Por Álvaro Ruiz
La correspondencia de Jorge Teillier dirigida al poeta peruano Juan Cristóbal tiene el particular mérito de que el lector podrá acercarse a la sobrecogedora realidad del poeta chileno, apreciar sus afanes e inquietudes y conocer aspectos inéditos de su vida y de su obra.
Por un período de casi treinta años ambos poetas mantuvieron un estrecho contacto epistolar y en ella, se nos narra con alegría, dolor y muchas veces con cruel ironía, los hechos que en su existencia se iban sucediendo.
La correspondencia se inicia en mayo de 1967, cuando el joven Teillier se desempeñaba en el Boletín de la Universidad de Chile, y finaliza en diciembre de 1995, cuatro meses antes de su muerte, ocurrida en abril de 1996. Son treinta y siete las cartas, postales y notas, que Jorge Teillier le escribió al poeta Juan Cristóbal – nombre literario de José Pardo del Arco – seis años menor y profesor de literatura, y con quien incluso publicó en 1982 un libro-homenaje a Robert Louis Stevenson, La Isla del Tesoro.
Conocí personalmente al poeta peruano durante uno de los primaverales atardeceres limeños en el bar Superba – especie de Unión Chica santiaguina – en el distrito de Lince, y al cabo de unos minutos de conversación me pareció conocerlo desde mucho antes, probablemente porque ambos estábamos al tanto de varios episodios de la vida de nuestro común amigo Jorge Teillier.
A ésta correspondencia le he agregado 228 notas que ilustran o explican hechos puntuales en ellas descritas, y que sin duda orientarán al lector a una mejor comprensión de este epistolario.
Varias de las notas, especialmente aquellas que se refieren a situaciones ocurridas en Lima o a escritores peruanos las logré gracias a la importante y desinteresada ayuda de Juan Cristóbal, a quien agradezco su generosidad con inmensa sinceridad.
En esta correspondencia se podrá apreciar las delicadezas del poeta lautarino, su extrema sensibilidad, su negro, negrísimo humor, sus lecturas y autores preferidos, el anuncio de nuevos libros, su opinión sobre decenas de escritores chilenos y peruanos, sus aprehensiones, temores y angustias, su amor a las pequeñas cosas que le alegraron la vida, las consecuencias de la dictadura militar en su espíritu y en su obra, su admiración por las novelas de piratas, corsarios y bucaneros, y su inquebrantable relación con el alcohol, aquel elixir de paraísos e infiernos. Todo un mundo co-literario que ayudará a comprender mejor su vida y consecuentemente, su extraordinaria obra poética.
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Compartimos, con ustedes para conmemorar un nuevo aniversario de Jorge Teillier, dos de las cartas míticas que componen la correspondencia, gracias a la gentileza de Álvaro Ruiz, quien posee los derechos exclusivos del material, gracias al poeta peruano Juan Cristóbal, quién se los cedió notarialmente.
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¡Hola!
Pernoctante del “Almirante Hawke” (157).
Recibo a mediodía tu carta mientras camino a La Ligua (ver en el Mapa, 170 kms al N.E. de Santiago). Aquí, en la tierra de Cristina no sé de protestas (158), sino de las mías porque no veo sino sombras negras en los muros del Sur. Volveré a Santiago el 18 de Septiembre (Fiestas Patrias, donde alguna vez bebiste chicha en el Parque). John Wayne Reagan protege a los “Malos” y no veo el fin de esta película sino con los Sheriffs del Orden Establecido (librecambismo) matando a los Harrigans del pasado y del futuro. En el presente, sobrevivo oscuramente. Me entristece la muerte de Miguel Portugal (suicidio, me escribió Carolina) (159). No, no es posible. Podría haber venido a Chile a dedo, y estaría en esta tierra sin hablar sino con el lenguaje del Viejo Molino y de los árboles que esperan rebelarse porque se entienden desde las raíces. No sé, en realidad no sé lo que ha pasado, pero debería estar vivo. ¿Quién le pasó la “Mota Negra”? (160) Me acuerdo de unas largas cervezas bebidas con él en Barranco, en Balconcillo y en la República Independiente de Chorrillos. Qué pena, viejo lapin. Me alegro que estés en las ruidosas galeras o pesebres universitarios durante 30 horas (ya te llegarán 20 o yo). Ojalá yo tuviera una. Apenas me queda mi firma y un pasaje al Hotel Continental de Temuco que celebra sus 100 años. La Finlandesa (161) necesita sol y yo estoy entregado al hielo del recuerdo y a la contemplación de las ruinas del futuro. Ah, y me he roto todas las costillas, peor que si hubiese peleado contra Alex Rely o el Burro Icochea (162). Son las 4 de la tarde en el campo. La empleada se va a ver a su pololo (163) “el cartero de Cabildo”. Abro un “Santa Rita” 120. Leo el Diario. Han asesinado en la protesta a un cura francés (164). Era un santo dice el Embajador. Leo “La Esfera Negra” de Meyrink. (“Esto no puede ser sino el fin del mundo”. ¡Adelante!). Trabaja, viejo, mientras yo estoy frente a una gratuita chimenea. A los muchachos que publicaron a Cadou (165) les envíe tu recuerdo y tus poemas. Responderán, son buenos grumetes. Forman una tripulación ajena a los viejos bucaneros pero dispuestos a dar un golpe de manos junto a ellos. Claro que no beben ron. El Imbunche publicó un poema después de 10 años. Yo escribo sobre las Reinas de las Perdidas Primaveras. Un peruano (teniente de Artillería) inventó el verso libre a fines del s.XIX (166). Encuéntrame datos. Gracias por preocuparte de mí para tu tesis. Con la mano en la Biblia prometo enviarte datos antes de diez días (aquí van a estar bravos). Estoy invitado a Tánger, a un Congreso Internacional de Poesía (Octubre), pero no iré. Te envío poemas “flou” (167) que no dicen nada sino que estamos en un mundo en ruinas (es decir: yo y el que fui).
Lo de Velando (168) lo espero con máximo interés. Envíalo a nombre a la Sociedad de Escritores de Chile, Almirante Simpson 7. El Presidente es el Führer, Martín Cerda, ajeno a todo lo que no sea el III Reich que misteriosamente está cultivando. Por lo demás, los otros 10 miembros elegidos democráticamente son todos de Oposición. Pero “los muertos no muerden”. Cadou, si está vivo.
Ha llegado a Chile toda mi familia, excepto mi viejo y querido padre a quien le temen no sé por qué. A los 72 años trabaja como negro en Mozambique soñando con las lluvias sureñas y el retorno. ¡Qué increíble país el nuestro! Mi hermano Iván publicó un libro de cuentos que te lo envío. Samuel Donoso es protagonista de uno. Álvaro Ruiz se queja de que no le has dado recibo de su libro que publicó hace años. Trata de hacerlo. Es un chic tipe (169). Está publicando una revista de “Hooligans” (“bribón”, “granuja”). “La confesión de un Hooligan” es el título del poema de Esenin (170). Casi sin traducción. Hooligan existió, era un muchacho inglés que dirigía bandas desinteresadamente ebrias, poéticas, antiorden establecido (cualquier orden) en San Petersburgo, principio de siglo. La revista se llama “Nueva York 11” (171).
Bueno, tus poemas se los cuento en estos días de soledad a un viejo lobo de mar que presenció el contrabando de Niñas de Lámparas Azules en Chorrillos (172), a los gatos que aprueban (se llaman: Gregorio Ñipa y Emilio) y a la desesperación de las nubes que no pueden quedarse a vivir en ninguna parte.
Saludos a todos los tuyos, como siempre, y al ex –Gordo Portal (que borra pronto el “ex”) (173). Yo – como el recuerdo – disparo los últimos cartuchos. En esta tierra hay serenos que después de la medianoche disparan al azar (174).
Te abraza
Jorge
Notas:
Carta sin fecha, por lo que escribe debe ser el año 1984 o 1985.
(157): Almirante Hawke (1705-1781). Famoso oficial naval de la marina de guerra real inglesa. Comandante de la flota en el Mediterráneo. Citado en la “Isla del Tesoro” de Stevenson.
(158): Se refiere a las violentas protestas sociales que se llevaron a cabo mensualmente durante los últimos años del régimen dictatorial chileno.
(159): Miguel Portugal, amigo del primer marido de su hija Carolina.
(160): “Mota negra”: en “La Isla del Tesoro”, papel escrito donde se señalaba que le darían muerte.
(161): La finlandesa: Cristina Wenke. Seguramente por su aspecto caucásico. Cristina, fue la última pareja de Jorge Teillier, por más de 20 años.
(162): Alex Rely y Alberto “Burro” Icochea, boxeadores peruanos nacidos a comienzos del siglo XX, en la ciudad de Ica el primero y en El Callao, el segundo.
(163): Pololo: enamorado, novio.
(164): Se refiere al sacerdote francés André Jarlan, asesinado durante las protestas al régimen de Augusto Pinochet, el 4 de Septiembre de 1984, en la Población La Victoria, Santiago.
(165): René Guy Cadou, poeta francés (1920-1951), muy admirado por Teillier, a quien le dedica “El poeta de este mundo”, un extenso poema publicado en el libro “Muertes y Maravillas”.
(166): Se refiere al poeta peruano-francés Nicanor Della Rocca de Vergalo (Lima, Perú, 1846 – Oran, Argelia, 1919). Hijo de italianos. Combatió en 1866, contra España, en las baterías del Callao. Emigró a Francia, y no volvió más. Fue compañero de Verlaine, Leconte de Lisle, Alejandro Dumas (hijo), Sully Prudhomme y Mallarmé, entre otros, quienes pidieron para él, en memorable mensaje dirigido al Congreso del Perú, una pensión de gracia. Introdujo de nuevo el uso de las minúsculas al principio del verso francés; publicó un arte poético que los Simbolistas franceses tuvieron como su decálogo. Murió en Oran, pobre y abandonado. Escribió siempre en francés, pero siempre sobre el Perú: “Les meridionales-Poesies Peruviennes”, publicado en Lima en la Imprenta de El Comercio en 1871; “La mort d’Atahoualpe”, tragedia en tres actos; “Le livre dés Incas”, Ed. Alphonse Lemerre, París, 1879. En “La Poetique Nouvelle”, París, 1880, declara: “Yo soy un poeta innovador ¿Por qué? Porque no voy a imitar a persona alguna. Soy un temperamento y aporto un método. Yo realizo una poética nueva, una prosodia nueva, un coup d’art, una reforma, una revolución”. Inventa la estrofa nicarina y otras estrofas vergelianas, como el mismo las titula evocando su nombre de pila y su patronímico. Escribe “yaravíes” a lo Mariano Melgar, en francés. Su “escuela del progreso y del sentido común” de la cual vivía ufano, mereció ser mencionada y comentada en la obra de Cenille Mendés “Le mouvement poétique francaise” de 1867 a 1900” (París, 1903) y constituyó un precedente inevitable de las tendencias versolibristas que empezaban a proliferar. Contra él, contra el exótico extranjero que se atreve a innovar la poética francesa, estalla la indignación conservadora. Finalmente, emprende como Rimbaud, la ruta del África, que es la ruta de los desilusionados de la literatura.
(167): Flou. En francés: borroso, confuso, impreciso.
(168): Máximo Velando, comandante guerrillero del MIR peruano, quien muere abatido en la sierra central del Perú en un enfrentamiento con el ejército, en el año 1965. Primer esposo de Carmen Castán, actual esposa de Juan Cristóbal.
(169): Chic tipe: distinguido, noble, buen hombre, un tipo cabal.
(170): Serguei Esenin, poeta ruso (1895-1925). Poeta del cual Teillier tradujo en colaboración con Gabriel Barra el libro “Confesión de un granuja”.
(171): Se refiere a una revista de literatura que cedí para su publicación al escritor Carlos Olivarez, quien posteriormente lo editó como libro: “Nueva York 11”. Editorial Galinost. Santiago, 1985. Antología literaria de la cofradía de la “Unión Chica”.
(172): En alusión a un poema del poeta peruano José María Eguren (1874-1942).
(173): Alfredo Portal, amigo peruano que conoció en Santiago y posteriormente en Lima.
(174): Se refiere a guardias nocturnos que armados custodiaban el predio de Cristina Wenke, especialmente en el período de cosecha de paltas.
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