Noviembre 24, 2024

“La poesía debe galopar” Entrevista a Damaris Calderón

“A nosotros nos corresponde recordar. Y crear. La esencia humana es poética, vale decir, creadora. Cada ser humano es un creador, no un consumidor. La creación es el acto de rebelión prometeico. Por lo tanto, creo que lo primero que hace la poesía es desalienar, devolviéndole al hombre y a la mujer ese fuego vital y esa mediación y ese diálogo de lo humano con lo divino. Se la debería enseñar en la casa, en los colegios, en la sociedad, a libro abierto, a cielo abierto.” Nos dice Damaris Calderón, en marzo de 2020, a un año de recibir el Premio a la trayectoria Pablo Neruda en el marco del Festival de Poesía La Chascona. Esta poeta nacida en Cuba y radicada en Chile, Isla Negra, desde donde vive, respira, reflexiona, escribe, dibuja y sueña esos poemas y pájaros que la encumbran entre las voces más sobresalientes del Caribe, Latinoamérica, en lengua castellana, de sus antipatrias.

Por Ernesto González Barnert

Damaris, ¿Cuál crees es el aporte de la poesía a la disciplina intelectual?

Yo hablaría del aporte de la poesía a la vida, más allá de lo intelectual. Yo creo que la poesía y la vida no deben ser separadas. En épocas de decadencia, en épocas oscuras, se las trata de separar. La poesía es consustancial al ser humano, todas las formas de pensamiento son hijas de la memoria y todas, son parte de la expresión poética. La poesía religa, es el nexo entre todas las partes. Eso lo sabe cualquier payador, cualquier músico de entraña, quiero decir, poeta. No hay separación entre el intelecto y la intuición, en el logos, que es común y es poético. A nosotros nos han tratado de enajenar con los sistemas de producción, de sometimiento, de consumo. A nosotros nos corresponde recordar. Y crear. La esencia humana es poética, vale decir, creadora. Cada ser humano es un creador, no un consumidor. La creación es el acto de rebelión prometeico. Por lo tanto, creo que lo primero que hace la poesía es desalienar, devolviéndole al hombre y a la mujer ese fuego vital y esa mediación y ese diálogo de lo humano con lo divino. Se la debería enseñar en la casa, en los colegios, en la sociedad, a libro abierto, a cielo abierto.

¿Cuáles son los ejes o problemáticas que has buscado desarrollar en tu poesía?

Creo que no he buscado, conscientemente, desarrollar ejes o temáticas. Voy trabajando, como quien palpa un bulto y va descubriendo un rostro, una cara. Ahora, con más de 20 libros en el cuerpo, veo que hay constantes que se repiten, que se van perfilando: la escritura de un país, una memoria, sus retazos, unos pedazos que se articulan y desarticular en Cuba, otros, en Chile, otros, entre los, dos, un país que se va haciendo híbrido, textual, una incierta obsesión por desdibujar los límites, las fronteras. En el último libro, inéditos, habló de mis Antipatrias…

Vives a caballo entre dos fuertes tradiciones poéticas, la cubana y la chilena, que rescatas para sí de cada una?

El galope… Porque más que sedantarizarse, la poesía debe galopar. De la poesía cubana está siempre la resonancia insular, el sueño que comienza por la isla, abriéndose a otros espacios, apeteciendo horizontes. De la Isla que se escribe y se niega a sí misma y se afirma en la negación. Poetas que no ven escisión entre vida y obra, que se deslomaron por hacer de la vida, obra también y que supieron que la emancipación empieza por el lenguaje.  José Martí, que se hizo uno con el verso, exigiendo para ambos igual destino: “o nos condenan juntos/o nos salvamos los dos”, José Lezama Lima, que, con “la suma de poquedades” con que trabaja un escritor latinoamericano y cubano, hizo una obra delirante, desafiante, estimulante. Virgilio Piñera, que volvió a mostrarnos la palma negra de la isla y la asfixia insular. Ellos tres, triada para mí preciada y preciosa, pilares. Y tantísimos otros nombres, que no nombro por pudor y por agotamiento, pero que forman parte de mis lecturas y relecturas, algunos de ellos: Reynaldo Arenas, Lino Novas Calvo, Calvert Casey, Carpentier de Los Pasos perdidos, Guillermo Cabrera Infante, José Kozer, Fina García Marruz.

La poesía chilena, algunos autores, los había leído ya desde Cuba, a otros los fui descubriendo acá. Creo que la tradición chilena tiene poetas inmensos, vigorosos, que trabajan con fuentes muy diversas, desde lo clásico, lo visual, las vanguardias y la poesía de las composiciones de Violeta Parra. Yo he podido leer ambas y realizar antologías de cada una, también un libro de ensayos, de próxima aparición, sobre estas lecturas de poesía.

¿En tu mirada como poeta cómo ha sido tu relación con Pablo Neruda?

De reconocimiento, acercamiento y distancia y acercamiento otra vez. Es un poeta enorme, a la hora de adentrarse en lo humano y sus materias. Lo leí con admiración desde Cuba: sus Residencias, sus poemas de amor, (todos son poemas de amor, erróneos o no, fallidos o no). Sus Altura se Macchu Picchu y su prosa, que es siempre la de un poeta. Acá en Isla Negra lo sigo leyendo, ya no en los libros, sino en los lugares que habitó y los elementos: la tierra, el mar, el viento, las piedras y los árboles. Creo que es la mejor lectura que se puede hacer de un poeta.

¿Cuál es el peor error que puede cometer una poeta?

No lo sé, creo que muchos y no se me ocurre dictar cátedra sobre eso. Creo que hay muchos “errores” que están ahí, a la vuelta de la historia, para ser leídos. Solo puedo hablar a título personal: de lo que he hecho, de lo que hago, de lo que evito. Y en lo personal no ciño la poesía al libro y a la escritura. No cantar al César, al tirano, no poner la poesía al servicio de una ideología, sea cual sea, en la escritura panfletaria, y no me refiero a que la poesía sea política, todo es político, sino “al servicio de”, despojándola de su compromiso libertario y emancipador, despojándola con su compromiso con lo humano.

¿10 libros que te hayan marcado a fuego?

Me marcaron mucho más de diez libros, pero, a estas alturas, ya no son nombres ni autores, son vivencias incorporadas.

¿Qué verso llevas como un mantra dentro tuyo?

Más que llevar, con el tiempo me he ido despojando. Pero muchas veces me sorprendo con un verso de Gabriela Mistral dentro de mí: ” Mi madre era pequeñita, como la menta o la hierba…” O: Madre mía, en el sueño ando por paisajes cardenosos.. “Es curioso, porque soy una lectora omnívora y fruitiva. Podrían ser otros autores, pienso. Pero lo que yo piense no tiene nada que ver con eso que se incorpora a la vida de uno, con todas las células, aquello en lo que ni siquiera se piensa, y por eso aflora, más genuino, cuando se recuerda o reaparece, como reaparecen estos versos de Gabriela Mistral en mí, quizás porque mi entrada a Mistral, que es todo un país, una patria, un mundo, fueron, también sin pensarlo, a través de esos versos, cuando la leí, en Cuba, viajando en un tren a los 15 años. Creo que esa lectura fue para mí tan alucinante como sus locas mujeres. Salí en un tren de Santa Clara hacia mi pueblo, Jaguey Grande, y el poeta Sigfredo Ariel me pasó un libro de una poeta, me dijo, que creía que me podía gustar. El libro era una antología de Gabriela Mistral, publicada, en Cuba.  La leí en el viaje, de un tirón. Yo no sabía quién era Gabriela Mistral. Pero si supe, cuando llegué a Jaguey que yo no era la misma, que aquella poeta, fuera quien fuese, era eso, un mistral que me había arrasado.

¿Cuál crees tú es el gran aporte de la enseñanza literaria?

Despertar la creación y la pasión en quien lee por aquello que lee. La enseñanza literaria, por una parte conserva, transmite, mundos y voces fabulosas, de una tradición sin la cual vivir se hace mucho más pobre. Por otra, creo que, debe alentar al alumno a crear a, semejanza de aquello que lee. Creo que la enseñanza literaria no debe ser mutiladora. He conocido profesores que se convirtieron en grandes eruditos, pero que nunca se atrevieron a crear por devoción a los modelos y autores que impartían. También hacían muchas veces caer esta devoción como un peso férreo sobre el estudiante: “Si ya escribió Homero, como te atreves tú? Si ya lo hicieron Joyce, Kafka, Virginia Woolf”… Haciéndolos sentir poco menos que una rata. No, la enseñanza debe ser estimulante. Debe sacar lo mejor de quien enseña y de quien aprende (y enseñan y aprenden los dos). Y debe ser gozo, entusiasmo, pasión. Si no crees en aquello que enseñas, retírate, si no puedes transmitir más que tus frustraciones en un aula, retírate.

¿Qué poema tuyo leerías en una sala de clases hoy?

No sé, me gustan las clases fuera de las salas. Cuando hice docencia de manera regular, como profesora universitaria, me llevaba a mis alumnos a caminar, o a un café, o a un parque, si estábamos hablando del jardín de Epicuro, por ponerte un ejemplo. Entonces, prefiero leerles en un parque o en un bosque o en una quebrada o bajo el aromo de mi casa. Ahí les puedo leer cualquier poema.

¿Entrando a la contingencia política y social que vive Chile, qué medidas concretas ayudarían al chileno o chilena desde tu mirada de poeta y pintora?

Desde mi mirada de ser humano, más allá o más acá de poeta y pintora, creo que a los chilenos y chilenas corresponde saber y exigir las medidas y las leyes y los modelos, que respondan a sus necesidades concretas. Y entre sus necesidades concretas vale decir también los sueños. Creo que lo están exigiendo con énfasis. Creo, espero, que todo ello alcance una forma democrática, inclusiva, donde el país deje de ser paisaje de unos pocos y alcance a construirse y expresarse con todos sus pedazos.

¿Un libro crucial que no pudiste terminar?

Los libros cruciales, como lectora, para mí, los termino siempre. Los cruciales que escribo, para mí, espero terminarlos también.

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