Por Ernesto González Barnert
La crisis del libro y la contingencia política no han detenido mayormente la publicación en poesía desde el 2019, que fuera del mercado, aunque no del todo del Eº, sigue amparada en su propia necesidad y urgencia, alimentando las fauces más profundas y verdaderas del espíritu nacional, contra viento y marea.
En esa línea férrea, los poetas y editores de poesía, celebramos en especial a la editorial nortina Aparte, que en pocos años ya tiene un catálogo notable, fresco, auspicioso y cuidado. Es algo injusto (o no cierto del todo) el mote de editorial nortina o ariqueña pienso dado su enfoque mucho más abarcador y mayor al territorial, con un catálogo abierto de poetas y escritores de todo Chile y fuera también de Chile, incluso de traducciones.
La editorial es dirigida por el poeta ariqueño y profesor Rolando Martínez, quien ha logrado en poco tiempo, milagrosamente, instalar un catalogo de factura, nada pretencioso, de poetas y traducciones vitales, arriesgandose por publicar la nueva poesía sin presiones o pasadas de listo. Este enero he leído algunos y quiero reseñarlos brevemente. Además de haber logrado un diseño cool, entretenido, con ediciones limpias, pulcras, con humor, en vista a los entretenidos colofones de cada libro que sacan y que insertan las realidades u otras ficciones en que la poesía y los libros se desenvuelven en su época.
Curauma
Poemario de Rafael Cuevas Bravo (Viña del Mar, 1994). Me gustaron esas estampas escritas con aparente apuro y choreza, tan irónicas como oníricas, del paisaje interior y exterior, bajo el imperio de un decorado ambulante aunque cotidiano. Con un espíritu cívico mayor observa con impresiones logradísimas y frescas una visión desalmada del conjunto y la planificación urbana transversal. Un viaje donde nada parece viajar, salirse del derrotero habitual asignado entre areas urbanas y verdes, sobre esta piedra de montaña.
Polvos Rosados
Es el tercer libro tras el fantástico Cero Glamour (La liga de la justicia Ediciones, 2011), donde el poeta Markos Quisbert (Arica, 1980) continua legandonos poemas inquietantes y notables, sagaces e irónicos, con hiperconsciencia pop, del entramado “bohemio” y “carretero” y “sexual” del norte donde el autor es consciente del paso del tiempo y de la narcocultura. La droga corre y corre mientras el “hablante lírico” toma cierta distancia y ocupa toda su invectiva estética contra el modo de automirarse y exponerse al intercambio, comercio o exposición de la droga con una mirada más que moral o ética, estética, alcanzando bellas imágenes elusivas sobre el status quo interior como exterior.
Estación Adversa
De Vicente Oyarzún Cartagena (Punta Arenas, 1992), tras su plaquette “El Neón de la Mañana”, este es su primer libro. Disfruté la lectura de este delgado volumen, su poesía es como una fotografía corrida del momento, escenas cotidianas y comunes a la juventud o adultez heridas por lo ominoso, los alucinados flashback, todx sin estruendo. La voz poética que sostiene estos peregrinajes urbanos es sensata y melancólica, procura la flotación por la estación adversa, no desea tanto ajustarse como la imprecisión bella del errar y el desbarajuste sin volverlo todo caos y estropicio sino contemplación levemente alucinada y poética.
Baja fidelidad
La primera versión de este libro apareció en el sello Jámpster. Jonathan Opazo (San Javier, 1990) nos lega su tercer poemario, un libro a todas luces literario y punzante, conceptual e inquietante, me explico “El rumor del bosque jamás será superado por la grabación del rumor del bosque.” Así, lleno de ominosas ocurrencias, tesis sardonicas a propósito del sonido, la imagen, lo tecnológico, sin perder relato, el decorado de pantomima del espectáculo, Opazo, se sume en la reflexión intelectual y poética sobre el asunto sin respuestas fáciles o arriba del cajón de tomate, elige las respuestas oblicuas y metafóricas, enrevesadas pero sutiles del status quo. Sin duda, un excelente libro, con una poderosa reflexión del arte y de la poesía, perspicaz.
Trópico
Me gocé leyendo este libro de Juan Malebrán (Iquique, 1979), residente en Cochabamba, Bolivia. Trópico, es un poemario breve que es puro goce de nombrar, dejarse arrastrar por la música de las palabras y la fuerza del “trópico” como paisaje y vara. Así encuentra un tono lírico sin perder sentido narrativo, escribe onmívoro de imágenes, sin soltar del cuello la crucecita de la tradición poética latinoamericana y chilena. Un libro escrito con el éxtasis del viajero, no del turista, lejos de la seriedad y acartuchamiento del mirón antropológico y social. Un libro divertido, sin pretenciones, pero no menor, que instala a Malebrán como un poeta ineludible en nuestra generación, trayendo agua fresca al tono y temas de la poesía chilena desde lo bolivariano pero saltándose los esloganes de gatillo fácil, las frases hechas, los discursitos de tenor y lo políticamente correcto. Un libro sensacional y eléctrico.