Por Álvaro Agurto Pincheira
Se hace especialmente sincrónico leer en tiempos de pandemia y confinamiento “Poesìa Escogida” (Pre-Textos), del enorme poeta árabe Mahmud Darwix.
Darwix, que por razones políticas padeciò la cárcel, pudo decir con total propiedad, tal y como podemos atisbar en este presente, “Mi tarde es estrecha”; “Mi calabozo sòlo ilumina mi interior”.
Suprimido el afuera, se da a la tarea de iluminar su corazòn (“Doy, como una ventana, a lo màs mìo”), a explorar en los recuerdos, a seguir el ritmo de su interior y, a sabiendas del sinsentido de su presente, a dar rienda suelta a un lirismo narcotizante (“…mi lengua es esquirlas,/tan sin sentido como la ausencia de una mujer, o que los/caballos se suiciden/tras la batalla…).
El menos es màs aquì obedece a la lógica de, a menor espacio, mayor imaginación (“La puerta; detràs de ella, el paraíso del corazón. Nuestras cosas-todo lo nuestro-se agudizan”)
En su búsqueda sòlo hay cabida para lo perceptivo (“entendía las cosas como las olìa, còmo las sentía”), la escucha de los ritmos interiores (“y no aprendì sino el ritmo:/lo escucho,/lo sigo,/lo levanto triunfante/de camino hacia el cielo,/el cielo de mi canción”), y la certeza de que la belleza se halla ahì donde hay algo genuino (“Pues què es lo bello sino la presencia/formal de lo autèntico”)
Leer a Darwix nos recuerda, tal vez, que la poesía que màs cala no es la que se entretiene en distinciones del lenguaje, sino la que se sabe producto de las distinciones en el lenguaje, y que estas a su vez, derivan de las distinciones entre nuestras experiencias vitales.
Vivencias lìmites como la cárcel, la guerra, el cara a cara con la muerte, parecen asì, en las manos correctas, acrisolar versos atemporales.
“Mi tarde es estrecha”
Poesía Escogida (1966-205) de Mahmud Darwix
Edición y traducción de Luz Gómez García.
Colección La Cruz del Sur. Editorial Pre-Textos.
2008