Noviembre 7, 2024

“Sostener un proyecto de libro es como sostener una relación de pareja.” Entrevista a David Bustos

Por Ernesto González Barnert

 

Vuelvo a conversar largo y tendido con el poeta, guionista de teleseries y ahora narrador David Bustos (Santiago, 1972), entre sus últimos libros de poesía destacan: Peces de colores, Ejercicios de enlace, Jardines imaginarios, Hebras viudas, Dos cubos de azúcar y Arial 12. Su último libro Rec, recibió el Premio Mejor Obra Publicada Cuentos, una entrada triunfal de 7 cuentos, aparecido en la editorial Cuneta. Un escritor que sabe antes del estallido o la pandemia, con claridad y cercanía, que nos ahogamos hacia dentro.

 

 

¿Qué es lo que crees atrae hoy a los escritores al litoral de los poetas?

Yo creo que los que vivimos en capital o en ciudades mediterráneas, tenemos una nostalgia por el mar. De hecho, ahora que ya no vivo en el litoral y el mar es un significante vacío que se cuela en mi inconsciente a modo de nostalgia. Los escritores siempre tenemos esa fantasía de vivir junto al mar o cerca de él. Sentimos esa necesidad de estar un tiempo alejados del mundo escribiendo y leyendo. El litoral tiene esa característica, es un magnífico lugar para trabajar. Así me lo tomé en los 6 años que estuve ahí. Que con el pasar del tiempo siento que fueron años maravillosos. Construimos un espacio armónico con la que fue mi compañera. Escribí varios libros y aún siento que esa casa, los perros y todo lo que había ahí sigue viviendo en mí de alguna forma. Ya no soy el mismo después de esa experiencia. Y no podría asegurarte que no volveré. El Litoral central, tiene una energía potente y uno no sabe hasta que eso desaparece. Si hay una residencia en la tierra parafraseando a Neruda, sin duda puedes encontrarla ahí.

 

 

¿Qué le dice el guionista al poeta y viceversa?

El guionista siempre imagina situaciones y elabora líneas de acción. Es bastante concreto e inquieto. Creo que el poeta y el guionista se encuentran en la imagen. Es en la imagen que ocurre un intercambio. La imagen como principio de exploración y hallazgo.

 

 

¿Cómo es tu proceso creativo para desarrollar un libro?

Existe muchos procesos de escritura de un libro. Creo que no hay uno que domine sobre otro. Lo más complejo es sostener un proyecto de libro hasta el final. Uno está repleto de proyectos inconclusos. Sostener un proyecto de libro es como sostener una relación de pareja. El fuego y el compromiso deben ser los ejes. Un libro de poesía requiere complejidades distintas a uno de narrativa. La narrativa la relaciono más con el trabajo obrero de picar la roca con el chuzo, hay una dinámica interesante ahí, porque es intenso y agobiante. La poesía en cambio tiene la complejidad de la incertidumbre. Uno nunca sabe si está dando en el clavo. Yo tengo muchos puntos ciegos con la poesía y la considero un lenguaje exploratorio que conduce a una lectura que pide otras cosas. La poesía para mí siempre es un experimento.

 

 

 

¿Cuáles son los libros que te marcaron este 2019-20?

Lo que leí en el 2019 y 2020 que me gustó fue leer por ejemplo “Mirar” de John Berger, también descubrí tardíamente a Ranciere y leí : “La antorcha en el oído” y “El Juego de ojos” de Elias Canetti. Me gustó harto el libro de Natalia Berbelagua “Hija Natural”, “La dama en el jardín” de Carolina Rivas y “Cortes de escenas” de Jorge Polanco. También el libro que me encantó fue “Continuación de ideas diversas” de César Aira. El 2019 también fue el año en que descubrí a Carlos Ginzburg, no lo había leído. Y en el comienzo del 2020 leí con mucho entusiasmo y admiración “Feminismo y revolución” de Aïcha Messina. En estos días estoy leyendo a la poeta española Angela Segovia, y tres libros más que espero poder terminar (es poco aconsejable leer varios libros a la vez) “El elogio del caminar” de David Le Breton, “Política del Rebelde” de Michel Onfray e “Iconoclasia” de David Freedberg.

 

¿Cómo es tu relación escritural con la obra de Pablo Neruda?

Mi relación de escritura con Neruda es objetual. El Neruda coleccionista, que encuentra un sin número de objetos y ubica uno al lado del otro, me gusta mucho. Eso me hace acordar la diferencia que hace Lacan entre un objeto y una cosa. Una cosa es por ejemplo guardar cajas de fósforo a modo de tesoro, pero disponerlas una al lado de la otra de manera estética ya lo transforma en un objeto. Neruda es un poeta que trataba las palabras como coleccionista, o sea con un alto grado estético. Hay una minucia en su mirada de los materiales, como si la imagen mental necesariamente tuviera que pasar por un inventario del objeto. Es interesante porque no es un poeta intelectual, sino que pese a tener una metafísica, responde a patrones de alguien que relaciona sus imágenes poéticas con la experiencia. En esa dirección podemos añadir que Neruda es un poeta sensorial.

 

¿Cuál es el principal error de los poetas que empiezan?

Un poeta que empieza no tiene que ver con que sea joven o tenga una escasa obra. Un poeta o una poeta que empieza, para mí es alguien que tiene excesiva confianza en sí mismo y en el lenguaje. Alguien que empieza será para mí una persona que da consejos de qué leer y qué hacer y no hacer. Y eso es un síntoma de inexperiencia. La poesía para mí siempre es una asignatura que estoy cursando, nunca me he sentido graduado, ni que haya aprobado el curso de poeta.

 

¿Qué poema tuyo leerías en una sala de clases hoy?

El poema que leería en una sala de clases sería el “Parque de los venados” que aparece en Jardines Imaginarios. Ese poema encierra una bella pedagogía. “Abrir los ojos” es lo más difícil que hay, eso considera un despertar y ver la realidad con curiosa extrañeza. Abrir los ojos también es la revuelta de octubre en adelante. “El parque de los venados” es un poema que trata biográficamente a Buda, pero podría tratarse de cualquiera que ha vivido un proceso de aprendizaje y que al final, tras una serie sucesos complejos y hasta traumáticos, vuelve a mirar nuevamente. Para mí la poesía es eso, mirar nuevamente. Mirarse mirar y volver a mirar lo mirado. Volver al comienzo como dice T.S Eliot, como si fuera la primera vez.

 

¿A tu juicio que medida concreta crees ayudaría al país a salir de la crisis?

Una medida concreta no existe. Y si hay alguien que cree tenerla sin duda miente. Creer que hay una medida es confiar en una solución, o sea una operación. Y la solución no es una operación y no viene de alguien concreto. Me parece que es una conversación entre todos.

 

La revuelta ha interrumpido cierto reparto de lo sensible que se ejercía policialmente sobre las personas. La comunidad, al volver a encontrarse y mirar nuevamente está creando una nueva realidad, que esperamos se transforme con el tiempo en un nuevo contrato entre el poder establecido y la gente.

Lo que sí he extrañado mucho y que vuelve todo esto en un diálogo de sordos, que palabras como: amor, compasión, bondad, conciencia, libertad, no son muy recurrentes y si se utilizan se ocupan como medio. El amor no puede ser operativo. Digo esto porque la máquina de la operatividad es lo que mueve hoy las cosas, hasta las emociones son operativas. Eso se podría sintetizar en el miedo. El miedo puede ser rabia, puede ser tristeza, puede ser violento o puede inmovilizar.

Hablo del miedo como el centro del problema que vivimos. Utilizar el miedo como arma y herramienta, es lo que llevó a la humanidad a vivir las atrocidades más espeluznantes. La pregunta es cómo recuperamos la confianza. Si una sociedad no hay confianza, lo que construyas se desmorona, porque no tiene base. Habría que partir modestamente, sin poner a nadie ni nada sobre otro. Y para eso hay que renunciar al poder sea el que fuere: moral, político, económico, militar, etc. Crear relaciones horizontales puede ser el camino hacia la confianza. Nadie tiene el derecho de humillar y maltratar a nadie, sería el inicio ¿no?

 

¿En qué libro trabajas hoy?

Estoy terminando una novela. Con todo lo que puede significar eso. Escribir una novela sin saber escribir una novela. Es una experiencia bastante límite. Extraña por decirlo de alguna forma. Mi novela inédita tiene la característica de ser chiflada. Además, tengo un manuscrito de ensayos y crónicas en busca de editorial. Igual me gustaría parar en un momento, dedicarme a la investigación o derechamente perderme a mí mismo en otro lenguaje que sea puro aprendizaje.

 

 

¿Qué significa para ti Rec, una entrada triunfal al mundo del Cuento (Mejor Obra Publicada Cuentos)? ¿Es el fruto de tu experticia como guionista y poeta? Qué te dio el cuento que no lo encontraste en la poesía?

 

Bueno sí, Rec es un libro que disfruté escribiendo. Es un libro que contiene una cantidad de energía que estaba en mí por muchos años y que de un día para otro salió en forma de cuentos, que creo es la forma literaria que más se aproxima a la poesía, dada su extensión. Por ejemplo, una novela me parece que es una cosa totalmente distinta. Acabo de terminar un manuscrito, y me cuesta reconocer bien qué pasó ahí. Es una experiencia extrema.

Entonces podría decirte con cierta certeza que la narrativa es una liberación de mi mundo. . .Eso probablemente cambie a medida que pase el tiempo. Tengo claro que la escritura es producto de un momento, de un estado de ánimo y de inquietud.

El guión y la poesía, actividades que he realizado por muchos años, probablemente hayan sido relevantes, pero hacer una tesis de qué forma y cómo, no estaría en condiciones de explicarlo. Creo que uno tiene relaciones sentimentales con los manuscritos que trabaja. Siento que la peor relación que uno puede tener frente a un trabajo de escritura es la de poder. Esclavizar u operativizar la escritura es un camino doloroso. La escritura debería ser algo liberador, sin cálculo y medidas de seguridad. Eso me recuerda a Damaris Calderón, que fue una de las primeras lectoras de Rec, me recuerda a ella porque su relación con la escritura es natural, como respirar. Ahora todo lo que te digo, de liberar cierto mecanismo internos para que brote la escritura no es fácil. Porque escribir sin cálculo tiene relación con dejar de lado el ego y dejar que la escritura diga lo que tenga que decir y no lo que pensamos que debiera. El ego es el peor enemigo de la escritura. Porque te dice qué hacer y cómo hacerlo. Lo más difícil es tener una relación directa con lo que se escribe. Ahora eso no tiene que ver con categorías morales. Creo que tiene que ver con hacer de esta actividad un acto gozoso. Un viaje sin objetivos. Bajar la ventanilla del auto, sacar la cabeza y dejar que el viento te dé en la cara. Mira qué bonito que la entreviste termine con esa imagen, me hizo acordar de un poema de Jaime Pinos.

 

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