué viene a tu mente cuando piensas en “poesía chilena”?

La poesía Chilena me remite inmediatamente Gabriela mistral, quien nos dejó un legado de luz y sombra que admiro. Algunas de las poetas imprescindibles, en mi opinión, ahora son: Carmen Berenguer que es una maestra; Paz molina; Verónica Zondek con su poemario el hueso de la memoria de que me enamoró su fuerza; Malú Urriola, a quien siempre he admirado y tantas otras fundamentales como Guadalupe Santa Cruz, Ximena Rivera, u otras. Ahora bien, pienso en la fuerza de las mujeres y sus letras que nos atraviesan a todas; y que hoy en día toma cada vez más fuerza y claridad porque aún hay mucho por decir, por visibilizar. Para mí la poesía latinoamericana es un gran saco metafórico.

 

¿Qué significa para ti “La mujer gallina”, que inspira ese poemario tuyo que tanto nos impactó y sacudió con su fuerza y mensaje?

La mujer Gallina para mí ha sido un libro que me ha dado mucho. Cruza gran parte de una etapa de mi vida: mi infancia en el campo en la casa de mi abuela en el Lago Rapel, en tiempos de dictadura, lejos de mis padres. Me fueron a dejar ahí como refugio, estuve 4 años y viví la relación con el mundo animal. Mi abuela tenia de todo tipo de animales, desde conejos, patos, chanchos y por supuesto gallinas: dos gallineros enormes. Fue una época importante. Años después vi la noticia del caso de Corina y me impacto profundamente, así que por muchos años investigué su historia hasta que finalmente decido hacer un trabajo poético y político de esta mujer. Un trabajo que se cruza con el dolor, el uso de los cuerpos frágiles, las desapariciones de esos tiempos, y el encierro que ella vivió en dictadura. Creo que hacer el proceso de escritura en primera persona genera ese impacto de escucharla y, además, añade lo visual, hace que estés ahí adentro en el gallinero. Al menos eso quise lograr que sintiera el lector; que estuviera por un momento ahí adentro, y lo viviese. Es un cuerpo sometido al dolor, el dolor de Chile, la fractura, que además sitúa al cuerpo de la mujer en el lugar del abandono, del olvido, de ser una persona defectuosa, discapacitada y segregada. Son otros cuerpos, otras disidencias y otras interpretaciones, todo lo que pueda leerse entre líneas.

¿Cómo ha sido tu relación con la obra nerudiana?

Me parece que Neruda sienta un precedente dentro del canon estético de la época. Libros como Canto General o Residencia en la tierra permiten transitar ya no exclusivamente en el ámbito de las poéticas que evidencian el amor romántico y generan un cruce que puede identificarse como característico de una poética latinoamericana. Ahora bien, Neruda es un hijo de su tiempo, con todo lo que ello implica y que hoy no podemos olvidar, sin embargo, no es menos cierto que abrió las puertas de la poesía chilena al mundo y que expuso su pensamiento político trasuntando su obra. Debo aclarar que no siento que pertenezca a esa tradición literaria, aun cuando es innegable que su poética marca un antes y un después en el canon de la literatura chilena.

 

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(Foto de Karo Castro, créditos Fotógrafo Diego Argote)

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